lunes, 25 de octubre de 2021

LA ANSIEDAD GENITAL EN LAS MADRES QUE AMAMANTAN ( Continuación_I I)

 Aquí tenéis la continuación del articulo que subimos al blog el día 13 de octubre. Como ya sabeis este artículo fue  escrito por el Dr. Elsworth F. Baker y se publicó en la revista de Sciencies Orgonómiques 2º Année nº5- 1987 sobre un caso de lactancia materna.  Saludos




APARICION DE LA ANGUSTIA GENITAL


Seguí manteniéndome en contacto telefónico con la madre; su hija no tenía ningún problema, aseguró ella. Sin embargo, a los 22 días, en aquel momento yo estaba ausente, el bebé vomitó y tuvo una fuerte diarrea; las heces, de 12 a 14 por día, eran verdosas. Muy inquieta, la madre hizo lo posible por encontrarme  y  llamó finalmente al otro orgonomista que cuidó de ella hasta que regresé.

Regresé el día 24. La pequeña se movía sin cesar, lloraba casi continuamente, dormía muy poco durante la noche  y la lactancia la apaciguaba momentáneamente. El tórax inmóvil, respiraba con el abdomen y lloraba sin vigor. Preguntando a la madre descubrí que ella había estado muy angustiada ya que había sentido sensaciones genitales que no pudo tolerar ni satisfacer. Concibió un enorme resentimiento y se puso ansiosa. Se dio cuenta que estaba a punto de alejarse de su bebé, no soportando incluso que  la pequeña estuviera cerca de ella. La sostenía en sus brazos con rigidez e incluso sintió hostilidad con   respecto hacia su primer hijo. Ella se culpaba a sí misma de este comportamiento que consideraba inaceptable para una “madre sana“ y se sentía profundamente culpable. Pasé mucho tiempo explicándole que sus sentimientos  no eran más que  el resultado de su ansiedad genital, luego empecé a liberar a la pequeña de sus bloqueos.

El bebé parecía con problemas, infeliz, pálido, Apenas empecé a movilizarle el tórax, ella empezó a llorar de rabia, pero  reprimiendo aún sus sollozos en la garganta. Después de haber estimulado el reflejo del vomito trabajando sobre  los músculos posteriores del cuello y los músculos paraespinales, su voz se aclaró, su rostro enrojeció de rabia y finalmente pudo  llorar libremente de rabia. Poco después se durmió con un sueño tranquilo: su tórax funcionaba libremente.

El día 28, volví a ver a la  niña. La madre me dijo que el bebé había estado bien durante dos días después de mi tratamiento, había dormido bien durante la noche y parecía satisfecha después de haber mamado (aunque ella continuaba sintiéndose ansiosa, culpable y, no tenía ningún contacto con  el bebé) pero que desde el día anterior  había comenzado de nuevo como antes. Examiné a la pequeña: su tórax  estaba pálido, su abdomen y sus piernas estaban azulados; noté una ligera secreción en el ojo izquierdo y cierta ausencia de contacto en su mirada. Su tórax estaba de nuevo inmóvil y la diarrea persistía, aunque más débilmente. Una vez más movilicé su pecho y  lloró furiosamente mientras su cuerpo se enrojeció hasta la mitad del abdomen. Ella pareció inmediatamente más tranquila y despierta. Examiné también a la madre que mostraba signos de estasis (energético). Logré movilizar su energía y le expliqué con detalle que  su insatisfacción sexual se encontraba en el origen del resentimiento que había arrojado sobre su hija y que había provocado la pérdida de contacto.

El día 32, el bebé estaba visiblemente mejor. Lloraba vigorosamente. Su tórax era móvil pero no respiraba todavía con libertad y tenía tendencia a “retenerse”. Los músculos paraespinales y los músculos posteriores del cuello estaban muy tensos. El abdomen y las piernas todavía conservaban algunos jaspeados azulados. Ella seguía llorando y su madre había cogido el hábito de amamantarla, cada vez más a menudo, con la esperanza de apaciguarla. Le expliqué que, si la pequeña aceptaba el pecho tan seguido, no era por el apetito, sino porque ella también estaba ansiosa y que esta ansiedad era el resultado de la pérdida de contacto. Le dije que si ella era incapaz de garantizar a su hija el contacto que necesitaba, era necesario que la confiara a su abuela o a su padre. Ella misma había notado que su hija se portaba mejor cuando uno de los dos se ocupaba de ella en lugar de ella misma. Liberé una vez más los músculos contraídos  de la pequeña y su estado pareció mejorar. Las diarreas habían prácticamente desaparecido. Cinco días más tarde ella tenía mejor color, el matiz azulado se había disipado, el calor del cuerpo era bueno, el tórax era móvil, aunque de manera incompleta, pero los músculos paraespinales estaban  tensos de nuevo. El abdomen estaba bastante tenso y ella iba estreñida durante  24 h. Le volví a movilizar el pecho y aconsejé a la madre que le irradiara calor en el abdomen – durante breves periodos de tiempo – con el  acumulador direccional de embudo.

El día 46, cuando volví a ver al bebé, la madre me dijo que la pequeña lloraba prácticamente todo el tiempo, no dormía por las noches, que necesitaba de una ½ hora para mamar y que tenía una evacuación irregular intestinal. Me dijo también que, en cuanto a ella, que  hasta hacia 15 días antes había estado satisfecha de su vida sexual durante algunos días; el abrazo sexual le había proporcionado primero un placer intenso terminando en ansiedad en el momento cumbre. A raíz de este episodio se volvió terriblemente ansiosa y perdió todo el interés por la sexualidad. Sin duda, ella estaba huyendo de su genitalidad para refugiarse en el aburrimiento del “deber maternal”. Cuando examiné al bebé me sorprendió su buena salud. Su pecho estaba caliente y móvil, no lloraba y su cuerpo estaba muy flexible. Yo estaba prácticamente seguro de  que el problema no era la niña sino, solamente, la madre. Le expliqué que no podía alcanzar el ideal de la perfección que se había impuesto y, que debía contentarse de ahora en adelante con ser una madre ordinaria. Le pedí que alimentara a la niña a horarios regulares, con intervalos de 2 a 3 horas. Le dije que no había necesidad de atormentarse toda la noche con el pretexto de que la niña estaba llorando; después de asegurarse de que  no sufría, ella simplemente debía dejarla llorar. Le di todos estos consejos para descargarla del peso en el que se había convertido su hija para ella y con la esperanza  de que de esta manera pudiera recuperar el contacto perdido.

Ella me telefoneó dos días más tarde para decirme que su hija había llorado mucho durante la primera noche pero que, desde el día  siguiente, estaba contenta de chupar cada 4 horas y durmió gran parte de la noche. Se sentía muy aliviada. El día 53, después de mi siguiente visita, me enteré que la niña había estado muy bien durante casi toda la semana. Pero la madre había perdido el contacto con su hija durante los dos últimos días ya que, cuando lloraba, no comprendía lo que tenía (había vuelto a empezar a llorar como antes). Sin embargo, la niña sonreía cuando yo la examinaba. Su cuerpo – incluyendo el abdomen – estaba suave y ella respiraba libremente. No encontré nada que necesitara un trabajo biofísico.

 Todo fue bien durante tres semanas. La madre me dijo que la niña había estado muy feliz, que se despertaba sonriendo, mamaba regularmente cada cuatro horas y dormía toda la noche. Ella misma se sentía feliz y relajada.

( Continúa. . .)

 

                        

 

 


miércoles, 13 de octubre de 2021

LA ANSIEDAD GENITAL EN LAS MADRES QUE AMAMANTAN ( Continuación_I)

Aquí tenéis la continuación del articulo que subimos al blog el día 30 de septiembre. Como ya sabeis este artículo fue  escrito por el Dr. Elsworth F. Baker y se publicó en la revista de Sciencies OrgonómiqueS 2º Année nº5- 1987 sobre un caso de lactancia materna.  Saludos







                                                

EL PARTO


Por lo tanto, tomamos un acuerdo con un obstetra y una enfermera, que practicaban el método orgonómico y, se preparó para ella una habitación de alojamiento conjunto en el hospital. Ella usó el acumulador de energía orgonómica durante todo el embarazo (2); un poco antes del 4º mes sintió los primeros signos de vida, los movimientos del niño eran vigorosos y activos, nunca violentos. Tres semanas antes de la fecha prevista para el parto, se levantó a las 2 de la madrugada con ligeras contracciones y una pequeña pérdida de sangre. Los dolores aumentaron rápidamente de intensidad y frecuencia y se dirigió al hospital. A las 3,30 h. dio a luz, sin anestesia, una niña de 2 kg.450 gr. El parto tuvo lugar sin problemas ni complicaciones y había conseguido, durante todo el tiempo respirar a fondo. En el momento de la expulsión tuvo miedo, pero recordó que no debía contener la respiración, así que empezó a gritar para poder seguir respirando. El bebé nació con el cordón alrededor del cuello. La cara estaba azul, pero se volvió rosada en pocos segundos, una vez se retiró el cordón. No hubo necesidad de recurrir a la ventilación manual ni de practicar otras maniobras de reanimación. Su peso era inferior a 2 kg.500, y el bebé fue colocado en una incubadora (esta era la regla rigurosa y severa del hospital). Sin embargo, en este hospital, donde nunca se había permitido el alojamiento conjunto, se permitió que la incubadora se colocara en la habitación de la madre y se aceptó la presencia de la enfermera particular. La madre podía tener al bebé cerca cuando lo deseara, sin la menor interferencia por parte del hospital. No se le puso ninguna instilación de nitrato de plata o de otra solución en los ojos del niño. No se notó secreción en la garganta.

       

LA LACTANCIA

 

Después del parto, la pequeña se puso al pecho desde los primeros movimientos de succión incluso aunque la madre no creyera tener leche. Yo vi al bebé a las 13:00h. En el momento de la segunda alimentación. La madre y el niño se veían saludables. La joven mujer me dijo que había sentido unas corrientes que atravesaban su cuerpo y sus muslos durante el parto, que había experimentado mucha angustia en el momento de la expulsión y que había gritado por no retener la respiración. El dolor no fue intenso y, había rechazado la anestesia. Hasta el momento de la segunda toma no había sentido ninguna sensación de corriente en los pechos, pero esto se produjo poco después, mientras un chorro de leche fluía abundantemente de sus pezones. Sintió corrientes en su útero, pelvis y los muslos. En la palpación, el útero estaba bien contraído, pero no hasta el punto de estar duro y resistente como es habitual constatar en los servicios de obstetricia.

La tez del niño era de un hermoso rosa; el cuerpo caliente en todas partes y en cada respiración profunda se notaba el reflejo del orgasmo (1). Cuando tenía hambre, lloraba con fuerza y cólera; sus movimientos de succión eran muy marcados, chasqueaba los labios y chupaba vigorosamente. Durante esta mamada pude observar un orgasmo oral. La camiseta del hospital que llevaba el bebé fue cosida al final de las mangas para evitar que se arañara la cara. Dado que impedía los movimientos de sus manos, le pedí a la enfermera de cortar las mangas, lo cual hizo. La pequeña estaba vital, en alerta y reaccionaba rápidamente cuando la tocábamos. Tenía la impresión que nos estaba observando cuando sus ojos se centraban en nuestra dirección; estaba convencido de esto durante mi segunda visita. La posición anormal del cordón umbilical, no había dejado ningún rastro de cianosis o de traumatismo; el cuello estaba tierno, el tórax libre, la respiración completa, el abdomen flexible y caliente. Las extremidades también estaban calientes. Ella podía moverse libremente y girarse de un lado para otro y, a partir del tercer día darse la vuelta sobre sí misma.

La vi de nuevo a la mañana siguiente, en presencia de otro orgonomista, especialista en pediatría orgonomica. Alrededor de las 24 horas después del parto, la madre ya estaba levantada. Sentía las corrientes en el pecho y en el útero mientras amamantaba y cuando las sensaciones se intensificaban eran  a veces dolorosas. Tenía leche en abundancia. El bebé, todavía en la incubadora había perdido solo 7 gr. en relación a su peso inicial, contrariamente a lo que se observa habitualmente, es decir una disminución significativa en el peso. En las condiciones ideales, se debería constatar un aumento gradual del peso en lugar de una disminución.

La pequeña continuaba teniendo todos los signos de salud. Aparte de sus gritos de hambre, raramente lloraba, ante el asombro de las enfermeras de la unidad, ya que era el único bebé que parecía que nunca lloraba. Durante esta visita llegamos a la conclusión de que ella miraba bien a la gente e incluso la seguía con su mirada. Mientras estaba mamaba, todavía observamos un orgasmo oral y la madre nos afirmó que había notado otros. El otro orgonomista sugirió quitar la placa de identificación de colgaba del cuello del bebé, lo cual se hizo y, especialmente teniendo en cuenta que había tenido el cordón umbilical enrollado alrededor del cuello. Él tuvo la impresión de que ella estaba conteniendo un poco la respiración a nivel de la garganta; sin embargo, la ola de excitación alcanzaba la pelvis, seguida por el reflejo del orgasmo. Al quinto día, la madre y el bebé volvían a su casa.

El quinto y el séptimo día, nuestra asistenta social orgonomista visitó al bebé. Nos comunicó que el abdomen de la pequeña le parecía hinchado y duro en cada visita. El bebé había tenido una ligera regurgitación y no parecía estar a gusto, las heces eran liquidas y a chorros. Se irradió a  la niña durante tres o cuatro minutos con un acumulador direccional de embudo  : ella vomitó y parecía aliviada. Volví a ver al bebé ocho horas después con mi colega orgonomista. Su abdomen no parecía dilatado, sus heces eran un poco acuosas, pero bastante bien formadas.  Ella continuaba teniendo orgasmos orales, el calor de su cuerpo era uniforme, respiraba bien y no había ningún bloqueo aparente. Cuando entramos, ellas dormían plácidamente entonces se despertó lenta y agradablemente y de inmediato empezó a mamar.  Estaba muy viva, despierta y nos sentimos espontáneamente atraídos por ella.  Era capaz de enderezar la cabeza. Este bebé no parecía haber sufrido ninguna experiencia traumática durante los diez primeros días de su vida. Examiné también a la madre;  ella no presentaba ningún acorazamiento y se sentía bien;  palpándole el útero éste estaba impalpable. Ella nos dijo haber tenido muchos sueños sexuales excitantes.


( Continúa...)