Wilhelm Reich nos dejó un legado muy extenso, con nuevas formas de ver y de aproximarnos a nosotros mismos y a todo lo que nos rodea. Como ocurre muy a menudo, una parte de su obra es poco conocida; por este motivo en esta ocasión queremos compartir este texto que escribió sobre el Funcionalismo Orgonómico, un método de investigación y razonamiento que estaba mucho más cerca de la Naturaleza que otras técnicas de investigación de aquel momento.
FUNCIONALISMO ORGONÓMICO EN LA NATURALEZA-NO VIVA*
Wilhelm Reich
Wilhelm Reich
Hasta el verano de 1940, no
conocía nada de la existencia del orgón atmosférico (cósmico). Los resultados teóricos,
que habían derivado de las sensaciones orgánicas y los procesos bioenergéticos,
estaban respaldados concretamente por muchos hechos y procesos. Sin embargo,
las conclusiones relacionadas con el mundo natural que rodea el organismo solo eran
marcos formales de pensamiento, hipótesis, sin el apoyo de ningún hecho
verificable. La penetración conseguida por el funcionalismo fuera de la esfera
de lo viviente y la esfera de la naturaleza no viviente, fuera de la biología y
dentro de la física, tuvieron lugar con una consistencia tal en los procesos de
pensamiento y observaciones que me sorprendieron incluso a mí, a pesar de que
ya llevaba más de veinte años de investigación científica funcional detrás de
mí. En el curso del desarrollo de la teoría del análisis del carácter, me había
convertido en un experto en reconocer y observar funciones puramente formales,
por esto mi interés estuvo sostenido no sólo por los nuevos hechos que
surgieron, sino también en grado extraordinario por el proceso de descubrimiento y la organización en sí. Estrictamente
hablando el acto de pensar es en sí mismo un proceso natural. Durante muchos
años sentí que yo era la herramienta de una lógica interna de un proceso
natural, una herramienta que simplemente tenía que mantenerse en perfecto
estado para funcionar bien. Como estaba muy familiarizado con la religión y el
misticismo de mis pacientes psiquiátricos, sabía que tal actitud hacia mi
propia investigación científica podría caer fácilmente en el misticismo. Pude
ver porque la gente comenzó a acusarme de misticismo cuando empecé a trabajar
con las sensaciones orgánicas.Entendí porque importantes
científicos que habían entrado en contacto con ciertos procesos naturales
orgonóticos, como la sensación o el campo de energía biológicas, se habían
convertido en místicos. Como psiquiatra, conocía la esfera experiencial del
esquizofrénico demasiado bien para no darme cuenta en que punto estallaron sus
sensaciones cósmicas. Mi organismo estaba tan bien preparado para la tarea a la
que me enfrentaba que nunca pensé conscientemente al respecto. Fui salvado del
destino fatal que había sucedido a otros científicos porque no creí ninguno de
mis supuestos a no ser que pudieran ser verificados por medio de un aparato o
por controles clínicos.
Si miramos el organismo como una función natural
especialmente organizada, cualquiera que aplique consecuentemente el sistema de
pensamiento funcional se encuentra inmediatamente de cara con la pregunta: “Cuál
es la antítesis funcional del organismo investigador?” Es fácil de ver que
incluso donde los acontecimientos
naturales puramente mecánicos, como la ciada libre, la presión, la tensión, etc.…son
estudiados, el organismo alcanza sus propias sensaciones orgánicas y las
correlaciona con los procesos objetivos. Pero, junto con la mecánica, también
hay fundamentalmente diferentes tipos de sensaciones orgánicas, emociones
internas que no tienen nada de mecánico. Experimentamos el azul del cielo, una
puesta de sol, las estrellas, los colores verdes de la primavera, las
ondulaciones de un paisaje montañoso, etc. De una manera peculiarmente teñida
por la emoción. Esta experiencia es una realidad psíquica. La ciencia
mecanicista no está preocupada con este lado de la naturaleza; ni con los
procesos naturales correspondientes que tienen lugar fuera del organismo. Por
alguna razón inexplicable en la ciencia mecanicista se les negó el acceso a
estas áreas funcionales donde sólo los juicios estéticos, religiosos, morales y
artísticos estuvieron y siguen siendo válidos. El conocimiento físico del rojo
de una puesta de sol o el color violeta azulado del cielo antes del amanecer
son el resultado de ciertas vibraciones mecánicas que de ninguna manera afectan
al hecho de que experimentemos la naturaleza como lo hacemos y no tiene
absolutamente nada que hacer con el proceso natural en sí. Abarca solamente la mecánica,
pero no el lado funcional y emocional de tales procesos. Goethe, en su papel como científico,
era perfectamente consciente de esto.
Las declaraciones mecanicistas
sobre la naturaleza nos dejan fríos. No hay armonía que vincule la emoción con
los amperios eléctricos. Un investigador mecanicista está entusiasmado con el
descubrimiento mismo, pero no con la naturaleza fundamental de lo que se
descubre. Por otro lado, hay un enlace armonioso en la esfera funcional entre
la emoción y los acontecimientos objetivos, y esto nos dice que la calidad
distintiva de la naturaleza viva de alguna manera debe tener su antítesis en la
naturaleza no viva. De otra manera, el organismo de investigación no experimentaría
ninguna excitación emocional. Esto se hace inmediatamente comprensible cuando
encontré que lo que fuera que se está moviendo en mí, constituyendo mis
emociones y haciéndome “vivo”, también se mueve en el universo fuera de mi
cuerpo, y es visible, medible y puede ser concentrado y usado.
* Escrito 1947-48. Traducido del alemán al inglés por Derek and Inge Jordan
Traducido del inglés al castellano por Ascensión Martínez.
Traducido del inglés al castellano por Ascensión Martínez.
( continúa . . . )
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