En las próximas entradas iremos subiendo al blog las traducciones del libro serializado escrito por Lois Wyvell que se publicó en la revista Offshots of Orgonomy VII-3
ORGÓN Y TÚ (Un libro serializado) por Lois Wyvell
( continuación )
Al cabo de pocos meses adquirí la
vieja casa Quimby en el otro lado de la montaña en la Orgonón estaba situado y
mis idas y venidas no fueron observadas más que por los osos y ciervos. Un
amable vecino limpió un antiguo camino forestal que serpenteaba desde mi
propiedad hasta la cima de la montaña y hasta Orgonon, así que caminé de un
lado a otro a través del bosque.
Sin embargo, nuestra relación no
era un secreto, para Tom Ross, el cuidador de Orgonón, me vio en el
observatorio por las noches tarde y
temprano por las mañanas, la gente del pueblo nos vio conduciendo juntos por el
campo. Eva Reich lo sabia y Simeón Tropp lo sabía. Y cuando vimos que la
relación iba a durar un tiempo considerable, Reich se lo dijo a su mujer. Se lo
dijo en parte porque no estaba en él vivir una vida de engaño y porque creía
que la honestidad entre una pareja casada es esencial, pero sobre todo seguimos
la regla que la sociedad requiere para poder seguir funcionando en su habitual
forma hipócrita.
Hoy en día, olvidamos cuan rígidos
eran los estándares de conducta hace unas décadas. No es que no hubiera tantas
o más prematrimonial y extramatrimonial relaciones, sino que estaban
formalmente prohibidas; únicamente eras perdonado si jugabas el juego y eras
“correcto”, es decir engañoso. Si tú vivías abiertamente con tu pareja estabas
condenado y apartado. Reich había estado sujeto
muchas veces a esta indignación publica tanto en su vida privada como profesional
ya que no era un hipócrita ni se avergonzaba de su vida amorosa.
Hace mucho tiempo, cuando se
llevó a Elsa Lindenberg a la convención psicoanalítica de Lucerna y vivió con
ella abiertamente en una tienda en el Lago de Ginebra, sorprendió a sus
colegas. Dijo que estaban furiosamente celosos, porque estaban encerados en un hotel
lúgubre con sus aburridas esposas
mientras él y su querida Elsa retozaban en el césped, por así decirlo. Nunca le
perdonaron. En el tiempo en que lo conocí, era más prudente. También, Ilse era
todavía su mujer y él no podía admitir púbicamente nuestra relación sin herir su orgullo, lo
cual hubiera sido cruel.
Aunque duró casi tres años,
nuestra relación fue temporal, y pienso que ya sabíamos entonces que lo sería.
Reich quería, y dijo que quería, todo en una mujer: esposa, compañera y amante.
Yo no quería ser su mujer. Internacional como era en su vida intelectual, era
muy “alemán” en su vida hogareña, y en esto éramos extranjeros el uno para el
otro, mientras que Ilse era compatible. Nunca amenacé su posición de esposa
excepto por un minuto. Un día, inesperadamente, Reich me propuso tener un bebé
con él si yo quería también. Consideré la posibilidad durante sesenta segundos
antes de rechazar. Fue todo extrañamente formal. Siempre quise tener un bebé y
nunca tuve uno. Sólo un bebé muerto. Así que me tomó sesenta minutos largos y
eternos para recordar que me había hecho a mi misma la promesa que cumpliría lo
que había aprendido por la experiencia, que un bebé debería ser concebido únicamente
por un hombre y una mujer que estuvieran realmente casados y quisieran un niño
como fruto de su amor, que cualquier otra cosa es una traición para todos, pero
sobre todo para el niño.
Creo que Reich realmente quería
un niño y me cuidaba lo sufriente para compartir la paternidad conmigo. Él también
pudo haber sentido que esta era la única vía que podría liberarse de la
relación ambivalente entre él e Ilse, que se había convertido en un tormento
para los dos.
(Recordar, esto fue durante el
Experimento Oranur, cuando la mayoría de las relaciones en Orgonon estaban
tensas hasta el punto de ruptura.) De
todos modos, nosotros nunca hablamos de esto otra vez y yo no ni si quiera lo
había necesitado explicar. Reich sabia
que yo tenía razón.
Peo incluso su sencilla relación
conmigo estuvo influenciada por las muchas traiciones que había sufrido. Una
nota en el diario con fecha del 25 de octubre de 1952 me recordó esto, porque
me informa que esa noche él dijo,” Estar conmigo ahora…está bien ahora…pero ¿Cuándo
me traicionarás? Lo anoté para acordarme de que había sido traicionado tan a
menudo, incluso por las mujeres que quería, que no puedo evitar preguntarse
cuando yo, también, llegaría a lastimarlo. En algún momento o en otro,
desconfiaba de casi todo el mundo, incluso de Elsword Baker y de mí, ya que
había sido traicionado por tantos parientes, amigos y colegas. Sentí y siento
que era perfectamente racional para él ser desconfiado en esas circunstancias,
no paranoico, como sus detractores siempre han tratado de hacerlo aparecer.
(Continúa...)
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