sábado, 10 de abril de 2021

LA ORGONOMIA: UNA CIENCIA, UNA FORMA DE VIVIR ( I )

Una vez finalizadas las vacaciones de Pascua, en las que hemos disfrutado de un tiempo primaveral, volvemos a retomar el blog con nuevas energías.

Hoy os presentamos un artículo publicado en la revista Sciencies orgonomiques . 2e Anné nº 7- 1987 del Dr. Giuseppe Cammarella : "L'orgonomie: une sciencie, une façon de vivre" que esperamos que disfruteis.

Pero antes de dar paso al artículo nos gustaría también compartir con vosotros el nacimiento de un nuevo blog. Es el blog personal del Dr. Carles Frigola, que como ya sabeis, con él contrastamos opiniones y despejamos dudas sobre los contenidos de las entradas de este blog. 

Os invitamos a visitar su blog: https://cfrigola-psiquiatra.blogspot.com/ y esperamos que también sea de vuestro interés.

Un cordial saludo.






LA ORGONOMIA: UNA CIENCIA, UNA MANERA DE VIVIR*

 

Doctor Giuseppe Cammarella, Nice

Miembro del Colegio Americano de Orgonomía, Princeton

Responsable del colegio Americano de Orgonomía en Europa

 

*(Adaptación de un texto leído en la 1ª reunión anual de información sobre la orgonomía que tuvo lugar en Niza el 8 de septiembre de 1987)

 

Os voy a hablar hoy de una revolución cultural pacífica, iniciada aquí hace setenta años, que ya ha modificado y continuará cambiando de forma radical la imagen y el corazón del hombre en los siglos venideros.

Acordémonos en los años veinte en Europa occidental. En esa época, la sociedad parecía congelada: las clases sociales, el mundo urbano y rural, la relación entre los hombres. Aquí y allá habían sacudidas, conflictos sociales, incluso guerras sangrientas, pero todo retornaba al orden puesto que el hombre siempre llegaba a encontrar compensaciones materiales o metafísicas a su desorden interior.

Esto era completamente normal puesto que él no se conocía, ya que todo lo que podía encontrar para satisfacerse (las religiones, los ideales nacionalistas, la acumulación de fortunas) era extraño a su verdadera naturaleza animal, biológica.

 

*

 

Entonces llegó Freud, mostró al hombre que todo lo que hacía y pensaba no era verdaderamente lo que el creía hacer o pensar. Demostró que la actividad consciente del hombre, que se reflejaba en lo cotidiano y en contexto social en el cual vivía, no era más que un pálido reflejo de su vida interior, profunda y escondida; no era más que la punta visible de un iceberg.

Sostuvo que la actividad del hombre estaba regida por una fuerza extraordinaria (a la que llamó líbido) que condiciona cada actividad, gesto, pensamiento, sueño; era una verdadera fuerza de la naturaleza. Freud encontró también que en momento que esta líbido se reprime por las circunstancias exteriores, por las prohibiciones sociales, por los padres, es decir cuando uno la suprime o la reprime, aparece la enfermedad que él llamó neurosis.

Su propia estructura caracterial y las circunstancias exteriores empujaron a Freud a hacer marcha atrás y considerar la líbido como una simple metáfora, desprovista de todo valor energético.

 

*

 

Allá donde el maestro no llegó, llegó el alumno. Uno de los más brillantes, de los más fascinantes y cuya historia se recordará como nos acordamos hoy de Galileo o de Leonardo da Vinci.  Era el Dr. Wilhelm Reich. Asistente- jefe y más tarde director de la Policlínica Psicoanalítica de Viena creada por Freud, director del seminario de técnica psicoanalítica, estaba considerado, con razón, el sucesor natural de Freud. Sin embargo, Reich fue el único a seguir fiel al concepto original de la libido de Freud. Cuando este renegó de su teoría, Reich se vio obligado, a su pesar, a contradecirlo. No porque fuera un rebelde o un buscador de gloria, sino porque el trabajo clínico de cada día le mostraba cada vez más la solidez de la teoría energética de Freud. Constató en su clínica y en su gabinete que toda la miseria emocional del hombre-como él la llamó- no era más que debida a una sola causa, la negación de esta líbido. Percibió que los diferentes síntomas de la neurosis o de toda otra enfermedad funcional (es decir una enfermedad en la cual no había lesión orgánica-anatómica, demostrada o demostrable), todos los síntomas no eran más que las diferentes facetas de la supresión de esta energía.

Reich se interesó cada vez más en la forma actual (que veía ante sus ojos) en la que los enfermos trataban de ocultar esta fuerza misteriosa. Estaba la seducción de la histérica, la rigidez del compulsivo, también el comportamiento explosivo del impulsivo. Él los observaba, los desenmascaraba, demolía todas las defensas para darse cuenta entonces que, en todos sus enfermos, una vez la coraza caída, había una capa de perversidad, de maldad, de odio, de destructividad sádica.

Al tiempo y a medida  que avanzaba en su trabajo, se dio cuenta de que una vez que les había sido posible a los enfermos expresarse y desahogarse en la terapia de todas las pulsiones secundarias- las llamó secundarias porque sólo eran la deformación de las emociones primarias, sanas y racionales del hombre- una vez que incluso esta segunda capa había caído, entonces en todos los enfermos era posible poner al desnudo emociones y sensaciones que fueron reprimidos y escondidas desde la más tierna infancia, una furia asesina contra la supresión sufrida, una tristeza infinita por el amor de los padres, perdido, una nostalgia profunda de un tiempo lejano en el que  la felicidad parecía tan sencilla y tan cercana. Reich se dio cuenta de que todas estas reacciones emocionales estaban acompañadas de reacciones vegetativas-fisiológicas: sudores, calambres, palpitaciones, náuseas, espasmos, temblores, clonismos. Cuanto más fuertes eran estas manifestaciones, más los enfermos avanzaban en la terapia y en la vida (1). Por lo tanto, concluyó que la liberación gradual de estas emociones y de estas sensaciones limpiaba toda neurosis existente y permitía al individuo una vida   genital satisfactoria, y de asumir la responsabilidad de su vida en el día a día (2). Reich llegó a la conclusión de que el hombre y su fuerza vital, estaban encarcelados en una verdadera ARMADURA que era a la vez caracterial y somática (3). Esta armadura protege al hombre de los ataques del mundo exterior (y de las pulsiones interiores) pero al mismo tiempo elimina del hombre toda espontaneidad y alegría de vivir; está separado del mundo exterior y de sí mismo.

Demoliendo la coraza, Reich se dio cuenta de que una cantidad enorme de energía se liberaba. Quiso medirla, puesto que creía que se trataba de una verdadera energía eléctrica o bio-eléctrica. Una serie de experimentos le demostró que los diferentes estados emocionales del hombre estaban regidos por la misma energía. Era la dirección del movimiento de la energía la que determinaba la cualidad de la emoción o de la sensación. Si la energía se dirigía hacia la periferia del cuerpo (piel, músculos) entonces la persona sentía placer o rabia, si se dirigía hacia el centro del organismo entonces era ansiedad (fig. 1). El oscilógrafo mostraba una desviación positiva mientras la persona experimentaba placer (fig. 2), por el contrario, la desviación era negativa cuando la persona estaba alterada. Reich observó que la cantidad de energía medida por el oscilógrafo era mínima en relación a las fuertes sensaciones sentidas por las personas sometidas a los experimentos. Existía un cambio muy fuerte entre la carga registrada (algunos milivoltios solamente) y la emoción sentida (4).

 






Reich concluyó que no se trataba de una energía eléctrica, sino de una energía en ese momento desconocida, quizás la misma energía vital postulada por BERGSON o por las filosofías indias. Se percató también que una serie repetida de estímulos negativos condiciona el organismo. Este deviene- por así decirlo- prudente. Cuanto más se repite el estímulo negativo, más dificultad tiene en abrirse, es exactamente lo que le pasa a una ameba cuando la pinchamos varias veces seguidas con una aguja: ella se contrae, se acurruca sobre ella misma. Para el hombre es lo mismo (fig.4): se trata de una verdadera contracción del protoplasma.



Siempre más intrigado por esta energía, Reich quiso definirla mejor. Se dijo para sí, que si un hombre de piedra, es decir acorazado, es capaz de liberar tal cantidad de energía gracias al “calentamiento” provocado por la terapia, lo mismo debía ser posible en la naturaleza. Tuvo entonces le idea de poner, cualquier material orgánico en agua, hacerla hervir y examinarla al microscopio. ¡Un mundo nuevo e insospechado se abrió ante sus ojos! Había vesículas por todas partes (“biones” como el los llamó) que zigzagueaban, se movían danzando, se acercaban luego se alejaban, parecían casi jugar. Utilizó arena del océano puesto que él pensó que debía contener una enorme cantidad de energía. No fue decepcionado. Después de haber calentado la arena hasta incandescencia le fue posible observar al microscopio biones que irradiaban energía hasta un punto tal, que si depositaba en una lámina una cierta cantidad y que si el depositaba la lámina enseguida sobre la piel, esta se ponía roja (fig.5) También su ojo, con el que había mirado al microscopio, fue alcanzado fuertemente por la radiación biónica hasta el punto que cogió una fuerte conjuntivitis (5).



Observando los biones, a los que él consideraba ahora  como vesículas de energía, Reich observó que una vez liberados de la masa orgánica o inorgánica, eran capaces- bajo ciertas condiciones- de reunirse en racimos para finalmente formar protozoarios (fig.6). (Incluso la biología clásica reconoce la existencia, en todo organismo unicelular, de lo que llama “vesícula pulsátil” que sería el centro energético del micro-organismo).



Reich concluyó por lo tanto que estaba tratando con una energía que se encontraba en el hombre y en todo el mundo animal, vegetal y mineral (únicamente, en este último bajo una forma contraída, es decir solidificada). Se percató también que en todos los organismos vivos, de los más simples los más complejos, esta energía se acumulaba para descargarse a intervalos regulares. Llamó a esta función reguladora la FUNCIÓN DEL ORGASMO (fig.7), puesto que era gracias a una contracción repentina y completa de todo el protoplasma que la cantidad de energía en exceso podía ser descargada (1).




Reich estaba cada vez más convencido de que el hombre, y todo organismo vivo, se bañaba en un océano energético a partir del cual tomaba su energía. Le fue posible detectarla gracias a medias térmicas, electroscópicas y otras. Sus experiencias fueron confirmadas por Einstein quien inmediatamente las negó (6), como Freud ya  había hecho en otra ocasión, cuando había tocado de cerca la energía vital (7), lo que llevo a Reich a decir que la energía había estado ahí desde siglos, incluso desde milenios. Era el hombre acorazado quien la había repudiado, en sí mismo y a su alrededor, haciendo esto, no la reconocía como una fuerza que le pertenecía, sino que la relegó al reino místico del más allá. Además, desde hacía mucho tiempo, las corrientes de energía que algunas veces, podía sentir le daban la impresión de que el diablo lo había apresado (8)

*




( continúa...)


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