EL PARTO
Por
lo tanto, tomamos un acuerdo con un obstetra y una enfermera, que practicaban
el método orgonómico y, se preparó para ella una habitación de alojamiento
conjunto en el hospital. Ella usó el acumulador de energía orgonómica durante
todo el embarazo (2); un poco antes del 4º mes
sintió los primeros signos de vida, los movimientos del niño eran vigorosos y
activos, nunca violentos. Tres semanas antes de la fecha prevista para el
parto, se levantó a las 2 de la madrugada con ligeras contracciones y una
pequeña pérdida de sangre. Los dolores aumentaron rápidamente de intensidad y
frecuencia y se dirigió al hospital. A las 3,30 h. dio a luz, sin anestesia,
una niña de 2 kg.450 gr. El parto tuvo lugar sin problemas ni complicaciones y
había conseguido, durante todo el tiempo respirar a fondo. En el momento de la
expulsión tuvo miedo, pero recordó que no debía contener la respiración, así
que empezó a gritar para poder seguir respirando. El bebé nació con el cordón
alrededor del cuello. La cara estaba azul, pero se volvió rosada en pocos
segundos, una vez se retiró el cordón. No hubo necesidad de recurrir a la
ventilación manual ni de practicar otras maniobras de reanimación. Su peso era
inferior a 2 kg.500, y el bebé fue colocado en una incubadora (esta era la
regla rigurosa y severa del hospital). Sin embargo, en este hospital, donde nunca
se había permitido el alojamiento conjunto, se permitió que la incubadora se
colocara en la habitación de la madre y se aceptó la presencia de la enfermera
particular. La madre podía tener al bebé cerca cuando lo deseara, sin la menor
interferencia por parte del hospital. No se le puso ninguna instilación de
nitrato de plata o de otra solución en los ojos del niño. No se notó secreción
en la garganta.
LA
LACTANCIA
Después
del parto, la pequeña se puso al pecho desde los primeros movimientos de
succión incluso aunque la madre no creyera tener leche. Yo vi al bebé a las 13:00h.
En el momento de la segunda alimentación. La madre y el niño se veían saludables.
La joven mujer me dijo que había sentido unas corrientes que atravesaban su
cuerpo y sus muslos durante el parto, que había experimentado mucha angustia en
el momento de la expulsión y que había gritado por no retener la respiración.
El dolor no fue intenso y, había rechazado la anestesia. Hasta el momento de la
segunda toma no había sentido ninguna sensación de corriente en los pechos,
pero esto se produjo poco después, mientras un chorro de leche fluía
abundantemente de sus pezones. Sintió corrientes en su útero, pelvis y los
muslos. En la palpación, el útero estaba bien contraído, pero no hasta el punto
de estar duro y resistente como es habitual constatar en los servicios de
obstetricia.
La
tez del niño era de un hermoso rosa; el cuerpo caliente en todas partes y en
cada respiración profunda se notaba el reflejo del orgasmo (1). Cuando tenía hambre, lloraba con fuerza y cólera;
sus movimientos de succión eran muy marcados, chasqueaba los labios y chupaba
vigorosamente. Durante esta mamada pude observar un orgasmo oral. La camiseta del
hospital que llevaba el bebé fue cosida al final de las mangas para evitar que
se arañara la cara. Dado que impedía los movimientos de sus manos, le pedí a la
enfermera de cortar las mangas, lo cual hizo. La pequeña estaba vital, en
alerta y reaccionaba rápidamente cuando la tocábamos. Tenía la impresión que
nos estaba observando cuando sus ojos se centraban en nuestra dirección; estaba
convencido de esto durante mi segunda visita. La posición anormal del cordón
umbilical, no había dejado ningún rastro de cianosis o de traumatismo; el
cuello estaba tierno, el tórax libre, la respiración completa, el abdomen
flexible y caliente. Las extremidades también estaban calientes. Ella podía
moverse libremente y girarse de un lado para otro y, a partir del tercer día darse
la vuelta sobre sí misma.
La
vi de nuevo a la mañana siguiente, en presencia de otro orgonomista,
especialista en pediatría orgonomica. Alrededor de las 24 horas después del
parto, la madre ya estaba levantada. Sentía las corrientes en el pecho y en el
útero mientras amamantaba y cuando las sensaciones se intensificaban eran a veces dolorosas. Tenía leche en abundancia.
El bebé, todavía en la incubadora había perdido solo 7 gr. en relación a su
peso inicial, contrariamente a lo que se observa habitualmente, es decir una
disminución significativa en el peso. En las condiciones ideales, se debería
constatar un aumento gradual del peso en lugar de una disminución.
La
pequeña continuaba teniendo todos los signos de salud. Aparte de sus gritos de
hambre, raramente lloraba, ante el asombro de las enfermeras de la unidad, ya
que era el único bebé que parecía que nunca lloraba. Durante esta visita
llegamos a la conclusión de que ella miraba bien a la gente e incluso la seguía
con su mirada. Mientras
estaba mamaba, todavía observamos un orgasmo oral y la madre nos afirmó que
había notado otros. El otro orgonomista sugirió quitar la placa de
identificación de colgaba del cuello del bebé, lo cual se hizo y, especialmente
teniendo en cuenta que había tenido el cordón umbilical enrollado alrededor del
cuello. Él tuvo la impresión de que ella estaba conteniendo un poco la
respiración a nivel de la garganta; sin embargo, la ola de excitación alcanzaba
la pelvis, seguida por el reflejo del orgasmo. Al quinto día, la madre y el
bebé volvían a su casa.
El
quinto y el séptimo día, nuestra asistenta social orgonomista visitó al bebé.
Nos comunicó que el abdomen de la pequeña le parecía hinchado y duro en cada visita. El bebé había
tenido una ligera regurgitación y no parecía estar a gusto, las heces eran
liquidas y a chorros. Se irradió a la niña
durante tres o cuatro minutos con un acumulador direccional de embudo : ella vomitó y
parecía aliviada. Volví a ver al bebé ocho horas después con mi colega
orgonomista. Su abdomen no parecía dilatado, sus heces eran un poco acuosas,
pero bastante bien formadas. Ella continuaba
teniendo orgasmos orales, el calor de su cuerpo era uniforme, respiraba bien y
no había ningún bloqueo aparente. Cuando entramos, ellas dormían plácidamente entonces
se despertó lenta y agradablemente y de inmediato empezó a mamar. Estaba muy viva, despierta y nos sentimos
espontáneamente atraídos por ella. Era
capaz de enderezar la cabeza. Este bebé no parecía haber sufrido ninguna
experiencia traumática durante los diez primeros días de su vida. Examiné
también a la madre; ella no presentaba
ningún acorazamiento y se sentía bien;
palpándole el útero éste estaba impalpable. Ella nos dijo haber tenido
muchos sueños sexuales excitantes.
( Continúa...)
No hay comentarios:
Publicar un comentario