“Et
quand tu seras consolé , tu seras content de m’avoir
connu.”
Le petit prince. Antoine
de Saint-Exupéry
Dentro de nuestro devenir como seres humanos vamos pasando por diferentes situaciones vitales y viviendo diversos procesos de duelo. El soporte y acompañamiento en esos momentos es como un abrazo cálido que nos acoge y nos ayuda a continuar hacia adelante.
Como un abrazo simbólico queremos dedicar esta entrada a la memoria de Mª Amparo, madre de nuestra compañera y directora de Giro-Salud Carolina Soler. Nuestro acompañamiento más sincero.
Nº 55 GiroSalut. Nº 10 BarnaSalut
Nº 55 GiroSalut. Nº 10 BarnaSalut
El proceso del DUELO
-Por
Carlos Frigola y Eva Moya-
Con la voluntad de ayudar y acompañar durante el arduo
trabajo
De reponerse a una perdida , hoy dedicamos el articulo de
Girosalut al proceso de duelo.
Situación inevitable en algún momento de nuestro viaje.
Desglosaremos las cuatro etapas del proceso de duelo,
para una mayor comprensión, según la postura de L.Pincus
La primera respuesta, es el estado de Shock. Colapso físico, violentos arrebatos (outbursts),
retirada emocional. Negación. Incapacidad de enfrentarse a la realidad de la
muerte. Una situación dada que te sorprende. Te coge desprevenido. La reacción
inicial por parte de los amigos es que la persona que padece el duelo se
distraiga. El primer sentimiento de quien hace el duelo es la ansiedad de saber
que está solo y abandonado. Por eso necesita la presencia física de otra
persona que lo acompañe.
La solución más común de una viuda, en procesos de
separación o divorcio, es llevarse al hijo a dormir a la gran cama matrimonial.
El Shock dura unos cuantos días.
La segunda fase es la Fase Controlada. Asuntos mundanos: pagar el funeral, ocuparse del
testamento…tiene que ver con las costumbres sociales o religiosas de cada país.
Aquí, todo esto actúa sobre el súper-yo de quien hace el duelo, bien expresando
todos los sentimientos o dando soporte a las necesidades regresivas, de estar
solo por ejemplo. Puede coincidir o no con las costumbres sociales. Depende de
las necesidades del súper-yo de la persona. Es necesario siempre la presencia
de la simpatía y comprensión de los otros, dando a la persona que hace el duelo
un sentimiento de seguridad. Permitiendo que la vida continúe a pesar de que él
esté haciendo el duelo. En esta fase controlada comienza la fase de enfrentarse
a la realidad de la nueva situación y el gran dolor que significa la retirada
de la libido de la persona perdida. Esta retirada hace que la persona se sienta
perdida y abandonada. Comenzando el proceso de agonía y dolor mental
En la segunda etapa se empieza la tarea de enfrentarse a la realidad de la nueva situación
La tercera fase, la
Búsqueda de la persona perdida parece ser que es una defensa universal
automática para no aceptar el dolor ingobernable que te hace sentir la pérdida
del ser amado. La búsqueda es la conducta principal para encontrar la pérdida.
Los niños y los animales siempre buscan el objeto perdido fuera del campo
visual momentáneo. Muchas personas en la etapa de la búsqueda manifiestan
conductas de tensión, tristeza, perdida por el interés por las cosas no
relacionadas con la persona perdida, cansancio…todos estos síntomas hacen que,
poco a poco, se acepte la realidad de la pérdida y que la persona en el duelo
vaya aceptando lentamente la nueva situación y le permita ir reconstruyendo su
mundo interno. De hecho, este impulso de buscar a la persona desaparecida no se
va completamente nunca.
Cuando el que hace el duelo se empieza a sentir más
relajado y el dolor mental disminuye, la búsqueda llega aun estadio de encontrar un sentido a la
presencia de la persona perdida. Es decir, se detiene la búsqueda de forma
compulsiva y entra en estado de encontrar un sentido a la presencia de la
persona perdida. Esta “presencia” puede ser incluso reconfortante y a micha
gente le ayuda a dormir. Estos estadios o periodos son inevitables. Poco a poco
se va mitigando la experiencia depresiva, de desesperación que vienen y van
según el momento del día. Este sentimiento esta asociado a la vergüenza, rabia,
hostilidad e incluso a la ambivalencia de amor y odio hacia el objeto perdido.
Los niños pequeños a veces, se enfrentan al terror de
que su odio pueda matar a su madre y después se sienten perdidos y solos por
siempre más. La ambivalencia es inseparable de la culpa. La culpa de lo que has
hecho o no por el objeto perdido, de lo que has dicho o no. Hecho que todavía
retroalimenta más la culpa. Quizás los momentos más dolorosos y confusionales
de la culpa son los momentos de triunfos de que el objeto amado está muerto y
yo vivo a nivel inconsciente. Esto nos lleva a que a veces nos podemos sentir
menos culpables si nos dedicamos una parte de nuestra vida a pagar la
restitución, reparación de la persona perdida a través de la idealización ( que
es una defensa psíquica para reducir el nivel de angustia) o la identificación
( confusión) de la persona perdida. La “identificación” parece la solución perfecta
para todos los viudos y viudas. Parece pues que ya han internalizado a la
persona perdida y mitiga de alguna manera el dolor de la pérdida.
Resumiendo, identificación cuidando los objetos de la
persona perdida, como por ejemplo ordenando su ropa…, restitución, rabia,
hostilidad y culpa están presentes en todo proceso de duelo.
En los peores casos de duelo, podríamos decir, puede
haber una regresión. La persona que hace el duelo puede sentir miedo o
vergüenza o hacer acciones infantiles o irracionales que las personas de su
entorno no entienden. La persona que hace el duelo necesita y requiere simpatía
y aceptación amorosa para sentirse seguro. Necesita contención, es decir, el
papel de la madre hacia su hijo pequeño. Si no obtiene esto puede acabar en
enfermedad. Depresión. Esta depresión típica se puede alternar con momentos
excepcionales de madurez y autodisciplina. Llevándolo hacia la aceptación de la
nueva realidad y la salud.
¿Cómo se completa un proceso de duelo? ¿Qué significa
esto? Depende de cada individuo. Cada individuo ha de hacer el duelo en su
espacio y su tiempo. Aquí entraríamos en la fase de adaptación.
Podríamos decir, en términos generales, que el ciclo
de las cuatro estaciones del año con sus símbolos de nacimientos y duelo,
podría ser el periodo “objetivo” de tiempo para completar el proceso de duelo.
Aunque hay personas que necesitan mucho más tiempo para adaptarse a la nueva
vida. Posiblemente el aniversario de la muerte, etc.
En general, el único criterio válido para que el duelo
no se haga patológico es que la persona pueda enfrentarse de nuevo a la vida
sola. De todas formas, es un proceso continuo para irse adaptando. La soledad y
el aislamiento de las sociedades modernas hacen que la persona en duelo
necesita siempre el soporte y la simpatía de los amigos. Es como una herida en
la piel o una fractura en un hueso para que el nuevo tejido pueda crecer y
cicatrizar. Podríamos decir que solamente cuando la persona perdida ha sido
internalizada y se convierte en parte de la vida de uno mismo, una parte que
puede ser integrada en la propia personalidad y enriquecerla podríamos decir
que el proceso de duelo se ha completado. Con esta personalidad ya enriquecida
y ajustada se pueden hacer nuevos planes de futuro. La represión y posponer el
duelo, como por ejemplo seguir trabajando en la oficina como si no hubiera
pasado nada, pueden conducir a una vida emocional empobrecida como dice Freud “
El test de la realidad nos hace ver que la persona querida ya no está, requiere
que el vínculo de la libido tenga de retirarse del objeto perdido”.
Carles Frigola es psiquiatra y
psicoanalista. Médico orgonomista.
Eva Moya es diplomada en magisterio.
Postgrado en comunicación.
Para ampliar información en otros
temas podéis consultar:
www.wilhelm-reich.org
www.wilhelm-reich.org
y el blog; www.compartir-wilhelmreich.blogspot.com
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