En esta ocasión queremos compartir con vosotros/as un nuevo artículo del Dr. Frigola editado en el nª 42 de la revista bimensual Girosalut en el que nos habla de la teoría y fundamentos de la técnica del psicoanálisis. Para introducir este artículo hemos considerado interesante incluir en esta entrada unas pequeñas notas, a modo de resumen, del trabajo de W. Reich en el campo psicoanalítico.
“(…) Las primeras clínicas
psicoanalíticas gratuitas fueron abiertas en Berlín por Max Eitingon y Ernst
Simmel en 1920, el mismo año en que fundó The Tavistock Institute of Medical
Psychology en Londres.
La Policlínica de Berlín fue muy
dinámica, Wilhelm Reich se incorporó a ella en 1929. Algunos de los
psicoanalistas que allí trabajaban visionaron el psicoanálisis, no solamente
como una ciencia o una profesión, sino también como una fuerza cultural y
algunos incluso como una fuerza política.
El Wiener Psychoanalytisches
Ambulatorium fue abierto por Freud en mayo de 1922. En 1924 Reich era ya el
director asistente del Ambulatorim bajo la supervisión de Eduard Hitschmann. Al mismo tiempo dirigía el Seminario sobre Técnica Psicoanalítica.
Reich fue e3l primer
psicoanalista que introdujo en la literatura psiquiátrica el concepto
borderline (el estado fronterizo entre la neurosis y la psicosis. La palabra le
pertenece históricamente. Reich trató a muchos pacientes que él consideraba
borderline. Para Reich, a la vista de estos casos tratados en el Ambulatorium,
el psicoanálisis que se practicaba allí dejaba de ser un tratamiento puramente
sintomático para convertirse-paulatinamente y por pura necesidad clínica- en un
psicoanálisis del carácter.
La constante evolución que hizo
del análisis del carácter le fue acercando hacia la medicina psicosomática y de
ésta a la medicina orgonómica (de organismus) que es una disciplina médica
oficialmente reconocida en Norteamérica.
En 1949 fundó en Nueva York el
Orgonomic Infant Research Centre con programas de salud prenatal y postnatal y
desarrolló una nueva técnica psicoanalítica de observación e intervención en
bebes que denominó primeros auxilios emocionales. (…) “
" Cartas de Sigmund Freud a Wilhelm Reich: El Ambulatorium de Viena, el Seminario Técnico y el nacimiento del Análisis del Carácter". Frigola. C. Temas de Psicoanálisis. Núm.6-Julio 2013.
(Teneis el enlace para acceder a la revista en el articulo publicado en el blog el dia 28 de enero 2014)
EL PSICOANÁLISIS
Teoría y fundamentos de la
técnica
Dr. Carles Frigola
El método psicoanalítico se basa
en la capacidad del paciente de experimentar las relaciones de transferencia. La transferencia es la proyección en
la figura del analista de los niveles inconscientes y los aspectos infantiles
de la personalidad. La finalidad última del psicoanálisis es el establecimiento
de la capacidad de autoanálisis por parte del paciente. Este auto-análisis es
una tarea difícil i ardua, ya que implica una responsabilidad por la vida
psíquica y emocional, tanto la de uno
mismo como la de los otros. El psicoanálisis necesita un desarrollo en el
tiempo para que el paciente pueda vivir e integrar todas las experiencias
mentales y emocionales posibles.
Vamos a describir las diferentes etapas de todo psicoanálisis.
Las primeras etapas del proceso del proceso psicoanalítico, tanto en las
personas adultas como en los niños, se basan en la tendencia natural que todo
ser humano tiene de transferir encima
de las personas del mundo externo los personajes y las fantasías que se
encuentran en su mundo interno. Esta tendencia natural se llama proyección y se concentra en la figura
del psicoanalista. Esta proyección cada vez es más grande y más profunda (inconsciente),
en la medida que las sesiones aportan al paciente un alivio de su ansiedad.
De esta forma, el analista acoge todas las ansiedades infantiles (la mayoría
de las veces en forma de síntomas físicos, psicológicos u psicosomáticos), las
contiene y las interpreta. Por esto es necesario un estado adulto en la mente
del analista y de disponer de un clima mental y emocional adecuado que se va
creando en las sucesivas sesiones. Esto requiere, por parte del psicoanalista,
disponer de las capacidades básicas que poseen los objetos parentales:
paciencia, atención constante, cuidado, ausencia de afección, libertad de
comprensión y que estas capacidades no estén motivadas por ninguna curiosidad
por parte del analista. Este encuadramiento se ha de remodelar constantemente
para poder ir integrando en el los aspectos infantiles del paciente que irán surgiendo a lo largo del análisis.
El inicio del tratamiento lo podríamos llamar estadio de falta de contacto
que tiene lugar porque los impulsos que quieren salir y expresar-se hacia
afuera y las fuerza represoras que lo impiden están en este momento en
equilibrio. Es como el juego de tirar de la cuerda. Esto es debido al hecho que
el paciente adulto (no los niños) viene al tratamiento psicoanalítico cargados
de prejuicios (transferencia preformada).
Ahora bien, esta falsa colaboración inicial se desvanece a medida que
surgen las primeras experiencias de alivio del sufrimiento y de la ansiedad que
experimenta el paciente. Esto lleva aparejado la presencia continua del
analista y que no es una dependencia como la gente cree. Esta necesidad se
genera ante las separaciones inevitables entre las sesiones, que provoca una
reactivación del sufrimiento del paciente. El “niño lactante” que hay dentro
del paciente, pide la presencia de la “madre nutriente” (psicoanalista).
Los síntomas de esta etapa son entre otros: un sentimiento de soledad interior, una confusión, un agarrotamiento una reserva, un temor, etc. Estos síntomas van surgiendo a medida que van apareciendo los conflictos infantiles.
El paciente intenta resolver estos conflictos infantiles con mecanismos de defensa que anulan las consecuencias de la separación entre el Yo y los objetos de amor. El paciente no quiere separar su “niño interno” de sus “padres internos”. Confunde el Yo con el objeto de amor. En este estadio el paciente se atribuye las capacidades y las funciones de su analista.
El siguiente paso en el proceso psicoanalítico se dedica a la resolución de estas confusiones (Yo-objeto) y el analista trata de ayudar al paciente a ordenar estas confusiones geográficas, ya que al estudiar la geografía de la mente humana implica aceptar también la existencia de un mundo mental
Inconsciente. Este mundo mental tiene lugar en diferentes espacios (recuerdos, deseos, sueños, fantasías, miedos, etc.) En este estadio inicial, tanto en psicoanálisis de niños como adultos, se instrumenta la relación psicoanalítica a través de analizar en profundidad los intentos infantiles de seducción, amenazas, control y chantajes más o menos encubiertos del niño interno del paciente. Esta confusión niño-adulto es una confusión de identidades entre el yo y el objeto y va acompañada de una confusión entre el mundo social externo con sus propias leyes y el mundo interno mental con las suyas.
Cuando el trabajo analítico alivia este tipo de confusiones geográficas en el paciente (confusiones entre los aspectos infantiles de la personalidad y los aspectos adultos), el analista comienza a ser visto como un objeto separado, a pesar de que todavía, la función primordial del cual es contener el sufrimiento de todas las partes infantiles proyectada hacia él. El analista es un objeto de amor necesitado pero aún no estimado. En este periodo del análisis, se evidencia el uso que hace el paciente del analista como depositario del sufrimiento y de la ansiedad.
Es muy frecuente en esta etapa del proceso psicoanalítico que el alivio del sufrimiento, la desaparición de la ansiedad o el progreso mental que aparecen en la terapia se adjudican a un personaje del mundo externo. El paciente dice que se siente mejor gracias al consejo de un amigo, gracias al chico o la chica del quien se ha enamorado, al nuevo trabajo que ha conseguido o incluso piensa que la curación que experimenta proviene de algún otro sitio curativo.
Se produce así una división mental entre una parte que alivia y calma el dolor y el sufrimiento y otra parte que proporciona comprensión. Esta división mental es como una rebelión adolescente del paciente, que aún no acepta la ayuda del analista de todo corazón, la cual cosa produciría en él una mayor necesidad de su presencia y gratitud.
Nos encontramos en la primera cuarta etapa del tratamiento psicoanalítico, en la primavera por decirlo de una manera. Todavía nos queda por experimentar el verano, el otoño y el invierno de la mente.
En los próximos números de Girosalut continuaremos hablando de las etapas que faltan para llegar al final de proceso psicoanalítico.
El Dr.Carlos Frigola es psiquiatra, psicoanalista. Premio Pascual y Prats del Colegio de Médicos y de la Agrupación de Ciencias Médicas de Gerona. Dip. Tavistok Clínic y Institute of Human Relations. Londres.
Director de la Fundación Wilhelm Reich. Miembro del American College of Orgonomy. Autor de diversos libros. Trabaja en la Clínica de Medicina Orgonómica de Creixell. Borrassá. Tel. 972 50 62 91.