sábado, 21 de junio de 2025

Orgón Terapia: Parte IV. La Aplicación del Pensamiento Funcional en la Práctica Médica ( II )

Aquí teneis la continuación del  artículo sobre el Pensamiento Funcional, publicado por de Dr. Charles Konia, M.D. en la revista Jounal of Orgonomy vol.21 nº 1. 




(Continuación... )


Pulsación biológica: La Antítesis entre Centro y Periferia


A. El Biosistema Total. Plena, la pulsación orgonótica sin restricciones es un prerequisito esencial para la salud biológica, cuyo sello distintivo es la aparición periódica de la convulsión orgástica en el abrazo sexual.

Hay un flujo libre de excitación desde el centro a la periferia ( biofísicamente, expansión; psicológicamente, placer, así como la capacidad de flujo sin impedimentos desde la periferia hacia el centro ( biofisicamente, contracción; psicologicamente, ansiedad). En circunstancias normales la dirección del movimiento energético es predominantemente hacia afuera desde el centro. Cuando el organismo está en una situación amenazante, el flujo cambia a la dirección opuesta. En organismos metazoarios, esta función pulsatoria está estructuralizada en el sistema nervioso autónomo (SNA) en el cual las divisiones del parasimpático y simpático son expresiones de expansión y contracción respectivamente. Eta oposición antagonista puede ser expresada funcionalmente de la siguiente manera:



 Si el organismo posee simetría radial, esta simple situación prevalecerá. Sin embargo a causa de la simetría bilateral en los metazoos superiores el flujo de energía a lo largo del eje se vuelve igualmente significativo. En el desarrollo embrionario este movimiento da como resultado tanto la deposición segmentaria de órganos como la formación del organismo total según la forma orgónica. El sistema nervioso central (CNS) representa la estructuralización de la forma orgónica como tejido

nervioso.

A causa de la presencia de la simetría bilateral el centro y la periferia asumen mayor importancia, el centro en este caso ocupa los segmentos de la zona torácica, diafragmática, y abdominal (el área del plexo solar) y la periferia que consta de ambos extremos del organismo ( la cabeza y la pelvis)

Etas son las zonas erógenas donde el organismo toma contacto con el mundo externo. En salud, los impulsos ( ambos psíquicos y somáticos) son generados en el núcleo biológico ( excitación central) y fluyen hacia afuera hacia ambos extremos del organismo (la periferia). Este flujo energético es también la base para la expulsión pulsatória de fluidos corporales.

La presencia de una biopatía está indicada por una perturbación de la pulsación orgonótica debida a la armadura. En presencia de la armadura el flujo energético esta impedido en ambas direcciones de modo que el organismo es incapaz de sentir no sólo placer intenso sino también ansiedad en toda su extensión. Esta es la función protectora de la armadura. Por lo tanto una de las primeras emociones que se liberan con la disolución de la armadura es la ansiedad que el paciente debe aprender a tolerar.

La armadura es generalmente quitada siguiendo una secuencia con un patrón definido basado en estas consideraciones energéticas. Hay dos aspectos de esta estratificación. Ambos se deben considerar siempre que la armadura se esta disolviendo.


1.La organización radial resultados en la formación de la armadura desde el núcleo ( centro) hacia la superficie ( periferia). Esto es valido para el organismo tanto en su conjunto como para cada segmento.


2. La organización longitudinal resultados en la superposición de la armadura desde el núcleo ( segmentos torácico y diafragmático) primero. Esto explica que la función respiratoria sea la primera en verse alterada. A esto le sigue un blindaje en los segmentos periféricos que contienen las zonas erógenas en una dirección cefalocaudal


( continúa...)


jueves, 12 de junio de 2025

Orgón Terapia: Parte IV. La Aplicación del Pensamiento Funcional en la Práctica Médica ( I )

 Os compartimos este artículo sobre el Pensamiento Funcional, publicado por de Dr. Charles Konia, M.D. en la revista Jounal of Orgonomy vol.21 nº 1. Esperamos que lo disfruteis.





Orgón Terapia. Parte IV. La Aplicación del Pensamiento Funcional en la Práctica Médica.


Charles Konia, M.D


Una vez que el paciente se ha comprometido con la terapia y el terapeuta lo ha aceptado como paciente, se presenta la siguiente situación antitética: El paciente entra en la terapia con el deseo de estar bien y abandonar su armadura y, al mismo tiempo, siempre hay un miedo a dejar ir la armadura - sus defensas de protección. La motivación del paciente para estar bien es el factor más importante en determinar el pronóstico. Por otro lado, en algunos casos, a causa de su excesivo miedo el paciente puede llegar prácticamente a cualquier extremo para no abandonar sus defensas a pesar de un aparente afán por hacerlo. La base racional para este miedo que en última instancia se deriva de la temida ansiedad orgásmica, es que la armadura está y ha sido por mucho tiempo necesaria para la supervivencia del individuo. Cumple una función protectora vital. De hecho si la armadura se elimina prematuramente, como se hace a menudo por terapeutas no capacitados, pueden surgir serias consecuencias. La capacidad del terapeuta en la evaluación de lo que el paciente puede o no puede lograr en determinado tiempo, especialmente con respecto a su problema central, sigue siendo crítica hasta el final de la terapia. Cuando el terapeuta espera más o menos de lo que es capaz el paciente, la terapia se resentirá. Cada paciente tiene un tiempo determinado, una cierta capacidad para tolerar el movimiento espontáneo de la energía. Este límite debe ser conocido y respetado, de modo que el terapeuta pueda ayudar a aumentar gradualmente la tolerancia del paciente al movimiento energético. Los motivos del paciente para venir a la terapia deben ser también cuidadosamente evaluados para determinar que tan realistas son los deseos de estar bien.

Ya que el rasgo principal del carácter se convierte en la resistencia principal, el terapeuta debe llegar a un entendimiento del hilo rojo en la estructura del paciente lo más pronto posible.

A veces el paciente puede quejarse de que la terapia no progresa con suficiente rapidez. A pesar de que esta crítica puede ser legítima en algunos casos, el terapeuta no de be tomar esta afirmación categóricamente al pie de la letra, ya que a menudo es una resistencia contra la percepción de una emoción subyacente que amenaza con salir a la superficie. En los casos bien manejados, la terapia avanza tan rápidamente como el paciente puede gestionar bioenergéticamente. Hay caos raros en los cuales la terapia se desarrolla excepcionalmente rápida. Estos pacientes se sienten abrumados y expresan el deseo de que la terapia en realidad debería progresar más lentamente.


( Continúa ...)



jueves, 8 de mayo de 2025

EL DESIERTO EMOCIONAL- MI PROPUESTA PARA UNA PSICOLOGIA CLIMÁTICA- DR. CARLES FRIGOLA

 


Saludos, en este entrada encontrareis el enlace para poder acceder al artículo:El desert emocional. La meva proposta per a una Psicologia Climàtica  publicado por el Dr. Carles Frigola en la Revista de la Asociación Catalana de Psicoterapia Psicoanalítica  ACPP.

El artículo está editado en catalán y en castellano.

Enlace:

https://www.psicoterapeuta.org/wp-content/uploads/2025/03/Revista-2024.pdf


Revista Digital de Psicoteràpia Psicoanalítica - ACPP 2024. Núm. 12 |72  


Aquí tenéis la introducción

El desert emocional. La meva proposta per a una Psicologia Climàtica 

CARLES FRIGOLA SERRA


 Resum La vida emocional humana està situada dins dels límits de la naturalesa, es pot investigar i com la resta de la naturalesa obeeix a lleis funcionals. El pensament funcional consisteix en la interacció de dos fenòmens oposats que interactuen entre si mitjançant un Principi Comú Funcional (PCF). Hi ha una relació entre el desert geogràfic i el desert emocional de la nostra civilització. S'argumenta la necessitat d'una Psicologia Climàtica. Paraules clau: desert emocional, funcionalisme, principi comú funcional (PCF)


 Resumen La vida emocional humana está situada dentro de los límites de la naturaleza, se puede investigar y como el resto de la naturaleza, obedece a leyes funcionales. El pensamiento funcional consiste en la interacción de dos fenómenos opuestos que interactúan entre sí mediante un Principio Común Funcional (PCF). Existe una relación entre el desierto geográfico y el desierto emocional de nuestra civilización. Se argumenta la necesidad de una Psicología Climática. Palabras clave: desierto emocional, funcionalismo, principio común funcional (PCF)


 Abstract Human emotional life is situated within the limits of nature, can be investigated and like the rest of nature, it obeys functional laws. Functional thinking consists of the interaction of two opposite phenomena that interact with each other through a Common Functional Principle (CFP). There is a relationship between the geographic desert and the emotional desert of our civilization. The need for a Climate Psychology is argued. Keywords: emotional desert, functionalism, common functional principle (CFP) ra 1 Psiquiatre. Psicoanalista. Dip. Tavistok Clinic. Dip. Institute of Group Analysis. Londres. American College of Orgonomy. D.O. The Wilhelm Reich Infant Trust. President ACOR Associació Catalana d’Orgonomia) Contacte: cfrigola@comg.cat    


1 Psiquiatre. Psicoanalista. Dip. Tavistok Clinic. Dip. Institute of Group Analysis. Londres. American College of Orgonomy. D.O. The Wilhelm Reich Infant Trust. President ACOR Associació Catalana d’Orgonomia) Contacte: cfrigola@comg.cat  

lunes, 5 de mayo de 2025

La Impulsividad y su relación bioenergética con el TDAH ( continuación-IV)

 Os compartimos la continuación de la traducción del artículo del Dr. Peter A. Crist, sobre el caso de J, un paciente de 6 años de edad, la traducción del artículo  ha sido realizada por nuestro compañero Roger Falcó. Con esta entrada queda completado el artículo.

             


( Continuación y final)

Nature vs Nurture (Se nace o se hace)

Hace ya mucho tiempo que se conoce que las lesiones primarias del cerebro causadas por traumas, infecciones, etc, dan como resultado reacciones emocionales y conductuales secundarias. Ya en la década de los 1870 se observó que las lesiones del lóbulo frontal del cerebro estaban asociadas con problemas en el control de los impulsos. En los años 1930, Kahn y Cohen observaron la hiperactividad con las lesiones en el tronco encefálico y propusieron el concepto “organic driveness” (25). Estas observaciones llevaron a la conclusión de que los problemas en el control de los impulsos estaban causados únicamente por lesiones cerebrales. Desde entonces los teóricos han discutido sobre si la constelación de síntomas, hoy en día con el nombre de TDAH, tiene un origen neurológico o psicológico. La larga lista de nombres para este trastorno refleja la numerosas y cambiantes teorías sobre su etiología.

Cuando no se podían demostrar lesiones cerebrales importantes, estos problemas eran atribuidos al “daño cerebral mínimo”, es decir, daños que no podían ser detectados. Cuando se desarrollaron medios más sofisticados para evaluar la patología cerebral, y aun así no se podía encontrar ninguna lesión, el término de “disfunción cerebral mínima” era usado para dar cuenta de una alteración en la función sin la evidencia de cambios estructurales en el cerebro.

La segunda edición del Diagnostic and Statistical Manual (DSM-II) de orientación psicoanalítica, usaba el término “reacción hipercinética de la infancia”. En su intento de ser puramente descriptivo y fenomenológico (más que atribuir su causa a factores psicológicos o fisiológicos), los autores de esta sección del DSM-III escogieron el término diagnóstico “Trastorno de déficit de atención” (TDA). El término más actual, empleado en el DSM-IV, es “Trastorno por déficit de atención/hiperactividad” (TDAH).

La investigación mecanicista busca una base anatómica o fisiológica para el trastorno y considera los cambios estructurales o fisiológicos observados como su causa, atribuyendo estos a defectos de nacimiento (“genéticos”) aún por descubrir o bien desarrollados desde el nacimiento. El enfoque orgonómico funcional (energético) es bastante diferente. Considera la impulsividad caracterológica un trastorno de la pulsación biológica (una biopatía) que se manifiesta primariamente en el reino emocional, pero que tiene también cambios físicos concomitantes. Estos cambios fisiológicos y/o estructurales resultan de una perturbación de la energía subyacente (un efecto de la armadura) que precede y causa su desarrollo en el individuo14. Un descubrimiento reciente en aquellas personas diagnosticadas con TDAH, es por ejemplo, una disminución de la actividad metabólica en la corteza del lóbulo frontal, que ha podido ser demostrada mediante la tomografía de emisión de positrones (PET) (26). La corteza del lóbulo frontal es conocida por estar asociada con la inhibición de los impulsos y estos hallazgos de alteraciones en neurofisiología, sin cambios estructurales demostrables, sugieren esta área del cerebro como el primer lugar de la armadura en este trastorno15. La gran sutileza y variabilidad de los descubrimientos fisiológicos asociados con el diagnóstico del TDAH son más consistentes con un proceso emocional/energético primario que con un trastorno fisiológico primario. Otros descubrimientos fisiológicos, como signos de exceso de tono vagal (parasimpático) encontrados en estudios de variabilidad de frecuencia cardíaca (27), así como estudios que indican resistencia a la hormona tiroidea (una hormona del sistema nervioso simpático) (28), apoyan directamente el postulado de un predominio parasimpático del sistema nervioso autónomo en estos casos.

La aproximación mecanicista crea confusión cuando no logra diferenciar adecuadamente la naturaleza física innata y el desarrollo psicológico del individuo. Trabajos publicados en revistas informan de pacientes con TDAH afirmando que tienen un elevado nivel de energía. Los individuos que nacen con un alto nivel de energía tienen más predisposición al desarrollo de problemas en una sociedad acorazada debido a la dificultad en encontrar salidas aceptables para su energía. Incapaces de frenar totalmente los impulsos naturales de los niños y las niñas, los intentos parcialmente exitosos de los padres no hacen más que incrementar la impulsividad en sus hijos.

Como prueba que el trastorno es de origen biológico y por lo tanto está presente desde el nacimiento, se citan estudios con gemelos idénticos que demuestran la importancia de los factores genéticos junto a otras investigaciones que revelaran un patrón familiar en el TDAH. De hecho, es igualmente probable que las cualidades particulares presentes desde el nacimiento estén asociadas con una mayor probabilidad de desarrollar patologías emocionales particulares. J, por ejemplo, era excitable y rápido en su expresión y actuación ya desde el nacimiento. Alguien con estas cualidades las usaría defensivamente y tendría mayor predisposición a volverse impulsivo que otro que no las tuviera.

14. La comprensión orgonómica también incluye la observación, ampliamente aceptada, de que las lesiones primarias en el cerebro tienen efectos secundarios en la conducta del sujeto.

15. Estos hallazgos también sugieren de forma intrigante una relación antitética entre la actividad cortical frontal y la expansión emocional. Sabemos que la actividad en la corteza cerebral está asociada con la actividad intelectual y que existe una relación antitética entre esta y la expansión sexual placentera.


La base bioenergética subyacente en el TDAH

Un año y medio de terapia médica orgonómica había permitido a J calmarse de forma tan visible que una persona de administración de la escuela pensó que había sido medicado con Ritalin. El Ritalin (metilfenidato), al igual que otros fármacos utilizados para tratar el TDAH, es un estimulante del sistema nervioso central. Al ser estimulante, su efecto calmante en el trastorno se considera paradójico. Uno esperaría, por “lógica”, que un agente de este tipo causara mayor excitabilidad. Este tipo de agentes, entre los cuales se incluyen las anfetaminas y la cafeína, tienen también efectos positivos en otros síntomas asociados con el TDAH. Producen el mismo efecto que la activación del sistema nervioso simpático y por lo tanto son denominados simpaticomiméticos. Con esto en mente, ahora podemos formular una hipótesis orgonómica (energética) sobre el verdadero mecanismo que subyace al TDAH y que explicaría porque los síntomas del trastorno son (paradójicamente) aliviados con estimulantes del sistema nervioso central. El TDAH tiene en su raíz una sobreestimulación del sistema nervioso parasimpático. En estos individuos los sistemas nerviosos simpático/parasimpático no están en un equilibrio recíproco -como lo están en un estado de salud-. Fármacos de la familia de las anfetaminas compensan la sobreexcitación parasimpática y producen un cierto grado de estabilización induciendo una contracción energética. Tales fármacos mejoran aspectos de tipo mecanicista de la perturbación de la atención (como lo sería completar tests) (30). Los estudios de seguimiento de tratamiento con fármacos no muestran evidencia consistente de que la medicación mejore el aprendizaje o tenga un efecto demostrable a largo plazo en las reacciones del carácter impulsivo (31).

Las modalidades de modificación de conducta constituyen otra forma de terapia tradicional para el TDAH. Uno podría esperar que este enfoque, cuyo propósito es lograr desaprender las conductas desadaptativas, produjese algún tipo de efecto en contener los impulsos neuróticos secundarios. Sin embargo, las técnicas de modificación de conducta son mecanicistas y no están diseñadas para ayudar a los individuos a entrar el contacto con sus emociones reprimidas inconscientes o proporcionarles una forma de expresión para ellas. La aproximación conductual no puede incidir en la raíz causante del trastorno más de lo que lo puede hacer la medicación. La terapia médica orgonómica no obstante, hace precisamente esto porque adopta una aproximación que integra el abanico completo de manifestaciones de la perturbación energética del paciente.


El problema social

Tratar con niños inatentos, inquietos e impulsivos significa mucho más que controlar sus síntomas con fármacos y modificación de conducta. La mayoría de las personas, instintivamente, trata de que estos niños dejen de comportarse impulsivamente, al menos al inicio. Lo que no saben, pero que pronto descubren, es que esto por sí solo no es efectivo. Lo necesario es detener la impulsividad y ayudar al niño o niña a afrontar su ansiedad. Si bien esto es una tarea desalentadora, especialmente para aquellos con poca paciencia o que ya la han agotado, la importancia de la participación y atención de los padres a sus hijos no puede ser sobreestimada (32).

Para poder ayudar a estos niños y niñas de la forma más eficaz, debemos entender el contexto social amplio y ver como este ayuda e incita a la impulsividad16. Nuestra sociedad moderna recompensa la acción y la gratificación instantánea –la emoción rápida-. Un sinfín de opciones excitan y distraen, pero carecen de atención emocional sostenida y conexión. Nuestra cultura también fracasa a la hora de hacer a los individuos responsables de sus actos.

En este sentido, Breggin señaló que el diagnóstico de TDAH, tal como se utiliza actualmente junto con el tratamiento farmacológico, tiene importantes consecuencias negativas (33). El hecho de decir a un niño que tiene una determinada condición neurológica, como sucede con el TDAH, que necesita medicación, sirve para librarlo a él y a sus padres de responsabilidad por su comportamiento y socava el requisito principal para el cambio genuino y duradero. Los padres deben asumir la responsabilidad de gestionar razonablemente el comportamiento de sus hijos, y los niños y las niñas tienen que ser ayudados a asumir responsabilidades estableciendo contacto emocional con sus acciones.


Conclusión

No existen atajos o pastillas para curar las perturbaciones profundas en la estructura emocional de los niños impulsivos. La terapia médica orgonómica ha aportado algunos éxitos con este y otros pacientes, pero no es la panacea. Se ha ayudado a J a vivir más con sus emociones profundas. Como él capeará el temporal de la adolescencia, sin embargo, pondrá a prueba en qué grado se ha conseguido. Los niños y las niñas impulsivos son un gran desafío y requieren un tremendo compromiso y esfuerzo por parte de la familia, profesores y terapeutas. Aunque la terapia médica orgonómica de individuos y familias puede reducir la impulsividad y evitar el trastorno crónico del carácter observado en la vida adulta, la mayor esperanza reside en prevenir el desarrollo del trastorno a medida que los niños maduran desde la infancia hasta la adolescencia.

16. Nota del editor: La creciente prevalencia del comportamiento impulsivo entre niños y adolescentes es una de las consecuencias sociales destructivas de la descomposición de la estructura familiar autoritaria durante las últimas décadas. Los procesos sociales que subyacen a este incremento de la impulsividad en nuestra sociedad serán examinadas en profundidad en números posteriores de la revista Journal Of Orgonomy.


Referencias

  1. Arnold, L. E. y Jensen, P. S. “Attention-Deficit Disorders,” Comprehensive Textbook of Psychiatry (eds. Kaplan, H. I. y Sadock, B. J.) 6a Edición. Baltimore, MD. Williams y Wilkins, 1995, 2295.

  2. Goldman, E. L. “Massive Trial to Study ADHD Management,” Clinical Psychiatry News, Octubre, 1995, 5.

  1. Blau, M. “A.D.D. the Scariest Letters in the Alphabet,” New York Magazine, 26(49): 44-51, 13 de Diciembre, 1993.

  2. Wallis, C. “Attention Deficit Disorder: Life in Overdrive,” Time, 144(3): 43-50, 18 de Julio, 1994.

  3. Leavy, J. “Mother’s Little Helper, with Ritalin the Son Also Rises,” Newsweek, 18 de Marzo, 1996, 50-56.

  1. Reich, W. The Impulsive Character and Other Writings, (traducción de Koopman, B. G.). New York: New American Library, 1974. También publicado en cinco partes en Journal of Orgonomy, 4:4-18, 149-166, 1970; 5:5-20, 124-143, 1971; 6:4-15, 1972.

  2. Crist, P. A., “The Biosocial Basis of Family and Couples Therapy,” Journal of Orgonomy, 27:166-189, 1993.

  3. Reich, W. Children of the Future. New York: Farrar, Straus and Giroux, 1983, 66.

  4. Reich, W. The Impulsive Character and other Writings (traducción de Koopman, B. G.) Op. Cit.

  5. Konia, C. “Orgone Therapy of an Impulsive Character,” Journal of Orgonomy, 3:83-91, 1969.

  6. Heimbach, S. “An Impulsive Character: Problems of Diagnosis and Treatment,” Journal of Orgonomy, 19:26-41, 1985.

  7. Crist, P. A. “A “Problem” Child,” Journal of Orgonomy, 18:188-201, 1984.

  8. Reich, W. The Impulsive Character and other Writings (traducción de Koopman, B. G.) Op. Cit.

  9. Reich, W. Function of the Orgasm (traducción de Wolfe, T. P.). New York: Farrar, Straus and Giroux, 1961, 119.

  10. Ibid.

  11. Baker, E. F. Man in the Trap. New York: The Macmillan Company, 1967.

    1. Reich, W. “The Basic Antithesis of Vegetative Life,” (Parte I), Journal of Orgonomy, 1:4-22, 1967.

    2. Reich, W. “The Basic Antithesis of Vegetative Life,” (Parte II), Journal of Orgonomy, 2:5-23, 1968.

    3. Reich, W. Function of the Orgasm (traducción de Wolfe, T. P.). Op. Cit., 255-265.

  12. Reich, W. Cancer Biopathy (traducción de Wolfe, T. P.). New York: Orgone Institute Press, 1948, 129.

  13. Reich, W. Character Analysis. New York: Noonday Press, 1949, 441-442.

  14. Meyerowitz, J. Before the Beginning of Time. Easton, PA: rRp publishers, 43, 45-47.

  15. Crist, P. A. “A “Problem” Child,” Op. Cit., 199.

  16. Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, 4a edición. Wahington, DC: American Psychiatric Association, 1994.

  17. Barkley, R. Taking Charge of ADHD: The Complete Authoritative Guide for Parents. New York: The Guilford Press, 1995, 43-54.

  18. Braughman, F. A. “Fundamentally Flawed” (carta), Clinical Psychiatry News, Enero, 1996, 8.

  19. Arnold, L. E. y Jensen, P. S. “Attention-Deficit Disorders,” Comprehensive Textbook of Psychiatry. Op. Cit. 2304.

    1. Konia, C. “The Perceptual Function in Armoring (Part I: General Survey),” Journal of Orgonomy, 18:226-237, 1984.

    2. Konia, C. “The Perceptual Function in Armoring (Part II: General Survey),” Journal of Orgonomy, 19:122-139, 1985.

  20. Kahn, E. y Cohen, L. H. “Organic Driveness: A Brain Stem Syndrome and an Experience,” New England Journal of Medicine, 210:748-756, 1934.

  21. Arnold, L. E. and Jensen, P. S. “Attetion-Deficit Disorders,” Comprehensive Textbook of Psychiatry. Op. Cit., 2298.

  22. Ibid., 2300.

  23. Ibid., 2298.

  24. Ibid., 2298.

  25. Ibid., 2304.

  26. Ibid., 2304.

  27. Breggin, P. R. “Q: Are behavior-modifying drugs overprescribed for America’s schoolchildren? (Simposio) Yes: Drugging our children won’t cure the problems in schools,” Insight on the News, 11:18-21, August 14, 1995.

  28. Ibid.





jueves, 24 de abril de 2025

La Impulsividad y su relación bioenergética con el TDAH ( continuación-I I I)

 

Os compartimos la continuación de la traducción del artículo del Dr. Peter A. Crist, sobre el caso de J, un paciente de 6 años de edad, la traducción del artículo  ha sido realizada por nuestro compañero Roger Falcó.

                   


Continuación . . .

Discusión teórica

Impulsividad


Hace más de 70 años, el estudio de referencia de Reich sobre la impulsividad, reveló que no era un mero problema moral de “mal carácter”, sino más bien una defensa emocional accesible desde el análisis del carácter.5 La discusión posterior en la literatura orgonómica ha abordado caracterológica, biofísica y terapéuticamente el tratamiento del carácter impulsivo.6 Además de estos aspectos, el caso de J nos permite centrarnos en algunos asuntos teóricos y bioenergéticos y sugerir algunas relaciones que estos podrían tener con el diagnóstico del TDAH.

Reich identificó el carácter impulsivo y el impulsivo-inhibido como dos tipos distintos (11). La Figura 1 muestra el diagrama general de pulsión y defensa de Reich (12).



Figura 1

5. Fue, de hecho, el trabajo de Reich con los caracteres impulsivos lo que llevó al desarrollo del análisis del carácter (7).

6. Konia (8) y Heimsbach (9), han publicado trabajos sobre el tratamiento de carácter impulsivo en adultos. Crist ha publicado el tratamiento de la impulsividad en un niño, que probablemente era un carácter impulsivo en la infancia (10).

Reich ilustró esto con un ejemplo de impulsos específicos (Figura 2).

 


Figura 2

Este ejemplo representa el típico carácter impulsivo-inhibido o “neurótico compulsivo”. En este tipo, una importante cantidad de energía está atrapada en la defensa inconsciente (número 2 de la Figura 1).

Por el contrario, el carácter impulsivo hace uso de una descarga conductual (número 1 en la Figura 1), como defensa contra un impulso aún más profundo (Figura 3).



Figura 3

Aquí la energía de la defensa se encuentra más en la expresión secundaria (número 1 en la Figura 1) que en la fuerza inhibidora. En este tipo, la conducta externa suele ser típicamente una acción o una actitud agresiva (como la arrogancia), en lugar de la inhibición o una actitud temerosa (como unos buenos modales exagerados) observada en el tipo impulsivo-inhibido.

Las dinámicas emocionales de J son como las presentadas en la Figura 3 y pueden ser representadas de forma más específica (Figura 4).



Figura 4

Debido a que los impulsos se expresan continuamente con descargas parciales de energía, hay una cantidad menor de la pulsión reprimida original (número 3 en la Figura 1) ligada a este tipo de carácter. En el tipo inhibido, por ejemplo, uno a menudo siente la presencia de impulsos de amor, si bien reprimidos e inexpresados, pero J parecía muy poco cariñoso hasta que se redujeron sus expresiones neuróticas.

Muchos tipos de carácter presentan impulsividad, si bien no es el mecanismo central como sucede en el carácter impulsivo. Cada bloqueo insatisfecho (independientemente del estadio en el que ocurrió) tiene una dinámica similar a la Figura 3 y una tendencia hacia la impulsividad.7

7. Baker identificó dos tipos principales de bloqueos emocionales, reprimido e insatisfecho, en los cuales tanto la tendencia a la inhibición como a la impulsividad esta confinada a un estadio específico del desarrollo psicosexual. (14)

Pulsación biológica

El concepto orgonómico de pulsación y su relación con el sistema nervioso autónomo (SNA) sirve de fundamento para la comprensión de los procesos emocionales en las funciones biológicas.8 Una biopatía puede manifestarse como una tendencia a permanecer atascado ya sea en la contracción o en la expansión.9

Las tablas 1 y 2 recopilan y organizan elementos de esta antítesis básica en los estados natural y biopático respectivamente. Estos conceptos sirven para definir mejor la base bioenergética de los problemas emocionales de J y situarlos adecuadamente dentro del espectro de las biopatías.

Pulsación natural

Fase de pulsación

Expansión

Contracción

Emoción primaria asociada

Placer

Ansiedad

Rama predominante del SNA

Parasimpático

Simpático

Tabla 1

8. Reich postuló la “antítesis básica de la vida vegetativa” e identificó que el placer y la expansión están asociados con la rama parasimpática del sistema nervioso autónomo y que la ansiedad y la contracción lo están con la rama simpática (15).

9. “Biopatía”, un término acuñado por Reich, denota aquellos procesos de enfermedad caracterizados por una perturbación primaria de la función biológica de la energía de pulsación plasmática en todo el organismo (16).

Perturbación biopática de la pulsación

Estado biopático

Atascado en expansión

Atascado en contracción

Intolerancia de

Contracción

Expansión

Emociones típicas

Rabia, irritabilidad

Miedo, ansiedad, depresión

Forma de relación

Contacto superficial

Inhibido

Tipo de carácter

Impulsivo

Impulsivo-inhibido

Tipo de bloqueo

Insatisfecho

Reprimido

Tabla 2

El cuadro clínico de J es consistente con la biopatía expansiva impulsiva. La reactividad biopática expansiva es cualitativamente diferente de la expansión natural sin armadura. Debido a que la armadura impide la expansión completa, no se esperaría ver la expresión de emociones genuinas de amor y placer. En el comportamiento de J, vemos expresiones no genuinas de amor utilizadas para la manipulación de los demás. A menudo mostraba ira e irritación, expresiones expansivas que al ser bloqueadas parcialmente por la armadura se vuelven duras. Como se podría pronosticar por la estructura de J, le costaba mucho más tolerar las emociones asociadas con la contracción: la ansiedad, el miedo y la tristeza.

Percepción y excitación

La comprensión orgonómica de la relación entre percepción y excitación también es útil en la comprensión de los individuos impulsivos. Reich identificó el flujo orgonótico como principio común funcional de la percepción y la excitación, un par funcional como se expresa en la Figura 5 (17).



Figura 5

El contacto y la expresión emocional sanos tienen lugar cuando el movimiento de la energía no está impedido, con completa integración de la percepción y la excitación. Ha sido señalado por Harman que “Déficit de atención” y “hiperactividad” serían términos meramente descriptivos para referirse a las perturbaciones en el par funcional representado en la Figura 510. “Déficit de atención” implica un bloqueo de la percepción completa. “Hiperactividad” tiene su fuente en la excitación física. Si el movimiento de energía fluye relativamente libremente, pero se le impide la expresión emocional unitaria a causa de una perturbación de la percepción, será entonces transformado en excitación física11. (Ver la Figura 6). Cuando el movimiento de energía en J se perturbaba, él descargaba su tensión somáticamente, pero ignoraba lo que estaba sintiendo.



Figura 6

El hecho de evitar su descarga física sirvió para ponerlo más en contacto con sus emociones.

10. Harman, R.A. En una comunicación personal.

11. Las observaciones clínicas apoyan la idea que percepción y excitación son funciones heterogéneas que pueden transformarse una a la otra. Ver la explicación de Meyerowitz’s de las funciones heterogéneas y sus operaciones (18).

Por el contrario, con la disminución del flujo orgonómico, tanto la percepción como la excitación, se reducen y el individuo se adormece emocionalmente (Ver Figura 7).



Figura 7

Los niños y las niñas que sufren una contracción crónica y están inhibidos o retraídos, tienen mucha menos probabilidad de ser identificados como “difíciles” que aquellos que tienen un comportamiento impulsivo (19). Muchos de los síntomas más evidentes observados en la infancia, van desapareciendo gradualmente con el paso del tiempo debido a la reducción del movimiento de energía causado por un mayor desarrollo de la armadura y de la formación del carácter.

La relación del TDAH con la impulsividad

La mayoría de los psiquiatras hubiese diagnosticado a J de TDAH. Ciertamente, sus síntomas de distracciones, impulsividad e hiperactividad cumplen los criterios para este diagnóstico (20). Sin una comprensión de la base energética de estos síntomas, su indicación de tratamiento generalmente hubiera incluido medicación, como el Ritalin, y/o terapia conductual.

La investigación sobre el TDAH y el debate sobre tratamientos eficaces, continua. Barkley, un destacado autor e investigador en este campo ha propuesto una “nueva teoría”, en la que trata de unificar las múltiples manifestaciones del TDAH bajo un solo mecanismo psicológico. El autor considera el TDAH un “déficit fundamental en la capacidad de inhibir la conducta” (21). Esto no es, en realidad, más que un nuevo nombre para la impulsividad.

La falta de especificidad de los síntomas incluidos en los criterios del TDAH ha llevado a algunos profesionales a cuestionar su legitimidad como diagnóstico médico o psiquiátrico (22). Los estudios de seguimiento a largo plazo de los pacientes que cumplen los criterios para el diagnóstico de TDAH, revelan que la sintomatología impulsiva continúa en la edad adulta (23). Mientras que la impulsividad es el común denominador en la patología de carácter de J, no todos los niños con un comportamiento impulsivo desarrollan un carácter impulsivo12. La designación de TDAH carece de especificidad precisamente porque los déficits de atención con o sin impulsividad pueden manifestarse en múltiples tipos de carácter diferentes13, de la misma manera que sucede con la impulsividad. Parece ser, no obstante, que un número significativo de estos niños y niñas diagnosticados con TDAH van a desarrollar caracteres impulsivos.

12. Varios niños y adolescentes que cumplían los criterios diagnósticos del TDAH y fueron tratados con terapia medica orgonómica no fueron caracteres impulsivos. Sus diagnósticos de carácter individuales incluyeron el tipo fálico, pasivo femenino y esquizofrénico paranoide. Todos ellos eran, sin embargo, significativamente impulsivos en su conducta.

13. “Déficit de atención” es un término no específico para los problemas perceptuales que van desde sutiles distorsiones perceptivas asociadas con cualquiera de los tipos de carácter (24), hasta perturbaciones severas con una marcada armadura ocular, como lo son las observados en la esquizofrenia.

( continúa...




viernes, 11 de abril de 2025

La Impulsividad y su relación bioenergética con el TDAH ( continuación-I I )

 Os compartimos la continuación de la traducción del artículo del Dr. Peter A. Crist, sobre el caso de J, un paciente de 6 años de edad, la traducción del artículo  ha sido realizada por nuestro compañero Roger Falcó.

                                              


                                             

 Continuación . . .

Curso de la terapia individual (continuación)

En el quinto año de terapia de J, con una edad de 11 años, en ocasiones todavía actuaba de forma rebelde hacia las figuras de autoridad. Su desconfianza y desprecio hacia mí como figura de autoridad se volvió incluso más acentuada. Le dije que me estaba tratando de forma irrespectuosa y que pensaba que siendo irrespectuoso se causaba muchos problemas. J respondió “Bueno, a mis padres los trato con respeto”. Cuando le pregunté cómo era respondió “Si no lo hiciera me castigarían”. Esto dejó claro que esperaba ser disciplinado por sus padres, pero permanecía sin ser consciente de la cualidad de conducta.

Se volvió cada vez más desafiante conmigo mientras simultáneamente actuaba de forma más responsable en casa y en la escuela. Por unas cuantas semanas permaneció cerca de mis expectativas sobre restar tumbado en el diván y señalé sus intentos de escabullirse. Estaba más inquieto y no dejaba de moverse constantemente. Sus resistencias adquirieron un carácter cada vez más emocional y, de hecho, decía “No me quedaré quieto” en lugar de “No podré quedarme quieto”. A partir de inmovilizarlo físicamente en este punto de la terapia, una resistencia más profunda salió a la superficie. Mientras lo sujetaba tanto como era posible, en cada oportunidad que tenía continuaba haciendo furtivamente algún movimiento con una expresión desafiante en la cara. Le dije que fuera directo y simplemente dijera “No”. Ahora rechazaba incluso hacer esto. Me miró con su habitual mirada astuta y cerró los ojos. Le dije “Venga, se directo con tus sentimientos. Di “De ninguna manera, no lo haré”, porque esto es lo que dicen tus acciones. Giró la cabeza de forma desafiante sin decir una palabra. Me las apañé para sujetar sus brazos con una mano y agarré su barbilla moviendo su cabeza adelante y atrás en una expresión de “No” mientras le decía “Eso es; ¡Sigue y deja salir el No!”. Pareció nervioso, desequilibrado y un poco ansioso al no poder controlar la situación. Estas expresiones cambiaron rápidamente hacia una actitud más desafiante. Continué sacudiendo su cabeza y mientras más se resistía, más persistía. Se sonrojó y me miró furioso. Lo animé diciéndole “Vamos. Déjalo salir de tus ojos y tu boca. Di lo que me quieres decir.” Continuó enfadado conmigo con mayor intensidad que nunca, y me brindó algunas miradas asesinas. Cuando terminó la sesión, se fue hirviendo de rabia.

A los pocos días la madre preguntó “¿Qué hiciste con J? Durante un día y medio después de la sesión estuvo diciéndome a mí y a su padre cómo estaba de enfadado contigo y que te había dicho como te odiaba. Estaba diferente sobre esto como nunca. No sólo decía que no volvería. Era explícito con su enfado y en cómo te regañó. Era tan claro al respecto que me preguntaba lo que pasó realmente”. Le dije a la madre, “Sí, estaba enfadado conmigo, pero no dijo una palabra. Creo que lo que te ha dicho es en parte su fanfarronada sobre lo valiente que es conmigo”. La madre también refirió que durante los días siguientes a la sesión, podía sentarse más concentrado que nunca y hacer los deberes de la escuela sin las tácticas dilatorias habituales y sin enfrentarse con ella.

La semana siguiente entró rápidamente a la sala de terapia cuando lo llamé. Se tumbó y espontáneamente empezó a hablarme abiertamente, de un ser humano a otro. “Han pasado muchas cosas esta semana”. Yo respondí “¿Cosas?”. “Mi padrino murió, pero yo no sabía que era mi padrino porque no recuerdo haberlo visto nunca. Era un buen amigo de mis padres. Mi madre ha estado mal, llorando todo el rato, con los ojos rojos y esas cosas. Yo no he llorado. No he sentido nada. No lo conocía. Me sentí mucho más triste cuando murieron mi pez y mi perro. ¿Es raro?” Le dije, “No, claro que no. Los conocías y significaban algo para ti.” Hasta este momento no había reconocido tristeza en él mismo o en otros. Más tarde, su madre refirió que se había portado bien durante toda la semana. Añadió “Aunque me ha vuelto loca, retrasando un importante trabajo de la escuela hasta el último momento. Tengo que admitir que realmente se ha esforzado trabajando horas y horas los dos días antes de la entrega, aunque la noche pasada salimos con su padre y se quedó con la canguro.”

A la sesión siguiente, su actitud desafiante hacia mi volvió con mucha fuerza. Otra vez requerí hacer uso la sujeción física para que permaneciera recostado. Cuando insistía, se ponía furioso de nuevo, pero esta vez casi lloró al final de la sesión y salió caminando visiblemente conmovido. Salió silenciosamente y se sentó en un rincón de la sala de espera. Más tarde la madre refirió que le había dejado sentarse tranquilamente durante un rato y luego él solo se acercó hacia ella y con lágrimas en los ojos le pidió un abrazo. Le dijo que le había hecho daño cogiéndolo por la boca dónde tenía la ortodoncia. La madre me dijo que raramente acudía a ella buscando cariño. Le dije que estaba claramente molesto por lo que había sucedido conmigo, pero que evidentemente encontró mucho más fácil quejarse por haber sido herido físicamente que emocionalmente. De hecho, no había aplicado presión en sus dientes y había sujetado su mandíbula con menos presión que dos semanas antes. Este hecho era muy importante poque lo dejaba ser emocionalmente vulnerable pidiendo cariño.

A la siguiente sesión entró, se tumbó y empezó la conversación. Dijo con bastante entusiasmo y orgullo que pensaba que sacaría un excelente en las notas por primera vez. Le dije que tenía muchas ganas de verlo y que debía sentirse bien consigo mismo. Respondió de forma bastante genuina “Sí, hace algunas semanas que lo estoy haciendo mucho mejor en la escuela. También me he portado bien en casa. Creo que he pasado página. Incluso mi padre lo cree.” Entonces, me habló de sus decepciones con sus padres por primera vez. “Ellos no cumplen sus promesas. Mi padre promete cosas rápidamente y después cambia de opinión. Mi madre no cumple sus promesas, no porque cambie de opinión, sino porque se distrae tanto que no recuerda lo que ha dicho. (Ambas observaciones eran bastante acuradas).

Su madre ahora refería que era “como un niño nuevo”. En varias ocasiones había acudido a ella en busca de abrazos solo para tener contacto físico. Con las tareas de la escuela también estaba concentrado. Le habían prometido que podría jugar en el programa de deportes si hacía los deberes de la escuela. Cuando no lo consiguió la semana anterior y se le dijo que no podría jugar, respondió con recelo “¿No me vais a dejar sin jugar, no?”. La madre decía que le era difícil cumplir el trato porque J estaba muy molesto. Su respuesta, sin embargo, era muy diferente de otras veces que no había podido salirse con la suya. No hubo arrebatos de ira y no se puso taimado. En cambio, J le dijo a su madre lo mucho que deseaba jugar. Ella dijo que era la primera vez que lo veía mostrar, emocionalmente, que algo le importaba mucho. Después estuvo muy ocupado y se aseguró de hacer los deberes de la escuela para poder jugar la semana siguiente.

El tema central y el proceso de la terapia de J se desarrollaron de la siguiente manera. Cuando se detenían sus acciones defensivas, las emociones se agitaban espontáneamente. Entonces atacaría o asumiría una actitud desafiante de tipo duro para evitar estos sentimientos. Cuando pudo experimentar sus emociones (fuera deseo, ira, ansiedad o tristeza) y expresarlas directamente, se calmó y pudo centrarse en los deberes o en lo que necesitaba hacer para tener lo que quería. El efecto más duradero se produjo cuando toleró la ansiedad y la tristeza, emociones asociadas con la contracción energética. Entonces podía sentirse genuinamente bien consigo mismo y asumir la responsabilidad de aquello que le importaba. Esto también significaba que podría percibir y expresarse a los demás más adecuadamente (como hizo con sus padres).

Discusión del caso

Conductas de J como gritar, arrebatos de ira, pegar a su hermana, mentir y robar representaban un mecanismo de defensa profundamente arraigado para evitar el desarrollo de cualquier tensión emocional. Cuando fue llevado a terapia por primera vez, su comportamiento impulsivo era el problema que le causaba la mayoría de los conflictos en casa y en la escuela. También se trataba del mecanismo central de su carácter que tenía que ser abordado en el curso de la terapia. El objetivo terapéutico era llevarlo a estar en contacto con las emociones subyacentes con el fin de evitar que se comportara de forma neurótica. Tenía defensas de carácter fálico narcisista (como comportarse como una persona importante e intentar controlar a todo el mundo, incluidos los profesores, los padres y yo), pero esto era más un determinante de la cualidad de su comportamiento impulsivo que un rasgo representativo de su estructura de carácter. Es bastante probable que su defensa central de impulsividad defina su estructura de carácter como impulsivo, pero, siendo aún un niño y no habiendo superado la pubertad, todavía no podemos estar seguros en como esto se manifestará finalmente en su personalidad.

Parece que el carácter de J evolucionó a partir de cualidades que eran innatas. Su madre relata que J era muy exigente, insistente, brillante y emocionalmente cambiante desde el nacimiento. Estas cualidades naturales básicas se manifestaron de forma distorsionada, exagerada y patológica en su impulsividad, agresividad, aguda astucia y comportamiento de timador. J nació con una alta carga energética y era por naturaleza risueñamente reactivo a los estímulos internos y externos. Estas reacciones se volvieron en defensas automáticas contra la ansiedad y fueron reforzadas aún más por la incapacidad de los padres de lidiar con sus intensas respuestas emocionales. Es importante señalar que J no tuvo una crianza dramáticamente caótica, que a menudo se asocia con el carácter impulsivo, pero la cantidad y tipo de disciplina que recibió fue evidentemente inadecuada a sus necesidades individuales.3

3. El carácter se desarrolla a partir de las experiencias del individuo que surgen de la interacción entre su naturaleza individual y el ambiente y no a partir de los acontecimientos históricos específicos que suceden.

Durante más de 40 años Reich escribió “…el alboroto y la hipermovilidad biopática son a menudo confundidas erróneamente por el comportamiento natural” (6). Con J, esta distinción fue más difícil de hacer que con otros niños porque su habilidad como actor lo convertía un excelente engañador. Discernir lo natural de lo biopático -expresión genuina del engaño- requiere la habilidad de conocer y sentir la diferencia. Para comprender y manejar niños como J, padres, maestros y terapeutas deben distinguir la expresión sana y natural de los impulsos primarios de la impulsividad patológica secundaria. La conducta típica de J tenía una cualidad irritante, molesta, comparada con la expresión clara y vivaz de los impulsos sanos. Ambos padres decían que no querían inhibir su energía y vivacidad natural. Lamentablemente, este encomiable deseo se convirtió en una racionalización de su fracaso para disciplinar su comportamiento neurótico. La gratificación de sus impulsos secundarios los reforzó e incrementó su tendencia a usarlos como expresión defensiva. Por otra parte, se animó a los padres de J a favorecer las salidas físicas racionales de su energía, que notaron que después de duros entrenos de futbol y beisbol estaba más calmado en casa.4

(Los profesores de J también notaban que el comportamiento de J en clase era mejor después de un espacio de ejercicio físico).

4. La estructura y disciplina de estos deportes de equipo también reforzó los cambios necesarios en su conducta.

 ( continúa )