Después de un tiempo de inactividad en la edición de entradas en el blog. Retomamos el trabajo y continuamos con la publicación de la traducción del libro serializado escrito por Lois Wyvell que se publicó en la revista Offshots of Orgonomy VII.
ORGÓN Y TÚ (Un libro serializado) por Lois Wyvell
Reich ha sido criticado por no
responder a esos ataques con un recurso ante la ley. También ha siso criticado
por su pérdida de fe en sus abogados. Él quería ir a los tribunales y sugirió
una demanda por difamación contra Brady, pero su abogado, el famoso liberal
Arthur Gardfield Hays, le desaconsejó tal demanda o cualquier demanda, diciendo
que eran difíciles de ganar. Reich luego sugirió que tomaran acciones legales
sobre la base de que los atacantes estaban obstruyendo la salud pública, pero Hays
otra vez le aconsejó no hacer nada, diciendo esta vez que no hay una ley para
proteger la salud pública. Trató de consolar a Reich recordándoles que los
grandes pioneros han siso perseguidos por sus descubrimientos, sin saber que
Reich había rechazado hacia mucho tiempo tal martirio. Reich dijo que no aceptaría
la matanza sacrificial de inocentes mediante la cual hombrecillos impotentes y
medio muertos reconocen y se vengan de aquellos que son vibrantes y ricos de
vida. Intento en su propia persona abolir las el asesinato socialmente
consentido de los grandes dadores. Sin embargo, dejo claro el punto, para que
quienes lo hayan escuchado puedan transmitirlo, que no tenemos derecho a
aceptar el martirio involuntario de los grandes artistas y científicos
creativos como un precio que tienen que pagar por darnos nuestros mayores
regalos, simplemente encogiéndose de hombros; “Los grandes siempre han sido
perseguidos…”
Justo dos meses después de que el
articulo de Brady apareciera, en julio de 1947, The Federal Food and Drug
Association (FDA) (que más tarde se descubrió que había albergado a varios
comunistas en ese momento) respondió al artículo iniciando una investigación
del acumulador de energía orgón. Hubo dos largas “investigaciones” la primera
principalmente un esfuerzo decidido para demostrar que existía un negocio
sexual, que estuvo probablemente relacionado con el hecho de que el
administrador a cargo de la investigación, W.R.M. Wharton, Chief of the Eastern
Division of the FDA, era un hombre pornográfico (y por lo tanto impotente y
puritano) que estaba enfurecido por las implicaciones del escándalo sexual en el articulo de Brady.
Su personal informó que era propenso a hacer cosas como poner un pene de cerámica
en su escritorio cuando llamaba a su secretaria para tomar el dictado. En su condición,
descubrir lo que creía que era algún tipo de perversión lo excitó y enfureció; por lo que estaba muy dedicado a
la consecución de esta tarea.
Reich no sabía nada acerca de la
perversión de Wharton’s y en el inicio cooperaba por completo con los
inspectores, solicitando a sus compañeros de trabajo y usuarios del acumulador
a hacer lo mismo. Sin embargo, los informes de pacientes y orgonomistas gradualmente
revelaron que los investigadores estaban menos interesados en el acumulador que
en tratar de probar que había cierta actividad sexual criminal en marcha. Reich
entonces avisó a todos de no cooperar más.
Sin embargo, los investigadores
de la FDA lograron obtener entrevistas con arrendadores de acumuladores en New
York, New Jersey, Pennsylvania, Maine, Oregón y, California. Pero, intentándolo
todo lo que pudieron, en un año y medio, no pudieron encontrar evidencia dañina
por parte de los arrendatarios de los acumuladores, por eso se volvieron hacia
los psiquiatras, cuya animadversión hacia Reich era bien conocida.
La interferencia de la FDA
solidificó la visión despectiva de Reich sostenida por el Dr. Henry A. Cotton, New
Jersey’s Deputy Commissioner for Mental Hygiene and Hospitals, quien dijo al
inspector que había un semillero de Reichianos en Malboro State Hospital.
Este “semillero” estaba compuesto
por el Dr. Elsworth F. Baker, quien dirigía el Servicio de la Mujer y los psiquiatras
residentes Alber I. Duvall y Chester
Rafael, todos orgonomistas practicantes. Esto inició otra batalla, y
eventualmente tres doctores fueron despedidos o dimitieron.
Como se puede imaginar, este fue
un tiempo de mucha tensión y agitación en los círculos orgonomicos, y Reich
estaba constantemente en el centro del remolino. No sólo los doctores
orgonomicos se vieron afectados negativamente profesionalmente, sino que
algunos de ellos se asustaron y se retiraron. Por ejemplo, el Dr. Allan A.
Cott, que se había considerado a sí mismo tan dedicado a la orgonomia que había incrustado el símbolo orgonomico en el
suelo de su oficina, cortó las conexiones con la orgonomia en marzo de 1952.
Estaba tan asustado y tan ansioso ser disociado que incluso hizo que su abogado
me escribiera una carta formal indicando que ya no pertenecía al Comité de
Autorregulación, que había desaparecido hacía unos años.
La primera investigación de la
FDA quedo estancada por falta de evidencia y acabó en mayo de 1948 con Warton
indicando en el resumen del informe que no se habían encontrado usuarios del
acumulador insatisfechos, que “todas las personas entrevistadas estaban
extremadamente satisfechas con los resultados que atribuían al dispositivo”.
Esto normalmente habría puesto fin al asunto, pero aquellos que estaban
determinados a destruir a Reich no lo dejaron descansar, y trabajaron
constantemente entre bastidores para reabrir el caso. Ahora sabíamos quienes eran. Baste decir aquí
que, aunque la orgonomia se consideraba una amenaza por los psiquiatras y la
industria farmacéutica, y aunque utilizaron medios de ataque convenientemente prácticos
cuando se puso en sus manos por Brady, ellos no iniciaron más que rumores
contra Reich. Siguieron tres años de relativa tranquilidad antes de que se reanudara la investigación de la FDA. Finalmente
les llevo 10 años y dos millones de dólares, presumiblemente para parar el envío
interestatal de un par de cientos inofensivos “dispositivos” que fueron
alquilados por una infinitesimal cantidad de dinero comparado con el coste de
las investigaciones. Algunos oficiales honestos de la FDA objetaron reabrir el
caso. Un tal señor Barnard escribió al comisionado adjunto Larrick, quién
dirigió la segunda investigación, acerca de la falta de afirmaciones de que el
dispositivo curaba y la falta de evidencia de que los usuarios “fueron llevados
para tratar condiciones de enfermedades graves” con el acumulador, añadiendo
que seria un gasto de dinero probar el
acumulador y continuar la investigación a menos que tuvieran tal evidencia. No
hubo tal evidencia, por lo que plantaron la evidencia, utilizando a empleados
de la FDA, quienes testificarían según las instrucciones.
( continúa. . .)