jueves, 25 de julio de 2024

ORGÓN Y TÚ (Un libro serializado) por Lois Wyvell ( continuación_6)

 

Después de un tiempo de inactividad en la edición de entradas en el blog. Retomamos el trabajo y continuamos con la publicación de la traducción del libro serializado escrito por Lois Wyvell que se publicó en la revista Offshots of Orgonomy VII.







ORGÓN Y TÚ (Un libro serializado) por Lois Wyvell

( continuación ) 


Reich ha sido criticado por no responder a esos ataques con un recurso ante la ley. También ha siso criticado por su pérdida de fe en sus abogados. Él quería ir a los tribunales y sugirió una demanda por difamación contra Brady, pero su abogado, el famoso liberal Arthur Gardfield Hays, le desaconsejó tal demanda o cualquier demanda, diciendo que eran difíciles de ganar. Reich luego sugirió que tomaran acciones legales sobre la base de que los atacantes estaban obstruyendo la salud pública, pero Hays otra vez le aconsejó no hacer nada, diciendo esta vez que no hay una ley para proteger la salud pública. Trató de consolar a Reich recordándoles que los grandes pioneros han siso perseguidos por sus descubrimientos, sin saber que Reich había rechazado hacia mucho tiempo tal martirio. Reich dijo que no aceptaría la matanza sacrificial de inocentes mediante la cual hombrecillos impotentes y medio muertos reconocen y se vengan de aquellos que son vibrantes y ricos de vida. Intento en su propia persona abolir las el asesinato socialmente consentido de los grandes dadores. Sin embargo, dejo claro el punto, para que quienes lo hayan escuchado puedan transmitirlo, que no tenemos derecho a aceptar el martirio involuntario de los grandes artistas y científicos creativos como un precio que tienen que pagar por darnos nuestros mayores regalos, simplemente encogiéndose de hombros; “Los grandes siempre han sido perseguidos…”

Justo dos meses después de que el articulo de Brady apareciera, en julio de 1947, The Federal Food and Drug Association (FDA) (que más tarde se descubrió que había albergado a varios comunistas en ese momento) respondió al artículo iniciando una investigación del acumulador de energía orgón. Hubo dos largas “investigaciones” la primera principalmente un esfuerzo decidido para demostrar que existía un negocio sexual, que estuvo probablemente relacionado con el hecho de que el administrador a cargo de la investigación, W.R.M. Wharton, Chief of the Eastern Division of the  FDA, era un hombre  pornográfico (y por lo tanto impotente y puritano) que estaba enfurecido por las implicaciones  del escándalo sexual en el articulo de Brady. Su personal informó que era propenso a hacer cosas como poner un pene de cerámica en su escritorio cuando llamaba a su secretaria para tomar el dictado. En su condición, descubrir lo que creía que era algún tipo de perversión lo excitó y  enfureció; por lo que estaba muy dedicado a la consecución de esta tarea.

Reich no sabía nada acerca de la perversión de Wharton’s y en el inicio cooperaba por completo con los inspectores, solicitando a sus compañeros de trabajo y usuarios del acumulador a hacer lo mismo. Sin embargo, los informes de pacientes y orgonomistas gradualmente revelaron que los investigadores estaban menos interesados en el acumulador que en tratar de probar que había cierta actividad sexual criminal en marcha. Reich entonces avisó a todos de no cooperar más.

Sin embargo, los investigadores de la FDA lograron obtener entrevistas con arrendadores de acumuladores en New York, New Jersey, Pennsylvania, Maine, Oregón y, California. Pero, intentándolo todo lo que pudieron, en un año y medio, no pudieron encontrar evidencia dañina por parte de los arrendatarios de los acumuladores, por eso se volvieron hacia los psiquiatras, cuya animadversión hacia Reich era bien conocida.

La interferencia de la FDA solidificó la visión despectiva de Reich sostenida por el Dr. Henry A. Cotton, New Jersey’s Deputy Commissioner for Mental Hygiene and Hospitals, quien dijo al inspector que había un semillero de Reichianos en Malboro State Hospital.

Este “semillero” estaba compuesto por el Dr. Elsworth F. Baker, quien dirigía el Servicio de la Mujer y los psiquiatras residentes  Alber I. Duvall y Chester Rafael, todos orgonomistas practicantes. Esto inició otra batalla, y eventualmente tres doctores fueron despedidos o dimitieron.

Como se puede imaginar, este fue un tiempo de mucha tensión y agitación en los círculos orgonomicos, y Reich estaba constantemente en el centro del remolino. No sólo los doctores orgonomicos se vieron afectados negativamente profesionalmente, sino que algunos de ellos se asustaron y se retiraron. Por ejemplo, el Dr. Allan A. Cott, que se había considerado a sí mismo tan dedicado a  la orgonomia que  había incrustado el símbolo orgonomico en el suelo de su oficina, cortó las conexiones con la orgonomia en marzo de 1952. Estaba tan asustado y tan ansioso ser disociado que incluso hizo que su abogado me escribiera una carta formal indicando que ya no pertenecía al Comité de Autorregulación, que había desaparecido hacía unos años.

La primera investigación de la FDA quedo estancada por falta de evidencia y acabó en mayo de 1948 con Warton indicando en el resumen del informe que no se habían encontrado usuarios del acumulador insatisfechos, que “todas las personas entrevistadas estaban extremadamente satisfechas con los resultados que atribuían al dispositivo”. Esto normalmente habría puesto fin al asunto, pero aquellos que estaban determinados a destruir a Reich no lo dejaron descansar, y trabajaron constantemente entre bastidores para reabrir el caso.  Ahora sabíamos quienes eran. Baste decir aquí que, aunque la orgonomia se consideraba una amenaza por los psiquiatras y la industria farmacéutica, y aunque utilizaron medios de ataque convenientemente prácticos cuando se puso en sus manos por Brady, ellos no iniciaron más que rumores contra Reich. Siguieron tres años de relativa tranquilidad antes de que  se reanudara la investigación de la FDA. Finalmente les llevo 10 años y dos millones de dólares, presumiblemente para parar el envío interestatal de un par de cientos inofensivos “dispositivos” que fueron alquilados por una infinitesimal cantidad de dinero comparado con el coste de las investigaciones. Algunos oficiales honestos de la FDA objetaron reabrir el caso. Un tal señor Barnard escribió al comisionado adjunto Larrick, quién dirigió la segunda investigación, acerca de la falta de afirmaciones de que el dispositivo curaba y la falta de evidencia de que los usuarios “fueron llevados para tratar condiciones de enfermedades graves” con el acumulador, añadiendo que seria un gasto de dinero probar  el acumulador y continuar la investigación a menos que tuvieran tal evidencia. No hubo tal evidencia, por lo que plantaron la evidencia, utilizando a empleados de la FDA, quienes testificarían según las instrucciones.


( continúa. . .)



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