Os iremos informando.
En la entrada de hoy, compartimos el artículo publicado por el Dr. Carles Frigola en el nº1 de la revista BarnaSalut/ GiroSalut bajo el título: Psicoanálisis y Budismo Zen.
Os damos la bienvenida, de nuevo, al blog.
PSICOANÁLISIS
Y
BUDISMO ZEN
Dr. Carles Frigola
Para aquellos lectores que quieran conocer la relación
que existe entre el psicoanálisis y el budismo Zen les recomendaría que leyeran
el libro de D.T. Suzuki y E. Fromm Budismo
Zen y Psicoanálisis. Para los que quieran profundizar un poco más sobre el
Zen, les diría que leyeran, a lo largo de mucho tiempo y mucho espacio mental
por medio el libro en dos volúmenes D.T. Suzuki Ensayos sobre el Budismo Zen.
Si el lector me preguntara que relación existe entre el
Budismo Zen y el psicoanálisis, diría que no existe ninguna relación, que hay
una diferencia insalvable. Por otra parte, también diría que se parecen tanto
el uno al otro y comparten el mismo espíritu
como dos gotas de agua que gotean de una fuente. El psicoanálisis es un
método científico para hacer consciente el inconsciente. El Zen es una técnica
para conseguir la iluminación o el satori
Para que haya una experiencia Zen se necesitan cuatro
componentes:
1) Un material
intelectual preliminar necesario en el alumno para la maduración de la
conciencia Zen. Este material puede incluir libros sobre el Zen o asistiendo a
conferencias sobre el Zen o investigando el material histórico sobre las
diversas ramas del budismo, etc.
2) Un fuerte deseo de
auto-trascendéncia: una vocación y un autentico deseo de ir más allá de todas
las normas y limitaciones que nos son impuestas como seres humanos
individuales.
3) La necesidad de
encontrar un guía y la búsqueda consiguiente de un maestro Zen que será quien
nos abrirá camino y nos iluminará en la noche oscura del alma.
4) Una experiencia
conmovedora; una conmoción final: la llegada a una región desconocida de la
mente humana que conduce al satori.
Si hubiera que resumir de una manera naturalista estos cuatro
pasos necesarios diría que son como el hombre sediento que atraviesa el solo el
desierto. No le sirven ni los
pensamientos abstractos de “pensar en el agua” o que haya meditado horas y
horas sobre los beneficios del agua. O que haya leído todos los libros sobre
las propiedades físicas del agua. Ni tan solo la simple visión de un oasis o de
una fuente. Sólo la ingesta real del agua es la que brindará la satisfacción
completa al hombre sediento y la que lo salvará de la muerte en el desierto.
En términos metafísicos, sólo la búsqueda y el encuentro
del algo que dará paz y armonía a la mente para siempre. La experiencia Zen es
como lanzarse al precipicio o dar un salto al vacío de la mano guía del
maestro. Como el Zen es también una experiéncia personal, me referiré a ella en
primera persona. Durante mi estancia en Londres donde me formé como
psicoanalista, allá por los años 1970,
me interese por el Chanoyu que es la
ceremonia del te, incluida dentro de las artes del Japón y que está en comunión
con las actitudes positivas hacia la naturaleza. Los maestros Zen van vestidos
con un kimono negro y son los celebrantes del arte milenario de la ceremonia
del te.
Yo estaba interesado en
conocer de primera mano y sentir en mi propia piel la ceremonia del té. En
una ocasión le pregunté al maestro Zen:” ¿Dónde reside la naturaleza del Buda?”
El maestro estaba acabando la primera parte de la ceremonia y permaneció en
silencio. Pasado un rato me hizo entrega de una taza de té (Kinindai) con sus manos extendidas, deslizándolas
encima de un papel Kaisbi, casi lamiéndolo, casi sin rozarlo y me dijo
sonriendo:” Te lo diré cuando hayas bebido de un sorbo, el agua del océano”.
Hice un acto ceremonial con la cabeza y con las manos juntas agradeciéndole la
respuesta.
Al terminar la práctica Chanoyu discurrí interiormente: la respuesta que me planteó no
tiene solución posible. No obstante, sabía que mi maestro Zen me había dado
toda la información necesaria para que consiguiera por mi mismo darle, con
mucho tiempo por delante, la respuesta correcta y adecuada. Pasaron muchos años
pensando en la pregunta-respuesta. Un tiempo suficientemente largo durante el
cual completé mi formación con mis profesores y maestros en los diferentes
institutos psicoanáliticos de la capital del Támesis.
Al cabo de algunos años y en una ocasión de mi regreso a
Londres, tuve el deseo y la oportunidad de asistir a una ceremonia del té y de encontrarme de nuevo
con mi antiguo maestro Zen. Este me invitó a una ceremonia del té, asistiendo a
todos los preparativos que una ceremonia como esta requiere. En el momento en
el que iba a entregar con sus manos la taza del té para volver al cabo de un
instante preciso a su mesita de cedro (Hanadai) para entregar las restantes
tazas de té a los invitados, me preguntó sonrriendo: “ ¿ Dónde reside la
naturaleza del Buda?” Baje la cabeza con humildad y agradecimineto, bebí
tranquilamente el té que me había sido entregado en mi taza (Usucha) y le sonreí. El maestro me miró
y volvió a sonreírme; así supe que él sabia que yo ya conocía la verdadera respuesta a su pregunta. Una respuesta tan
simple que no valia la pena gastar saliva para pronunciarla. Sólo bebiendo el
té. Esto es el Zen.
( Traducción Dr. Carles Frigola)
( Traducción Dr. Carles Frigola)
( Continúa...)
El Dr.Carlos Frigola es psiquiatra, psicoanalista. Premio Pascual y Prats del Colegio de Médicos y de la Agrupación de Ciencias Médicas de Gerona. Dip. Tavistok Clínic y Institute of Human Relations. Londres.
Director de la Fundación Wilhelm Reich. Miembro del American College of Orgonomy. Autor de diversos libros. Trabaja en la Clínica de Medicina Orgonómica de Creixell. Borrassá. Tel. 972 50 62 91. www.wilhelm-reich.org y en el blog: compartir-wilhelmreich.blogspot.com
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