jueves, 25 de noviembre de 2021

LA ANSIEDAD GENITAL EN LAS MADRES QUE AMAMANTAN ( Continuación_I I I)

 Aquí tenéis la continuación del articulo que subimos al blog el día 25 de octubre. Como ya sabeis este artículo fue  escrito por el Dr. Elsworth F. Baker y se publicó en la revista de Sciencies Orgonómiques 2º Année nº5- 1987 sobre un caso de lactancia materna. 

 Con esta entrada queda completado el artículo. En próximas entradas continuaremos con un articulo correspondiente a una segunda parte. Saludos




 

 

ANSIEDAD GENITAL, INESTABILIDAD,

Y DETENCIÓN DE LA LACTANCIA MATERNA

 

Pasó un mes. No volví a verlas, pero mantenía el contacto telefónico. Fue entonces cuando la familia compro una casa y se instaló en ella. Durante la mudanza, la madre vio crecer su ansiedad hasta el punto de tener miedo de quedarse sola en la casa con los niños. La pequeña también reaccionó con ansiedad, llorando y alterando sus hábitos de sueño y de alimentación. Cuando la vi de nuevo, la madre me enseño que la niña no había llorado, pero que iba durmiendo a sacudidas, chupándose largo tiempo el dedo cuando se despertaba por la noche, y no había ganado  peso, así que  había decidido darle biberón. El niño chupaba con avidez el biberón y tenía evacuación intestinal dos o tres veces al día; sin estar estreñida, ella se forzaba. Tenía hermosos colores, parecía bien alimentada y su cuerpo estaba caliente. Lo llamativo, sin embargo, era una actitud de rigidez total y de contracción, de “retención”. El pecho estaba en posición inspiratoria y apenas de movía; los brazos estaban inmóviles, pero ella se retorcía vigorosamente. Estos fueron los únicos movimientos que se notaron. Sus hombros estaban retractados, y sus muslos y sus músculos paraespinales  muy tensos. Fue muy difícil de movilizarla y no logré liberar  sus hombros por completo. Sus sollozos, que habían estado fuertemente inhibidos, se volvieron más libres pero un cierto bloqueo persistía en la garganta. Decidí  volverla a ver de nuevo a la semana siguiente pero mientras tanto  se puso enferma. El pediatra  le diagnosticó fiebre roseola que le dio   fiebre alta durante dos días, seguida de una erupción cutánea en todo el cuerpo. La fiebre bajó, pero la niña se mantuvo muy irritable.  La vi de nuevo dos semanas más tarde.

La madre me relató los hechos siguientes: Que tuvo que parar la lactancia materna la semana anterior ya que no podía soportar las sensaciones que sentía en los pechos y que quería llorar  . A pesar de esta parada, las sensaciones persistieron. Había evitado cualquier encuentro genital, se había alejado de su marido y de su hijo, y había desarrollado un “amor hacia la pequeña más grande de lo que  podía soportar”. Era plenamente consciente de huir de su genitalidad.

La niña había aceptado muy bien el biberón, chupaba vigorosamente y parecía tener un fuerte deseo oral; agarraba cualquier objeto y se lo llevaba a la boca con avidez. Rara vez lloraba, pero mantuvo el despertar por la noche y chuparse el dedo frecuentemente. No se veía ningún juego genital. Le gustaba mucho el baño. Adoraba que su madre la levantara y la hiciera caer en sus brazos, pero la madre no lo hacía muy a menudo porque este juego también despertaba en ella la angustia. El niño no podía soportar el acumulador más de ½ minuto cada vez, ella se agitaba y se inclinaba hacia  la ventana hasta que su madre la retiraba. Encontró que la frecuencia de las deposiciones de la niña estaba estrechamente vinculadas a su ansiedad. Una angustia casi constante si no fuera por un corto y ocasional respiro, una o dos horas durante las cuales ella se sentía serena y viva. Normalmente la angustia desaparecía tan pronto como ella sostenía a su hija en brazos, pero a veces se intensificaba debido, me explicó, “Yo tenía miedo de este amor, era demasiado fuerte”. Yo esperaba encontrar a la niña en el estado en que la había dejado; pero fui, por el  contrario,  muy sorprendido. El bebé parecía estar en forma, sonreía y, a pesar de un perceptible gorgoteo en la garganta, los movimientos del pecho eran completos y libres y la onda de excitación descendía hasta la pelvis. A veces, al final de la expiración, la pelvis se inclinaba hacia adelante. Los signos de retención habían desaparecido; ella estaba realmente viva, alegre y pesaba cerca 7 kg.

A pesar de su ansiedad, la madre parecía conservar un cierto contacto, pero – podríamos decir – a qué precio: el rechazo total a su genitalidad (Después de mi visita todavía tuvo sensaciones genitales, aceptó el abrazo genital, pero continuaba reaccionando con ansiedad al clímax).

Durante el tiempo en que seguí  a la niña, juzgué bueno de tratar al marido y al otro hijo. El marido presentaba un éstasis energético importante; había perdido su paciencia proverbial, estaba totalmente decepcionado y desilusionado por el estado de su esposa. El pequeño de cuatro años se había convertido en un niño con problemas, era malvado y destructivo, lloriqueaba sin parar y luchaba con todas sus fuerzas para volver a ganar un poco de atención. Consciente de la magnitud de la tragedia, la madre calmó su sufrimiento para dedicarse a la causa, es decir, convertirse en una madre ideal; su comportamiento fue debido a su esperanza mística de pertenecer  a la élite (1)

 

                                                  CONCLUSIÓN

Este caso confirma los descubrimientos de Reich e ilustra el efecto desastroso que puede ocurrir en el niño cuando pierde el contacto con su madre. Él muestra también una capacidad de recuperación sorprendente del niño antes de que se instaure una coraza crónica y con la condición  de que el contacto con la madre se restablezca. Pensé que la erupción rosácea había, de alguna manera, representado  una apertura emocional  de gran alivio para la niña. Durante las dos semanas que siguieron al nacimiento, la madre era manifiestamente capaz de aceptar sus corrientes orgonóticas mejor que después. En un primer momento ella se sentía el centro de atención: ella representaba el primer paso de una experiencia entusiasta (el proyecto de investigación). Cuando el abrazo genital resultó imposible a causa de su estado, ella culpó a la niña por su falta de satisfacción sexual, pero comprendiendo  que aquello era irracional, rechazó por completo  la sexualidad. Vemos así que importante rol puede jugar la angustia genital produciendo una pérdida de contacto entre la madre y el recién nacido y que repercusiones tiene sobre el resto de la familia.

Soy en parte responsable de los acontecimientos; pienso que habría podido evitar mucho de lo sucedido si, desde el principio hubiera tratado a la madre con más vigor y más constancia. Sin embargo, desde el inicio de la terapia, siempre me había preguntado si algún día podría aceptar plenamente su genitalidad.

Este proyecto de investigación se encuentra aún en sus inicios. Habrá aún que  esperar una docena de años para ver si es posible o no de proteger a  esta niña de una coraza crónica y para darse cuenta de cuáles son los efectos adversos que se pueden ser evitados para toda la familia.

 

DISCUSIÓN

Al inicio del seminario, el debate se centró sobre la nueva forma de amor que la madre llevaba a su hijo. Todos los participantes convinieron que este sentimiento estaba motivado por el odio, nacido del hecho que la madre era incapaz de soportar su nuevo grado de genitalidad. Reich especificó que la genitalidad no es una condición inmutable sino cambiante: pueden existir muchos grados de genitalidad según el caso y según las personas. En nuestro caso, la madre era capaz de tolerar su genitalidad antes que el embarazo aumentara el nivel. En cuanto al embarazo, Reich compara el feto con un horno que, con la energía que le es propia, aumenta y alimenta a la madre aumentado su nivel de genitalidad (interacción de dos sistemas orgonóticos) y que tiene la consecuencia de elevar el grado de genitalidad de esta última.

En términos de preparación orgonómica al nacimiento, el “nivel fluctuante de la genitalidad “significa que las futuras madres y los terapeutas que las siguen deben estar especialmente atentos en los tres momentos fundamentales donde el grado de genitalidad cambia: el embarazo, el nacimiento y la lactancia. Preparar a las madres para el nacimiento significa prepararlas para afrontar este aumento de energía. Incluso si sobre el plano biofísico, la madre no va a ser capaz de tolerar plenamente su alto grado de genitalidad, la compresión de este fenómeno podrá al menos hacerla más capaz de tolerarlo.

El debate se extendió sobe la fiebre roséola. Todos coincidieron que la pérdida de contacto con la madre había provocado la enfermedad y debilitado el sistema orgonótico (inmunitario) de la pequeña. Luego se habló de las enfermedades infeccionas en general; todas ellas comienzan a partir de los mismos síntomas (vómitos, fiebre, erupción cutánea, diarreas).  Reich hizo la siguiente analogía:

“Comparemos un niño que crece con el tronco de un árbol que puede ser armonioso o retorcido. Cuando la energía circula libremente en el niño, el tronco está bien equilibrado. Cuando el niño se contrae, el tronco se vuelve completamente torcido. El niño  se bloquea localmente (armaduras) y donde los bloqueos locales se instalan aparece la enfermedad…. El tronco puede estar en armonía o torcido y más tarde, al empujar varias ramas estas podrán desarrollarse con armonía o de manera retorcida”

Es cierto que la investigación clínica orgonomica podrá en el futuro ofrecer una cuadro más claro y definido.

En general, las madres se aferran al ideal de perfección materna en lugar de entregarse al amor de su hijo, y la neurosis les aumenta cuando su objetivo se convierte en fracaso. A este ideal de perfección (mecanismo místico) corresponde el mecanismo de las normas estrictas de los hospitales. Sí, Reich señaló la importancia de la preparación de las enfermeras de la sala de partos, maternidad, etc…pero todo esto no constituye, según él, el problema principal que no es otro que el terror a la vida y al movimiento. Este terror gobierna toda actitud del hospital (Reich dijo: “Sus normas son el reflejo de su carácter. Sus normas son ellos mismos”) y de los servicios de obstetricia en particular.

El objetivo de la investigación orgonomica sobre la infancia es pues la de   cuidar este terror de la vida en las madres y de prevenir al niño que va a nacer. El terror a la vida es, según Reich, el principio funcional común de innombrables variantes irracionales bajo las cuales él, el terror a la vida, se manifiesta.

 

 

              

REFERENCIAS

1)-REICH, W : Armoring in a Newborn Infant. Orgone Energy Bulletin, Orgone Institute Press, 1951, page 122.

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(1) NDLR: El Dr. Baker tuvo noticias de la niña durante su pubertad y justo antes de entrar en la universidad a la edad de 18 años. Recibió la confirmación que creció sin problemas, y la chica, ella misma, le afirmó que se sentía feliz (Comunicado personal del Dr. Baker 1980)

(2) NDLR: La presentación del caso del  Dr. Baker fue seguida por un debate presidido por W. Reich, publicado posteriormente- así como este artículo- en Orgone Energy Bulletin . Ante la imposibilidad de reproducir el debate, sujeto a copyright , nosotros resumimos los puntos principales.


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