En anteriores entradas en el blog hemos tratado sobre las etapas del proceso psicoanalítico; el paciente había pasado por la primavera , el verano y el otoño de la mente
En el siguiente articulo publicado por el Dr. Carles Frigola en el nº45 de la revista bimensual GiroSalut llegamos a la última etapa del proceso psicoanalítico: el invierno de la mente.
EL PSICOANÁLISIS
Teoría y fundamentos de la técnica IV
Dr. Carles Frigola
La última
etapa del proceso psicoanalítico podríamos llamarla el invierno de la mente. Diversos autores se han referido a ella con
otros nombres (la etapa genital de W.Reich, la individualización de Jung, la
posición depresiva de M. Klein o el estado adulto de la mente según el modelo
Tavistock). El final de la terapia es el momento más difícil y peligroso que
hay que atravesar, ya que la totalidad
del organismo del paciente ( la
mente y el cuerpo ) va a funcionar sin bloqueos por primera vez en la vida. Las
ansiedades que aparezcan ahora en el proceso psicoanalítico son entre otras una
sensación de romperse a trozos; desorientación, un sentimiento de vacío,
soledad, colapso; miedo a morirse, un terror a perder el control mental y
emocional y volverse loco, etc.
El problema final es la re-estructuración de la salud física y mental del paciente. El
analista deberá estar disponible en todo momento para poder acompañar a su
paciente en esta larga y difícil etapa que es semejante a la conquista de la
cumbre de una montaña de ocho mil metros.
Esta
última etapa es al mismo tiempo dolorosa y hermosa. Los problemas de celos,
exclusión, voracidad, agresividad malsana y desconfianza dan lugar al
reconocimiento del trabajo del analista y es cuando aparecen los sentimientos
de duelo, gratitud y perdón al objeto de amor.
Cuando
se insiste en hablar de dependencia del analista debemos aclarar ahora su
significado. La palabra dependencia
ha entrado de tal modo en el lenguaje común que debemos recuperar su sentido
psicoanalítico. Dependencia equivale
a dependencia de la fuerza de los objetos
internos del paciente y no de los objetos externos y por lo tanto sin
sojuzgamiento ni sumisión. Dependencia
en el sentido psicoanalítico implica el creciente reconocimiento de las
capacidades creativas y reparadoras que no solo se apoyan en la fuerza del yo
del paciente, sino que son el resultado del sostén y la inspiración que emana
de la fortaleza de los objetos internos del paciente que ha construido durante
el proceso psicoanalítico con la ayuda del analista y que despiertan gratitud y
esperanza. Las capacidades adultas y la
seguridad en la vida real se adquieren por identificación e introyección de los
objetos internos conquistados y no de los objetos externos o de los objetos
infantiles heredados de los padres.
Es
como el alpinista que llega a la cumbre. Y aunque ha tenido la ayuda externa en
todo el proceso de la escalada en los diferentes campamentos base, el solo
deberá conquistar por sí mismo la cumbre. Nadie más podrá vivir esta
experiencia para él. La conquista dependerá solo de sí mismo. Esta dependencia
introyectiva de los objetos internos conquistados durante el psicoanálisis
abre el camino interminable hacia los procesos integrativos y a la maduración
de la personalidad ya para toda la vida. Como Luke Skywolker la fuerza le acompañará siempre.
He
tratado de relatar la sucesiva progresión del proceso psicoanalítico,
incluyendo el estadio final de la ansiedad genital y la alternancia continua de
las resistencias que han marcado el curso entero de la terapia. Este progreso
requiere de muchísimos años de ardua labor analítica sobre la estructura
caracterológica del paciente.
Voy
a describir algunos de los sentimientos que el paciente deberá atravesar en
esta etapa final de escalada hacia sí mismo y hacia los objetos internos
conquistados. El paciente deberá someter a su narcisismo infantil a la prueba
de la realidad final. Puestos en orden de gravedad creciente, podríamos decir
que el paciente se sentirá : perturbado, sensible, concienzudo, sensitivo,
vulnerable, desconcertado, incómodo, ignominioso, inadecuado, desfigurado,
postergado, degradado, avergonzado, abandonado, difamado, desacreditado, deshonrado
y humillado. Todos estos sentimientos y emociones que deberá vivir en esta última
etapa van asociados a fantasías de ser visto con menosprecio y a menudo
ridiculizado y empequeñecido.
El
paciente deberá experimentar y re-vivir, acompañado de su analista, algunas de
estas emociones que con seguridad vivió
y experimentó en su más tierna infancia. Todos estos sentimientos surgen cuando
se desmonta definitivamente la armadura caracterológica y el paciente se atreve
a salir del repliegue psíquico y de su narcisismo en el que estaba instalado.
Podríamos
afirmar con seguridad que si ha revivido estas sensaciones y emociones ( ahora
conscientemente ) y han podido ser aliviadas inmediatamente por el análisis y
por el analista, el paciente ha llegado a la cumbre de la montaña de la
personalidad auto-realizada y a la sabiduría. El paciente ha adquirido una
buena y suficiente experiencia analítica, comprensión, compasión y capacidad de
comunicarla en vez de instalarse plenamente en ella y guardársela para sí, ya
que es saludable sentir la prevalencia de la tentación de considerar que uno
mismo ha llegado por sí solo a la cumbre de la auto-realización personal sin la
ayuda de un analista o de un maestro.
En
resumen, los sentimientos que prevalecerán en el paciente para siempre serán:
hacia el pasado gratitud, hacia el presente servicio a los demás y hacia el
futuro responsabilidad.
El Dr.Carlos Frigola es psiquiatra, psicoanalista. Premio Pascual y Prats del Colegio de Médicos y de la Agrupación de Ciencias Médicas de Gerona. Dip. Tavistok Clínic y Institute of Human Relations. Londres.
Director de la Fundación Wilhelm Reich. Miembro del American College of Orgonomy. Autor de diversos libros. Trabaja en la Clínica de Medicina Orgonómica de Creixell. Borrassá. Tel. 972 50 62 91.