( Continuación)
. . .
En cambio, no queda nada de las viejas nociones políticas
que encontramos en mis primeros escritos sociológicos. Están muertas, moralmente
y materialmente, con las organizaciones bajo la influencia de las cuales ellas
penetraron en mis escritos.
Uno encontrará
una corrección detallada de los conceptos sociales de mi psicología política en
el prefacio de la tercera edición, en lengua inglesa de Psicología de Masas del
Fascismo (1946).
La eliminación de las concepciones políticas partidistas no es una regresión a la ciencia académica, desconectada de lo social: bien al contrario, es un paso de gigante que, haciéndonos salir de la irracionalidad política, nos introduce en el terreno del pensamiento racional propio de la democracia del trabajo. No sé ni puedo saber cuales de mis antiguos amigos y colaboradores han seguido el mismo camino, y cuales continúan operando con las viejas concepciones políticas. Quien está al corriente de mis artículos sobre la democracia del trabajo, que aparecieron la mayor parte entre 1936 y 1940, conoce los procesos que me han hecho dejar la política. Es por eso que querría declinar toda la responsabilidad sobre intentos para explotar en vista de una política partidista mis lazos políticos anteriores, viejos de más de catorce años. Debería protestar, inmediatamente, públicamente, si alguien venia a explotar mi nombre o mis obras en favor de una política socializante, comunista, parlamentarista, o de cualquier otro tipo. Nunca he tenido nada que hacer y no tengo nada que ver con el juego de las fuerzas políticas.
Pero el peligro de tal
explotación es reducido. No podría hacerse sino al precio de una deformación de
los resultados de mi trabajo. La experiencia muestra que la política partidista
y la orgonomía mantienen las mismas relaciones que el agua y el fuego.
La concepción de los procesos
vitales en una democracia del trabajo excluye las actividades políticas en el
sentido tradicional. Nosotros defendemos
los procesos reales y no las ideologías. El trabajador serio cumple con su
tarea en todas las circunstancias y la defiende con tanta firmeza como es
posible. Esto sirve para cualquier proceso de trabajo necesario para la vida.
Nosotros informamos al mundo de nuestra manera de organizar el trabajo. Como es
el caso de nuestro todo proceso de
trabajo compromete el futuro de nuestra sociedad humana. Nosotros debemos
organizar la profilaxis del cáncer y de otras biopatias, y por consiguiente el
principio de economía sexual en la educación de nuestros niños y la utilización
de la energía vital cósmica. Nosotros no podemos indicar a la industria minera
o alimentaria como organizar sus actividades según las normas de una democracia
del trabajo. Con nuestros conocimientos en psiquiatría y en bioenergética,
hacemos un trabajo de pioneros y aclaramos los principios de base del proceso
vital.
Instruidos por numerosas
experiencias pasadas, sabemos que a cada progreso decisivo en el terreno de la
higiene social, tal o cual político poderoso busca prohibirnos el paso. Debemos declarar aquí
que, durante numerosos años, hemos intentado pacientemente, apoyándonos sobre
los éxitos de nuestra practica, de cooperar con los políticos responsables de
todos los lados. Sólo hemos tenido dificultades y tuvimos que afrontar los
peligros y las difamaciones que surgían
de los políticos. Todos los peligros (échecs) que la orgonomía ha tenido que
superar en el curso de su desarrollo, fueron los políticos: políticos
comunistas, socialistas, políticos de organizaciones psicoanalíticas, médicas,
políticos cristianos en el poder, políticos del Estado fascista, de la
dictadura policial, y otros. Los responsables de la orgonomía han demostrado
que están listos para cooperar. Los
políticos han probado que son enemigos, no tanto por motivos personales como
por motivos que están en la base de su existencia. Es pues una falta de los
políticos si los proponentes de la economía sexual, de la psicología política y
de la orgonomía los ignoran ahora. Puesto que nuestra primera preocupación es
la de cumplir con nuestras tareas sociales, nosotros estamos automáticamente,
lo queramos o no, contra la política de todo género.
Nuestro punto de vista sobre las
cuestiones sociales está expuesto en este libro, como en otros escritos, de
forma clara y sin equívoco.Nosotros queremos dar a conocer este
punto de vista al mundo de la política partidista. Nadie podrá más tarde disculparse
diciendo que “no lo sabía”. Las experiencias de estos doce últimos años
terribles nos han enseñado que el político utiliza el fruto del trabajo honesto
de otras personas en vista de asegurarse votos. Cuando se ha asegurado de
bastantes votos, y ha, de esta manera, adquirido un poder social, lanza
entonces todo por la borda, fríamente y sin escrúpulos, a los que le han
permitido acceder al poder. Está en su naturaleza, después de haberse apropiado
del fruto del trabajo de otros, de eliminar a los que han hecho el trabajo a
través de la difamación o el pelotón de ejecución. No es difícil darse cuenta
de que un Lenin, un Engels, etc.…no habrían sobrevivido en 1930 en 1930, de la
misma forma que un Freud americano no habría sobrevivido si un Hitler americano
hubiera tomado el poder gracias a los descubrimientos de Freud. Estas cosas son
hoy en día banalidades.
No sabemos quiénes
serán los políticos de Europa de América o de Asia, en 1960 o 1984. Esta en la
naturaleza de cualquier política de perjudicar a las ciencias, cuando las
promesas de los políticos se traducen de forma efectiva. No es este o aquel trabajador que el dictador intenta
eliminar, sino el principio dominante
de su trabajo, quieren explotar el trabajo, pero no quieren darle el derecho de
dirigir el destino de la humanidad.
Estas
constataciones no son ataques personales, dado que no conocemos a los políticos
de los futuros decenios. Pero no puedo evitar de lanzarles una advertencia: la
hostilidad abierta es mejor que la amistad deshonesta.
Nosotros
estamos hoy en día más armados que en los años precedentes contra los ataques
solapados e irracionales de los políticos. Además, los tiempos nos son ahora
favorables, y han cesado de jugar con nosotros. Ciertamente, los ataques
insidiosos de la peste emocional contra la orgonomía se vuelven contra sus
autores, pero nos cuestan mucho esfuerzo y dinero y no cesan de poner nuestra
vida en peligro. Es pues indispensable desenmascarar incansablemente la
naturaleza irracional de la política, a fin de que esto sea bien precisado y
afirmado públicamente, en caso de que, de nuevo, cualquier persona afectada por
la peste emocional se sintiera provocada por los hechos de la vida. Por
supuesto, uno no puede defenderse contra las balas de un tirador emboscado.
Puede ser que los políticos estén de acuerdo en reconocer su asesinato si nosotros les aseguramos que no queremos disputárles el poder;
que les abandonamos completamente el campo de la “dictadura del proletariado”,
y que nosotros nos limitamos a nuestro trabajo sobre los seres humanos náufragos.
Por otra parte, los asesinatos no sirven para nada. No harían más que crear mártires;
la investigación viva, el esfuerzo y la lucha por la verdad y la felicidad
humana se reforzaran mil veces.
Espero
haberme expresado con bastante claridad.
Wilhelm REICH
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