Siguiendo con las estructuras de carácter, en esta nueva entrada correspondiente al artículo publicado por el Dr. Carles Frigola en el número 32 de la revista bimensual GiroSalut, encontrareis la información relacionada con el carácter socio-político
LA MEDICINA ORGONÓMICA
Las estructuras del Carácter
El carácter socio-politico
Dr. Carles Frigola
Las estructuras del carácter neurótico que hemos descrito en
los diferentes números de Girosalut (sanguíneos, coléricos, flemáticos y
melancólicos) han sido observadas desde el punto de vista del individuo. Son la
cristalización de la personalidad individual que está siendo moldeada desde el
nacimiento, a través de un ambiente familiar, social y educacional que la ha
estado influyendo. Las descripciones que voy a referirme a continuación, los
tipos de carácter socio-político, se refieren a lo opuesto: el intento
individual de controlar, dirigir y moldear la sociedad para que esta encaje con
sus propias necesidades irracionales inconscientes.
El carácter individual neurótico está aplastado por dos
fuerzas: por la sociedad (ambiente), además por una auto-mutilación. Por regla
general no inflige daño a los demás, a no ser que se trate de una personalidad desequilibrada,
impulsiva o delincuente. Lleva correctamente la propia neurosis a sus espaldas,
por así decirlo. En cambio el carácter socio-político (la persona pública, el
presidente de un club de fútbol o el político de profesión, etc.) también puede
enfermar de neurosis como cualquier individuo, pero contrariamente al neurótico
normal, este carácter proyecta los efectos de su enfermedad (individual) en el
ambiente social a fin de mediatizarlo, reglamentarlo o politizarlo. W. Reich
dejó claro en sus libros de qué manera el carácter socio-político enfermo ha
sido el causante de múltiples asesinatos en masa o de la destrucción de
naciones enteras.
Los profesionales de la política pueden expresa aspectos
positivos del carácter humano, tal como ha quedado historiado en el pasado y en
el presente en los grandes hombres de estado: los premios Nobel de la Paz, los
títulos nobiliarios y otras condecoraciones civiles otorgadas a los políticos
expresan estos aspectos. Pero, más a menudo, la actividad política es la
expresión de lo que es neurótico en el hombre: la búsqueda exclusiva del poder,
que según parece, tiene un trasfondo afrodisiaco. Lo que Deloire y Dubois
llaman Sexus Politicus. El lector puede preguntarse si toda actividad política
e, a priori, neurótica. La respuesta sería negativa. Existen grupos y personas
que se presentan a la política por razones no neuróticas; son aquellos
individuos que poseen dentro de si mismos preocupaciones sociales auténticas y
decentes.
Estas personas, grupos y asociaciones (cívicas, culturales,
educativas, ecológicas, juveniles, etc.) son capaces de mantener algún contacto
natural con el ser humano que los empuja hacia el servicio social a través del
aparato político.
Los caracteres socio-políticos pueden comprender cualquier tipo
de caracteres individuales (histéricos, fálico-narcisistas, paranoicos,
depresivos, obsesivos, esquizofrénicos, etc. que hemos descrito en Girosalut),
pero además, poseen ciertas condiciones específicas en su estructura. La
característica común es que sus síntomas neuróticos no son experimentados como
extraños al Yo, sino todo lo contrario son defendidos a capa y espada, tanto
mental como emocional. W. Reich dijo que los políticos no están acostumbrados a
que su estilo de vida esté sujeto a una evaluación clínica psiquiátrica. Los
políticos, como los corresponsales de guerra, son gente muy curtida y poco
partidaria de tumbarse en el diván psicoanalítico. El único que se tumbó en el
diván y pidió perdón fue el presidente Bill Clinton, después que lo pescaron in
fraganti con una becaria de la Casa Blanca.
Los caracteres socio-políticos: el carácter progresista o de
izquierdas.
De acuerdo con W. Reich, podríamos dividir a los hombres
públicos, grosso modo, en dos caracteres o actitudes legítimas hacia el mundo:
el progresista y el conservador. El carácter progresista tiende hacia el
intelectualismo, prefiere dar una explicación mecanicista a los fenómenos
naturales y sociales y posee una actitud colectiva ante la vida pública. El
carácter conservador, por otro lado, tiene una actitud emocional ante la vida,
prefiere dar una explicación mística o religiosa a los fenómenos naturales y
sociales y es muy selectivo en la vida pública en la forma de amiguismo.
El carácter progresista cuando deviene neurótico se defiende
contra cualquier escape de agresión natural. Entonces utiliza su intelecto como
un baluarte de defensa, desarrollando una ideología de falso humanitarismo para
protegerse de la agresión natural de su propio inconsciente, al mismo tiempo
que se va inmovilizando hasta que la agresión interna desaparece, reaccionando
con el apaciguamiento. El carácter conservador cuando se desequilibra empieza a
expresar su brutalidad y la irracionalidad de sus ideas de forma mística, como
necesaria para el interés de los grupos sociales selectos. Se permite una
exteriorización de su agresión sana.
Es el típico socio de las sociedades de cazadores. Debo
señalar aquí que estos dos caracteres están convencidos de la superioridad
moral de sus respectivos modos de expresión social.
El carácter progresista, ya que no cuenta con al religión ni
con la magia para manejar la culpa, cosa que si hace el carácter conservador,
surge en su interior un elemento de sinceridad falsa, sobretodo cuando se
convierte en portavoz de los demás. Compensa esta falta de sinceridad con
mayores dosis de de preocupación social.
Por lo general es un tipo que se expresa muy verbalmente; es
inteligente, optimista, elegante y muy sofisticado en su apariencia externa,
pero emocionalmente es muy superficial. Como tiene la energía centrada sólo en
la cabeza, da una imagen de brillantez pero es dado a la ansiedad y a la
impaciencia. Es una persona sensible y perceptiva. Pone mucho más énfasis en el
estilo y en el continente que en el contenido de sus discursos. Habla muy bien
pero dice pocas cosas. Aborrece la violencia y la agresión le alerta.
El carácter progresista se encuentra, mucho más que el
carácter conservador, obsesionado por la culpa. Siempre está obligado a hacer
algo a nivel social, a “curar” todos los males sociales, incluso cuando no
existe una razón objetiva para ello. Espera que sus buenas intenciones y su
gran energía intelectual garanticen, por si solas, la calidad del programa
político. Como son incapaces de inquietar a sus votantes, expían sus culpas
mediante el único escape que conocen: sacrificarse a través del fuego (quemarse
en la política hasta el final), lo que les ofrece la posibilidad de una
purificación simbólica ante sus votantes.
Los sentimientos del carácter progresista están tan bien “racionalizados”
que esconden en sí mismos su propia “irracionalidad política”. Su dilema es
que, a través del conocimiento, empieza a pedir más y más libertad a sus
maestros y a sus dioses, pero es incapaz de mejorar esta libertad que le es
dada. Separado de las emociones, se encuentra
un mundo intelectual y mental que, en el fondo, le ofrece poca
gratificación.
La trayectoria intelectual no puede conducirle a la salud;
como quiere encontrar soluciones sociales a todo, se siente perdido y entonces
va a la búsqueda, no del “sí-mismo” (Self) como sería lo normal, sino a la
búsqueda de una fuente externa de seguridad. Huye del territorio social local,
en le cual debería resolver sus propios conflictos, hacia el territorio
político global en el que resolverá los de toda la humanidad. En otras
palabras, trata de politizarlo todo.
El verdadero carácter progresista está abierto al
razonamiento; es accesible y educado. Cuando se emociona de verdad, es capaz de
expresar cólera y enfado de acuerdo con las frustraciones que siente, pero nunca se convierte en la “mofa
histérica” como en el caso del carácter socialista/colectivista.
Tenemos muchos ejemplos de este carácter en el socialismo
madrileño de los años 1980. Este carácter defiende su dogma y cuando es atacado
se resuelve con desprecio, utilizando su magnifica oratoria con fórmulas
verbales llenas de sarcasmo. Con ella aplasta a cualquiera que se ponga
delante, utilizando la retorica, la arrogancia y su eficaz castración verbal.
Su ingenio es muy espinoso, divirtiéndose a expensas de los demás.
El lector no debe confundir el carácter
socialista/colectivista con el carácter nuclear y duro del comunista actual,
tipo “Putin”, ni con el “simpatizante de izquierdas” que es, en el fondo, un
ecologista o un neo-liberal camuflado. El carácter comunista puro es el maestro
supremo en el arte de manipular los anhelos no satisfechos de la humanidad.
Algunos comunistas puros se disfrazan ahora de progresistas o neo liberales de
izquierdas para vender sus credos. El carácter comunista puro es, por supuesto,
mucho más maquiavélico, es mucho más listo e insidioso que todos los demás
caracteres socio-politicos.
El carácter progresista se rebela contra el Padre (complejo
de Edipo) y al no poder competir con él ( cosa que si hace el carácter
conservador), se identifica con el perdedor o con el seudo-delincuente, a los
que intenta “redimir” a través de la culpa. Fue el caso de Eleuterio Sánchez.
El Lute. Que fue redimido por el socialismo madrileño y llegó a ser abogado.
La religión como el sexo los toma de forma light. Es un
auténtico fan de la revolución sexual, pero no quiere la responsabilidad
emocional que va junto con esta misma libertad. Confunde la libertad con el
libertinaje. El carácter conservador y el fenómeno actual de Podemos lo
describiremos en los próximos números de Girosalut.
El Dr.Carlos Frigola es psiquiatra, psicoanalista. Premio Pascual y Prats del Colegio de Médicos y de la Agrupación de Ciencias Médicas de Gerona. Dip. Tavistok Clínic y Institute of Human Relations. Londres.
Director de la Fundación Wilhelm Reich. Miembro del American College of Orgonomy. Autor de diversos libros. Trabaja en la Clínica de Medicina Orgonómica de Creixell. Borrassá. Tel. 972 50 62 91.
www. Wilhelm-reich.org y en el blog: compartir-wilhelmreich.blogspot.com