viernes, 25 de enero de 2019

EL PROCESO DE DUELO

“Et quand tu seras consolé , tu seras content de m’avoir connu.”


 Le petit prince. Antoine de Saint-Exupéry


Dentro de nuestro devenir como seres humanos vamos pasando por diferentes situaciones vitales y viviendo diversos procesos de duelo. El soporte y acompañamiento en esos momentos es como un abrazo cálido que nos acoge y nos ayuda a continuar hacia adelante.


Como un abrazo simbólico queremos dedicar esta entrada a la memoria de Mª Amparo, madre de nuestra compañera y directora de Giro-Salud Carolina Soler. Nuestro acompañamiento más sincero.


Nº 55 GiroSalut. Nº 10 BarnaSalut







El proceso  del  DUELO

                                                 -Por Carlos Frigola y Eva Moya-


Con la voluntad de ayudar y acompañar durante el arduo trabajo
De reponerse a una perdida , hoy dedicamos el articulo de Girosalut al proceso de duelo.
Situación inevitable en algún momento de nuestro viaje.


Desglosaremos las cuatro etapas del proceso de duelo, para una mayor comprensión, según la postura de L.Pincus

La primera respuesta, es el estado de Shock. Colapso físico, violentos arrebatos (outbursts), retirada emocional. Negación. Incapacidad de enfrentarse a la realidad de la muerte. Una situación dada que te sorprende. Te coge desprevenido. La reacción inicial por parte de los amigos es que la persona que padece el duelo se distraiga. El primer sentimiento de quien hace el duelo es la ansiedad de saber que está solo y abandonado. Por eso necesita la presencia física de otra persona que lo acompañe.

La solución más común de una viuda, en procesos de separación o divorcio, es llevarse al hijo a dormir a la gran cama matrimonial. El Shock dura unos cuantos días.

La segunda fase es la Fase Controlada. Asuntos mundanos: pagar el funeral, ocuparse del testamento…tiene que ver con las costumbres sociales o religiosas de cada país. Aquí, todo esto actúa sobre el súper-yo de quien hace el duelo, bien expresando todos los sentimientos o dando soporte a las necesidades regresivas, de estar solo por ejemplo. Puede coincidir o no con las costumbres sociales. Depende de las necesidades del súper-yo de la persona. Es necesario siempre la presencia de la simpatía y comprensión de los otros, dando a la persona que hace el duelo un sentimiento de seguridad. Permitiendo que la vida continúe a pesar de que él esté haciendo el duelo. En esta fase controlada comienza la fase de enfrentarse a la realidad de la nueva situación y el gran dolor que significa la retirada de la libido de la persona perdida. Esta retirada hace que la persona se sienta perdida y abandonada. Comenzando el proceso de agonía y dolor mental

En la segunda etapa se empieza la tarea de enfrentarse a la realidad de la nueva situación

La tercera fase, la Búsqueda de la persona perdida parece ser que es una defensa universal automática para no aceptar el dolor ingobernable que te hace sentir la pérdida del ser amado. La búsqueda es la conducta principal para encontrar la pérdida. Los niños y los animales siempre buscan el objeto perdido fuera del campo visual momentáneo. Muchas personas en la etapa de la búsqueda manifiestan conductas de tensión, tristeza, perdida por el interés por las cosas no relacionadas con la persona perdida, cansancio…todos estos síntomas hacen que, poco a poco, se acepte la realidad de la pérdida y que la persona en el duelo vaya aceptando lentamente la nueva situación y le permita ir reconstruyendo su mundo interno. De hecho, este impulso de buscar a la persona desaparecida no se va completamente nunca.

Cuando el que hace el duelo se empieza a sentir más relajado y el dolor mental disminuye, la búsqueda llega  aun estadio de encontrar un sentido a la presencia de la persona perdida. Es decir, se detiene la búsqueda de forma compulsiva y entra en estado de encontrar un sentido a la presencia de la persona perdida. Esta “presencia” puede ser incluso reconfortante y a micha gente le ayuda a dormir. Estos estadios o periodos son inevitables. Poco a poco se va mitigando la experiencia depresiva, de desesperación que vienen y van según el momento del día. Este sentimiento esta asociado a la vergüenza, rabia, hostilidad e incluso a la ambivalencia de amor y odio hacia el objeto perdido.

Los niños pequeños a veces, se enfrentan al terror de que su odio pueda matar a su madre y después se sienten perdidos y solos por siempre más. La ambivalencia es inseparable de la culpa. La culpa de lo que has hecho o no por el objeto perdido, de lo que has dicho o no. Hecho que todavía retroalimenta más la culpa. Quizás los momentos más dolorosos y confusionales de la culpa son los momentos de triunfos de que el objeto amado está muerto y yo vivo a nivel inconsciente. Esto nos lleva a que a veces nos podemos sentir menos culpables si nos dedicamos una parte de nuestra vida a pagar la restitución, reparación de la persona perdida a través de la idealización ( que es una defensa psíquica para reducir el nivel de angustia) o la identificación ( confusión) de la persona perdida. La “identificación” parece la solución perfecta para todos los viudos y viudas. Parece pues que ya han internalizado a la persona perdida y mitiga de alguna manera el dolor de la pérdida.

Resumiendo, identificación cuidando los objetos de la persona perdida, como por ejemplo ordenando su ropa…, restitución, rabia, hostilidad y culpa están presentes en todo proceso de duelo.

En los peores casos de duelo, podríamos decir, puede haber una regresión. La persona que hace el duelo puede sentir miedo o vergüenza o hacer acciones infantiles o irracionales que las personas de su entorno no entienden. La persona que hace el duelo necesita y requiere simpatía y aceptación amorosa para sentirse seguro. Necesita contención, es decir, el papel de la madre hacia su hijo pequeño. Si no obtiene esto puede acabar en enfermedad. Depresión. Esta depresión típica se puede alternar con momentos excepcionales de madurez y autodisciplina. Llevándolo hacia la aceptación de la nueva realidad y la salud.

¿Cómo se completa un proceso de duelo? ¿Qué significa esto? Depende de cada individuo. Cada individuo ha de hacer el duelo en su espacio y su tiempo. Aquí entraríamos en la fase de adaptación.

Podríamos decir, en términos generales, que el ciclo de las cuatro estaciones del año con sus símbolos de nacimientos y duelo, podría ser el periodo “objetivo” de tiempo para completar el proceso de duelo. Aunque hay personas que necesitan mucho más tiempo para adaptarse a la nueva vida. Posiblemente el aniversario de la muerte, etc.

En general, el único criterio válido para que el duelo no se haga patológico es que la persona pueda enfrentarse de nuevo a la vida sola. De todas formas, es un proceso continuo para irse adaptando. La soledad y el aislamiento de las sociedades modernas hacen que la persona en duelo necesita siempre el soporte y la simpatía de los amigos. Es como una herida en la piel o una fractura en un hueso para que el nuevo tejido pueda crecer y cicatrizar. Podríamos decir que solamente cuando la persona perdida ha sido internalizada y se convierte en parte de la vida de uno mismo, una parte que puede ser integrada en la propia personalidad y enriquecerla podríamos decir que el proceso de duelo se ha completado. Con esta personalidad ya enriquecida y ajustada se pueden hacer nuevos planes de futuro. La represión y posponer el duelo, como por ejemplo seguir trabajando en la oficina como si no hubiera pasado nada, pueden conducir a una vida emocional empobrecida como dice Freud “ El test de la realidad nos hace ver que la persona querida ya no está, requiere que el vínculo de la libido tenga de retirarse del objeto perdido”.


Carles Frigola es psiquiatra y psicoanalista. Médico orgonomista.
Eva Moya es diplomada en magisterio. Postgrado en comunicación.
Para ampliar información en otros temas podéis consultar:
 www.wilhelm-reich.org 





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