En esta nueva entrada queremos compartir con vosotros/as esta adaptación de un articulo leído en la Cuarta Conferencia Internacional de Orgonomía en Munich ( RFA ), Junio de 1984; escrito por el Dr. Giuseppe Cammarella y publicado en la revista de Sciences Orgonomiques 1ère Année nº1- 1986.
“ Observa el movimiento de la tierra,
el del viento el de las ondas, observa entonces el de un niño.
Descubriras que el movimiento de todo lo que es natural encuentra en
él la verdadera expresión de la harmonia. Esto es cierto para los
primeros años de la vida de un niño. Pero pronto, efecto de faltas
teorias de la educación, el niño pierde su vitalidad natural,
espontánea y la capacidad de expresase por el movimiento”.
ISADORA DUNCAN
CUIDADOS DE URGENCIA ORGONÓMICOS EN
EL NIÑO
Doctor Guissepe Cammarella
Orgón-terapéuta, Niza.
Miembro del Colegio Americano de
Orgonomia
INTRODUCCIÓN
El propósito de este artículo es indicar el papel del médico orgonomista en
la atenuación o eliminación de ciertos síntomas que trastornan al niño en su
desarrollo y en su contacto con los demás. Deseo que mi descripción permita a
las madres, a las familias, a los educadores
ayudar ellos mismos a los niños sacando partido de los conocimientos en
orgonomía puesto que, después de que el médico haya trazado la dirección a seguir,
es esencialmente a todos ellos que incumbe dar los primeros cuidados
orgonómicos si la necesidad lo exige.
El propósito de los cuidados de urgencia orgonómicos es eliminar todos los
obstáculos que impiden al niño expresarse libremente, florecer, estar en armonía
consigo mismo y con los otros, vigilar que sus ritmos naturales sean
respetados, a que su pulsación biológica permanezca intacta con la finalidad de
prevenir la instauración de un acorazamiento permanente (contracción biopática
y estratificación patológica del carácter. Los auxilios de emergencia
orgonómicos son principalmente un medio de prevención de la enfermedad:
tienen como objetivo los síntomas somáticos localizados y los rasgos de
carácter aislados. Creer en la prevención de la enfermedad es también creer que
la enfermedad puede ser evitada.
Lo que no es evidente si echamos un
vistazo a nuestro alrededor: la salud es en este mundo una excepción, la
enfermedad una regla. Incluso hemos aprendido a aceptar la enfermedad, a
disfrutar de ella más bien que de la
salud, a vivir en las dimensiones reducidas que nos otorga, a estar en buenas
relaciones con ella. En el fondo, estamos tondos impregnados del concepto
judeo-cristiano-islámico del pecado original, de la culpa, de la expiación.
Según este concepto, el hombre, perverso desde el origen de los tiempos,
estaría inevitablemente dedicado a expiar sus pecados por el sufrimiento en
este valle de lágrimas. Querría recordar que los hospitales, en tanto que
instituciones, son nacidos de la iniciativa de los jesuitas entre el XVI el
XVII siglo (1). La actitud
frente a la enfermedad era, como hoy, esencialmente fatalista. (“Que la
voluntad del Señor sea hecha”) y la actitud hacia el enfermo era y continúa
siendo la de la caridad. Esto implica que la enfermedad es debida a causas que
nos son exteriores, que se trata de alguna cosa que nos golpea de improviso,
como si ésta fuera debida a la crueldad de los Dioses (concepción pagana), o a
la bondad de Dios en vista a nuestra redención (concepción judeo-cristiana), al
azar (gérmenes o virus de paso) a la suerte innata o al hecho de ser más o
menos aventajados por ciertas condiciones socio-económicas. Este enredo
inextricable de causalidades místicas y mecánicas ha obligado a la medicina
tradicional a participar en una vía sin
salida, la de una búsqueda de medios terapéuticos tan costosos como innecesarios.
Respecto a la prevención, no importa. Es inexistente para la medicina
tradicional a menos que uno quiera hacerse ilusiones y que quiera llamar
prevención a las vacunaciones en masa, el bombardeo farmacológico o las
ablaciones quirúrgicas.
La medicina tradicional es pues, a pesar de sus afirmaciones rotundas de éxitos,
y de progreso, una quiebra casi total y lo es a la vez desde el punto de vista
de los cuidados radicales y de la prevención radical de las enfermedades.
Y esto es asó porque sus premisas son erróneas. Antes de dar cuidados médicos, habría
que preguntarse y decidir si la enfermedad es alguna cosa hereditaria,
innata o inevitable en un plazo más o
menos corto o si es alguna cosa que no es natural y que se puede prevenir. Ciertamente,
debemos tener presente el hecho de que la humanidad esta enferma desde hace
milenios y que esta herencia histórica tiene una influencia sobre las
generaciones presentes y futuras. Pero cuando nos encontramos frente a un niño
que sufre, el conocimiento de la historia del hombre acorazado en el curso de
los últimos 6000 años no nos sirve de nada desde el punto de vista práctico.
Cuando observamos un cierto rasgo caracterológico y biofísico o una tendencia hacia un cierto
tipo de acorazamiento, lo que se nos hace presente inmediatamente al espíritu
es el entorno actual del niño y todas las vicisitudes que han podido marcarlo
desde el momento de la concepción.
Conocemos, por supuesto, la importancia de la luminación orgonótica* en el momento de la concepción (formación de
un puente sólido de energía orgónica
radiante entre la célula-huevo y la célula esperma), la importancia de la
radiación orgonótica en el interior del útero, la importancia de los mensajes
maternales al feto. Todo esto contribuye a la prevención o a la eventual
formación de la coraza fetal incluso en
el interior del útero y a la formación del Yo del niño. Sabemos que los mensajes
maternales producen en el feto respuestas físicas y emotivas y que el conjunto
de los acontecimientos y las reacciones del feto hacia ellos provocan el
desarrollo de ciertas tendencias. Estas representan el patrimonio de las predisposiciones.
*Luminación orgonótica: cuando la energía orgónica está fuertemente
excitada emite una luz de un blanco-azul muy intenso.
Contrariamente al patrimonio genético ( conjunto de códigos transmitidos por vía orgánica), el conjunto de las predisposiciones es un conjunto de tendencias que predispone al feto, y más tarde al niño, a reaccionar de una manera y no de otra desde el punto de vista físico, emocional y del comportamiento. Ya antes del nacimiento, el libre movimiento de la energía contribuye al desarrollo psicológico del carácter fetal como entidad separada y distinta del cuerpo maternal. Separado y distinto no significa independiente. Una alfombra de algas marinas está por ejemplo separada del resto del océano pero es una parte integrada e integrante. Ondula en armonía con el movimiento de las olas, respira el mismo oxigeno, vive del alimento común, se seca si le falta el agua, tal como el feto que se seca y muere emocionalmente si le falta el soporte biológico y emotivo. Si el mar está en calma, el alga se deja ondular dulcemente a merced de las ondas. Pero una tempestad imprevista o el brusco desplazamiento de agua causado por el paso de una canoa a motor revoluciona esta tranquilidad. La calma se ha perdido: el agua y alas algas reacciona instantáneamente de forma análoga pero distinta. Su reacción es específica a su naturaleza.
Claro está que es importante conocer la intensidad, la entidad y la duración de los acontecimientos traumáticos que son producidos en la vida intrauterina puesto que el Yo del niño se forma también con las emociones y las sensaciones que la madre ha tenido durante el embarazo. Esto, muy importante desde el punto de vista del desarrollo del niño, no lo es apenas para nosotros desde el punto de vista práctico, como de hecho el conocimiento teórico o el de los traumatismos que han conducido al niño al estado actual. Ciertamente, un acontecimiento traumático golpea de forma específica la sensibilidad del organismo y deja una huella que es almacenada paro no olvidada. La repetición de acontecimientos traumáticos predispone al organismo a un cierto tipo de reacción que a su vez esta ya condicionada por la sensibilidad y la especificidad de la reacción adquirida durante la vida intra-uterina. La especificidad de la reacción señala, por ejemplo, que un individuo resignado reacciona a las frustraciones (internas o externas) con miedo más que con cólera. Sabemos que el comportamiento del niño neurótico esta condicionado por recuerdos reprimidos, pero aún vivos y actuales, del periodo pre-natal, post-natal y más allá. Todo esto nos permite conocer mejor los problemas del niño, pero no nos ayudará a resolverlos.
Debemos entonces concentrarnos sobre lo que el niño es en el presente, sobre la lectura de sus expresiones emocionales, sobre la contracción (o hiper-expansión) de su organismo que puede manifestarse por una miríada de síntomas: hiper-actividad, irascibilidad, pesadillas, enuresis, onicofagia, tartamudez, disartria, dislexia, problemas de concentración, tics, problemas escolares, piromanía, coprofagia, etc. Tales síntomas pueden ser el signo de una biopatía en sus inicios o ya en curso. Sabemos que la predisposición hereditaria ella sola no crea la enfermedad ( salvo en casos muy raros de anomalías genéticas). Sabemos que la enfermedad biopatica es el resultado de la asociación de al menos tres factores:
1) el patrimonio genético
2) el patrimonio de las predisposiciones
3) la imitación de la coraza
En su proceso de identificación, el niño está inclinado a imitar la coraza de la persona con la cual se identifica y lo que muy a menudo es llamado hereditario no es otra cosa que imitación. Sabemos que la enfermada biopatica es también el resultado de traumatismos emocionales infligidos al niño por la familite* y la socialite**. La enfermedad es también el resultado de la restricción de los movimientos del niño: se le obliga a “callarse” tanto en casa como en la escuela. Finalmente, pero no por esto menos importante, la intoxicación alimentaria, química, farmacológica y la polución atmosférica son factores de enfermedad. Debilitan al niño y por lo tanto preparan el terreno donde la biopatia podrá instalarse. Antes de empezar nuestro trabajo de primeros auxilios orgonómicos, intentaremos eliminar, en todo lo posible todos los obstáculos que son susceptibles de dificultarlo.
*Familite: peste emocional en acción en el seno de la familia. Como la peste emocional social, es una enfermedad endémica que, a través de la restricción, destruye cualquier pulso natural en el niño.
**Socialite: peste emocional en acción en el seno de la sociedad. Como la familite, restringe y destruye todo pulso natural en el niño. La socialite a la vez determina el comportamiento familiar y refuerza el acorazamiento operado por la familia.
CONSIDERACIONES GENERALES
Cuando el niño se ha habituado al ambiente terapéutico y al terapeuta, empezamos a descifrar su expresión corporal que nos da una impresión general de su estructura, de su vitalidad, de su nivel energético ( y de su capacidad de tolerar el aumento de energía), de su grado de contacto. Queremos al mismo tiempo conocer a los padres ( o a las personas que crían al niño) no únicamente para conocer mejor sus problemas y su historia sino también para comprender con quien el niño busca identificarse y cuales son los rasgos caracteriales y biofísicos que trata de imitar. Queremos también obtener información sobre su comportamiento, sus interacciones, sobre la atmosfera que reina en casa ( abierta o opresiva; alegre o lúgubre; entusiasta o apagada; represiva o permisiva; tranquila o ansiosa; de comprensión o de amor posesivo; de bondad o de resentimiento y rencor, etc.) Investigamos sobre la felicidad emocional y sexual de los padres, sobre las relaciones que existen entre ellos y con sus hijos.
En la continuación del examen del niño estamos atentos a la expresión de sus ojos, de su cara, a la movilidad de su expresión, a su caminar ( delicado, flexible, dulce, bien equilibrado o ladeado, espasmódico, despejado, reticente, fragmentario).
Debemos examinado los síntomas que el niño sufre, evaluar si son debidos a una coraza ya formada o en curso de formarse y, en el primer caso, si la coraza es superficial o toca ya en profundidad la estructura del niño.
Antes de comenzar el trabajo biofísico, el terapeuta debe acordarse de que la forma de atacar la coraza no es la misma en los auxilios de urgencia emocionales que en la terapia a largo plazo. Esto no es todo, el tratamiento varia según los grupos de edad. De 0 a 6 años, el trabajo consiste esencialmente en prevenir la formación de la coraza; de 7 a 17 años, debemos limitarnos a aligerar los síntomas contentándonos con una disolución parcial de la coraza, sin buscar eliminarla totalmente. Los niños tienen necesidad de una coraza dentro de una sociedad acorazada. Esto no significa: “¡Puesto que la tienes te la guardas!” Al contrario, haremos todo para parar el desarrollo y los daños causados por una coraza ya presente, permitiendo al niño conservar justo la que necesita para poder defenderse contra esta sociedad acorazada y para poder disfrutar al máximo de la vida.
El trabajo orgonómico con los niños es más rápido que con los adultos. Para estos últimos la biopatia es ahora ya crónica y la terapia debe ser gradual a fin de que puedan habituarse a las nuevas sensaciones y emociones. Esto es diferente para los niños. Se trata de eliminar lo más rápido los síntomas que los perturban y que dificultan su desarrollo sano y de frustrar así el proceso de contracción biopatico.
Para los auxilios de urgencia de los niños más pequeños (edad pre-verbal) la presencia de la madre es siempre necesaria. Con ellos el trabajo es exclusivamente biofísico. Examinaremos con atención el segmento ocular y la movilidad de los ojos; intentaremos relajar los nodos espásticos masajeándolos suavemente, cosquilleándolos o a veces irritándolos enérgicamente. Los niños podrán finalmente expresarse a fondo gritando a pleno pulmón, llorando o riendo de todo corazón: su tez se volverá de un rosa uniforme y serán más abiertos y relajados. En el caso de congestión energética en los segmentos superiores utilizaremos dos medios físicos
1) El baño de asiento frio
2) la cataplasma de arcilla sobre el bajo-vientre.
Estos dos medios absorben el DOR y en consecuencia restablecen el equilibrio energético en el niño.
El trabajo biofísico corregirá la tendencia a la lordosis, la concavidad natural del abdomen se restablecerá así como el reflejo del orgasmo. En cuanto a los cuidados de urgencia en los niños de edad escolar, es necesario hacer un ejercicio de gran firmeza y mucha comprensión. No olvidemos que tenemos que tratar con niños neuróticos y no los podemos tratar como a niños capaces de auto-regulación. El principio ningún niño quiere venir a la terapia y, claro está, es necesario forzarlos. Pero una vez que los niños se habitúan a la situación terapéutica, comprenden rápidamente lo que se espera de ellos, sobretodo si son vivos e inteligentes.
CASOS CLÍNICOS
El caso de un niño difícil de 10 años me es especialmente querido por mi. Sus padres me lo trajeron a causa de sus problemas escolares. Tenia grandes dificultades con la lectura (dislexia), sus redacciones eran un verdadero desastre, era un mal alumno, muy por debajo del nivel de la clase. Sus padres estaban convencidos que el estado de sus hijo era debido a una enfermedad orgánica de origen genético ( “Desde su nacimiento siempre ha sido así”). Casi todos lo consideraban retardado o por lo menos “extraño”. A juzgar por sus resultados escolares, por su comportamiento en la vida diaria, por su nivel psicológico aparente, uno no podía más que darle dos o tres años de edad mental. Mientras, en su conversación conmigo, lo que decía era muy vivo y lógico hasta tal punto que su inteligencia no podía ser puesta en duda. Desde el principio me dio la impresión de estar contraído, de estar encogido por razones bien precisas. Para mi era un ejemplo asombroso de cómo uno puede paralizar a un niño privándolo de iniciativa, frenando su alegría de descubrir, limitando su expresión corporal y sus movimientos físicos ( “ no te muevas”, “ no toques”, “ cállate”). Encarcelándolo en una serie de códigos morales, denigrándolo y embruteciéndolo. El niño daba la sensación de ser una marioneta bien criada.
En casa recibía un doble mensaje: represión inflexible por parte de su abuela materna ( quien de hecho crió al niño hasta la edad de seis años) laxismo por parte de sus padres permisivos. De esta forma arrojado a sus emociones, su estructura energética era caótica y buscaba frenarlas con rituales obsesivos, la fuga en la fantasía y algunas veces explosiones de cólera destructiva.
Al principio rechazó la terapia diciendo textualmente: “Yo no quiero crecer, así que es inútil que venga ¡” Situación aparentemente sin salida. Sin ocuparme de su comportamiento de bebé hice una llamada a su inteligencia y lo animé a expresar sus emociones. Me puse a su nivel y me expresé simplemente como un niño de su edad ( que asombro y que estupor en sus ojos):inmediatamente se sintió a gusto y su complejo de la autoridad empezó a flaquear puesto que se dio cuenta de que yo también – aunque adulto- podía ser como un niño.
El contacto establecido, empecé a trabajar biofísicamente. Era suficiente una ligera y corta estimulación de los músculos al nivel de la garganta y del diafragma para provocar reacciones intensas (pánico, vómitos, sollozos). El trataba constantemente de huir, de hacer sus caprichos o de apiadarme. Era necesario volver a crear fronteras para un niño tan desorganizado para que se apoyara en un terreno solido. Debe sentir nuestra firmeza. Contrariamente a los padres el terapeuta no esta obstaculizado por un lazo emotivo demasiado fuerte con sus jóvenes pacientes. Puede ser movido por sus expresiones emocionales y auténticas, pero sin estar ansioso como lo estarían sus padres. Puede por lo tanto ayudar a los niños a liberar su iniciativa (a menudo obstaculizada por los padres y en particular por los padres “progresistas”),a liberar su personalidad ( ayudándolos a expresarse como ellos desean y no como desean los demás), a liberar sus emociones (por medio de desahogos emocionales).
Con mucha discreción, investigué sobre sus conocimientos sexuales, en particular sobre la masturbación, y me di cuenta de que sus obsesiones escondían una gran angustia sexual ( aunque sus padres permisivos de paseaban desnudos en casa).
Concentré el trabajo biofísico sobre el bloqueo agudo de la garganta. Era necesario primero liberar ese segmento, incluso si yo sabia que a nivel de los ojos había mucho trabajo para hacer. Cada grito provocaba fuertes sensaciones, también comenzaba a hacer el bebé, se levantaba, pataleaba, hacia caprichos y rehusaba continuar gritando. Yo me contentaba con mirarlo, no mostrando ningún interés a lo que exhibía y le decía: “Hay ciertas cosas que se han de hacer y tú no puedes dejar la habitación antes de haber hecho lo que yo te he pedido”. Él volvía entonces a estirarse y yo continuaba mi trabajo en él como si nada hubiera pasado, sin reproches y sin moralizar. Mi silencio y mi indiferencia a propósito de su crisis de cólera le hicieron comprender claramente ( sin haber recurrido a la palabra) que yo no aceptaba en absoluto su manera de actuar. Gracias a la liberación sistemática de la agresividad y de llantos, el niño empieza a percibir su miedo intenso. Cuanto más miedo, más se comportaba como un bebé y más sus padres lo trataban como tal. Aconsejé a sus padres parar de estar siempre detrás de él, de mimarlo, pero tratarlo normalmente con firmeza y comprensión.
Desde la 10ª sesión, los padres se percataron que el niño se volvía más sociable en la escuela y más independiente en casa ( lo que era difícil de aceptar para ellos, que tenían la costumbre de mimarlo como a un pequeño. Me di cuenta que sus obsesiones habían disminuido y su capacidad de concentración había aumentado. El clima familiar era más relajado puesto que los padres estaban menos ansiosos acerca de su hijo. ¿Qué había pasado? Yo había asegurado a los padres por una parte que el trabajo escolar no tenia ninguna importancia: uno no puede concentrarse cuando está constantemente atormentado por grandes problemas emocionales. Los padres empezaron a tener conciencia de las graves dificultades emocionales de su hijo y se volvieron más comprensivos con sus hijos. Por otra parte, un examen neurológico que yo había requerido aun especialista no había revelado nada anormal. El neurólogo confirmó que el estado del niño era debido a conflictos emocionales. El también estuvo sorprendido de la inteligencia y de la vivacidad de este niño que no concordaba en nada con su comportamiento y sus resultados escolares.
A la 22ª sesión, he tenido una entrevista con su maestra de escuela ( le había pedido que anotara todo cambio en la conducta del niño a partir del momento en que él había empezado la terapia).
Ella me trajo lo siguiente:
1) El niño exponía perfectamente la lección si hablaba en voz baja, mientras que se equivocaba siempre si alzaba la voz.
2) Por primera vez en tres años ha sabido su lección de historia.
3) Se ha vuelto más agresivo, hace daños en la escuela y manifiesta abiertamente su aversión hacia ella.
4) Escribe mejor si se le acaricia la cabeza ( en particular la nuca). Todo esto demuestra que el niño acorazado es infeliz y temeroso, tiene un espíritu tortuoso y su apariencia física es desamparada hasta el punto de dar la impresión de ser discapacitado. Poner al día el odio, las pulsiones destructivas y todas las otras emociones secundarias, restaurar la vitalidad del niño, restaurar su coraje y confianza, de modo que en presencia de las dificultades ya no tenga que refugiarse en un mundo de fantasía, ni reaccionar de forma impulsiva, ni controlarse por medio de rituales obsesivos.
* * *
Los sueños de los niños son a veces útiles y confirman ciertas hipótesis del médico.
Un niño de 10 años sueña con la casa donde vivia a la edad de 3 años y que encontraba su bicicleta de cuatro ruedas enterrada en el jardín. Este sueño simboliza el redescubrimiento del juego, y una profunda nostalgia de la época en la que vivia a gatas ( vivia entonces con sus padres unidos, mientras que ahora estan divorciados). Su padre que ha obtenido la custodia del niño, lo ha criado según sus propias ideas de autoregulación aplicadas de forma rígida y errónea, lo que ha obligado al niño a madurar demasiado rápido, a convertirse en adulto antes de hora. Era sorprendente ver como el niño imitaba la dureza de su padre. Fué abandonado en su evolución y tenia problemas de socialización con los niños de su edad. La terapia ha disuelto su dureza como para finalmente poder sollozar, lo ha suavizado. Su apariencia es más armoniosa. Él es bueno en dibujo, y, en la 18ª sesión me ha ofrecido un dibujo diferente de los precentes: las características de los personajes ya no eran geométricas y mecánicas, sino más flexibles, más dulces y graciosas.
* * *
Un niño de nueve años y medio fue traído a la terapia por problemas escolares, problemas de socialización y numerosos tics.
Cada vez que entraba en el consultorio médico sus ojos estaban mirando al suelo y caminaba de lado como un cangrejo. Era un niño apagado de una monotonía increíble, con grandes problemas de contacto hasta el punto de chocar contra los muros o de tropezar cuando caminaba. En la escuela parecía totalmente carente de lógica, de fantasía de imaginación. Todo su organismo parecía petrificado de terror. Fue necesario reactivar sus emociones trabajando con vigor a nivel de los ojos y haciéndole expresar sus emociones con todo el cuerpo. Aconsejé a su madre masajearle en la nuca muy a menudo y hacerle seguir con los ojos una fuente luminosa en movimiento, de modo que él pudiera expresarse fuera de las sesiones. Le aconsejé también de obligar al niño a mirarla a los ojos, puesto que tenía una fuerte tendencia a evitar la mirada. Era también necesario que ella detuviera las brutalidades verbales y físicas que el padre y la abuela materna ejercían sobre su hijo.
La madre se interesó tanto en la terapia y quedó tan impresionada por los progresos de su hijo que deseó también emprenderla, Situación ideal, puesto que la madre descubre su infancia olvidada y se vuelve capaz de comprender la de su hijo. El niño siente a su madre mucho más cerca de él: ella un adulto, debe hacer frente a la mismas emociones que él, un niño, debe afrontar. De repente, una intimidad afectiva, una complicidad emotiva y una comprensión recíproca de establecen. Y cuando el dice a su madre. “tengo miedo de ir a la terapia” ella le responde: “Yo también” y él asombrado exclama: “ Pero cómo? Tú eres una persona mayor” Sin mas discurso, la llamada “dignidad” de los adultos se hunde, el niño nos siente niños y nos respeta de la misma forma que respeta a los niños de su edad. Pero es un respeto real, espontáneo, basado en la admiración y en el amor, y no un falso respeto basado en el miedo o la envidia.
En la 3ª sesión el tic de los párpados y los movimientos espasmódicos de la cara y del cuello habían desaparecido. El niño se había vuelto más sociable, menos taciturno, no asaltaba más a sus compañeros sistemáticamente y empezaba a interesarse en lo que sucedía en el mundo (seguía por ejemplo el diario televisivo, cosa que no había hecho antes. Actualmente reaccionaba bromeando y no llorando, a los gritos de su padre (la liberación de su agresividad en terapia le permitía soportar la brutalidad a la que estaba sometido)
A la 20ª sesión vi a su maestra de la escuela que me ha informado de resultados sorprendentes. Dijo que el niño sabe explicarse, que es más abierto, más lógico, que se siente bien en clase y que se aplica mucho. Respecto a la madre, estaba contenta de darse cuenta de que su hijo miraba a las personas directamente a los ojos y que caminaba sin apoyarse.
A la 26ª sesión he sabido que-por primera vez en su vida- se enfrentó a su padre levantando la voz y con los ojos muy abiertos (ha sido capaz de exteriorizar su cólera controlando su terror). A propósito, no es necesario creer que nosotros creamos el caos en las familias poniendo a los niños contra los padres. Es una cosa que no debe nunca producirse pues seria ineficaz, es decir nocivo para el niño que padecería las consecuencias. Esto no se produce nunca si se ponen de manifiesto las emociones del niño de una forma gradual y siguiendo un cierto orden. El terapeuta debe explicar claramente a los padres que el comportamiento del niño y su estado emocional están ligados al progreso de la terapia. Es necesario al menos que uno de los padres esté de acuerdo con el terapeuta y la apoye en su trabajo, Los padres deben de estar preparados a hacer frente y tolerar las consecuencias de tal terapia e incluso a amortiguar los daños que pueden surgir en el seno de la familia.
En el caso de este niño, 26 sesiones de 20 minutos cada una fueron suficientes para hacer desaparecer todos los síntomas por los que había sido llevado a terapia. Aún no estoy satisfecho, hay aún un inmenso trabajo a hacer. El resultado final es sin embargo muy prometedor puesto que su madre ha sido muy inteligente y el contacto con su hijo ha sido, y es, de una ayuda preciosa.
Tengo en la memoria a otro niño, de 11 años de edad, que sufría crisis de ansiedad aguda, dificultades de respiración, sensaciones de asfixia, nauseas frecuentes, vómitos y dolores abdominales. Se sentía el intestino ”nervioso”. “Como si un motor estuviera continuamente en marcha”. Estaba agitado, hiperactivo, se mordía las uñas, tenia tics faciales. Se sentía a veces perdido, desorientado, desconectado del resto del mundo y esto le daba la sensación de una muerte inminente. Tenia pesadillas, ideas hipocondriacas y paranoides.
En este caso, una gran parte de los síntomas era debida a la cólera y el odio profundamente reprimidos. El niño buscaba reducir los estímulos ansiogenos reduciendo su respiración y su contacto ocular. En terapia su agresividad ha sido alentada y su sonrisa estereotipada ha estado constantemente puesta en evidencia. Todo esto parecía aumentar su tendencia a “irse”, a perder todo contacto ocular. Yo lo obligaba entonces a mirarme cogiéndole el cuello y masajeando los músculos occipitales.
Después de la primera sesión, toda la sintomatología aguda había ya desparecido, Pero la ansiedad que había alimentado los síntomas estaba presente libre y aumentó de tal modo, que una tarde el niño tuvo una crisis de pánico. El mismo me hizo llamar a su casa. Lo cogí en mis brazos, hablándole y explicándole la razón de sus miedos mientras le masajeaba la zona occipital-cervical muy contracturada. La respuesta del niño fue inmediata, se calmó, me dio las gracias y consiguió dormir toda la noche.
En las sesiones siguientes fue necesario atacar sus defensas caracteriales superficiales y alentar nuevamente su agresividad física y verbal, haciéndole jurar e insultarme. Esto fue muy difícil para el realizarlo. Fueron necesarias numerosas sesiones antes de que pudiera decirme estas palabras con los ojos cerrados (alejado del mundo). Después poco a poco, consiguió jurar y blasfemar con los ojos abiertos (contacto con sus propias emociones). El trabajo vigoroso e intensivo sobre el segmento ocular hizo tabla rasa de todos los fenómenos disperceptivos y de ideación paranoide. También hizo salir profundos sollozos, tristeza, dolor así como también el sufrimiento emocional( ¡Que contraste con su bloqueo afectivo de antes!).
En la sesión 27 fue posible parar el tratamiento puesto que el niño no tenia ya ningún síntoma y tenia un buen contacto con el entorno (2). Actualmente han pasado ocho años y ningún síntoma ha vuelto a presentarse. El niño se ha convertido en un hombre joven y guapo de 19 años bien desarrollado y lleno de espíritu.
* * *
Una joven chica a finales de la adolescencia vino a la terapia acompañada de su madre. Ella no era capaz de quedarse sola en casa. Necesitaba que su madre la acompañase a todos los sitios, no podía coger el ascensor ni estar entre la multitud.
Ha sido necesario enseguida trabajar sobre el segmento diafragmático (lo que no se hace normalmente) y esto se hizo en tres formas:
1) haciéndola gritar de forma que se crear un empuje de energía sobre el diafragma y así aliviar la contracción.
2) movilizando el tórax fijado en una posición inspiratoria (con razón, para que cada movimiento espiratorio profundo- movilizando el diafragma- le hiciera sentir un odio terrible que rechazaba obstinadamente a aceptar, ocultándose detrás de una fachada de niña incomprendida);
3) simulando el reflejo del vómito.
A la 4ª sesión casi todas sus fobias habían desaparecido. A la 21ª sesión, ella que tenia miedo de la multitud, fue a bailar a una discoteca. A la 25ª sesión, ella que sufría una terrible ansiedad de caer, fue a hacer esquí.
CONCLUSIÓN
El. trabajo de cuidados de urgencia orgonómicos en el niño reposa sobre la comprensión teórica de los obstáculos que dificultan el libre desarrollo del niño, reposa también sobre la estructura de quien es llamado a proporcionar los cuidados de urgencia. Sin embargo, depende en gran medida de la cooperación de la madre. Según Reich (3) hay tres categorías de madres:
1) Las que aprenden fácilmente las técnicas de cuidados de urgencia orgonómicos y saben aplicarlas.
2) Las que pueden aprenderlas pero no se atreven a aplicarlas y necesitan ser alentadas.
3) Aquellas que están demasiado enfermas para ser capaces de aplicarlas (Yo no trato a los niños de estas mujeres pues sin su ayuda mi trabajo no podrá mas que ser limitado).
Los cuidados de urgencia orgonómica son una herramienta indispensable para la prevención de biopatias, del acorazamiento crónico y para el alivio o disolución de la coraza actual. Es también un recurso por el cual se puede transformar un acorazamiento permanente en acorazamiento funcional que el niño puede utilizar a su elección según sus necesidades.
Donde acaba el trabajo de auxilios de urgencia orgonómicos, empieza la terapia a largo plazo. En algunos casos es preferible diferirla, en otros casos es mejor empezar enseguida. Pero sea cual sea el caso, el trabajo de auxilios de urgencia orgonomicos debe estar hecho exclusivamente en interés del niño y no en interés de una moral o de una ideología religiosa o política. Como Reich ha dicho (3): “Todos los que trabajan en este campo deberían saber que tratar a los niños por la orgonomía nos hace participar de la revolución más radical de la historia de la humanidad…Nosotros trabajamos en las mismas raíces de la naturaleza humana.Debemos confiar en el lazo que existe entre nuestros niños y la naturaleza y confiar en ellos para el futuro de la cultura y de la civilización”
BIBLIOGRAFIA
1) - LEVI-STRAUSS,C.: Le regard éloigné. Paris, Plon, 1983
2) - CAMMARELLA, G.: “ Orgone-terapia d’un pre-adolescente schizoide” Scienza Orgonomica, 1979, I: 1,57-73.
3) - REICH,W.: Children of the future. New York: Farrar, Straus & Giroux, 1983.
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