domingo, 9 de abril de 2017

EL PSICOANÁLISIS-Teoría y fundamentos de la técnica IV

En anteriores entradas en el blog hemos tratado sobre   las etapas del proceso psicoanalítico; el paciente  había pasado por la primavera , el verano y el otoño de la mente

En el siguiente articulo publicado por el Dr. Carles Frigola en el nº45 de la revista bimensual GiroSalut llegamos a la última etapa del proceso psicoanalítico: el invierno de la mente.







EL PSICOANÁLISIS

Teoría y fundamentos de la técnica IV

Dr. Carles Frigola



La última etapa del proceso psicoanalítico podríamos llamarla el invierno de la mente. Diversos autores se han referido a ella con otros nombres (la etapa genital de W.Reich, la individualización de Jung, la posición depresiva de M. Klein o el estado adulto de la mente según el modelo Tavistock). El final de la terapia es el momento más difícil y peligroso que hay que atravesar, ya que la totalidad del organismo  del paciente ( la mente y el cuerpo ) va a funcionar sin bloqueos por primera vez en la vida. Las ansiedades que aparezcan ahora en el proceso psicoanalítico son entre otras una sensación de romperse a trozos; desorientación, un sentimiento de vacío, soledad, colapso; miedo a morirse, un terror a perder el control mental y emocional y volverse loco, etc. 

El problema final es la re-estructuración de la salud física y mental del paciente. El analista deberá estar disponible en todo momento para poder acompañar a su paciente en esta larga y difícil etapa que es semejante a la conquista de la cumbre de una montaña de ocho mil metros.

Esta última etapa es al mismo tiempo dolorosa y hermosa. Los problemas de celos, exclusión, voracidad, agresividad malsana y desconfianza dan lugar al reconocimiento del trabajo del analista y es cuando aparecen los sentimientos de duelo, gratitud y perdón al objeto de amor.

Cuando se insiste en hablar de dependencia del analista debemos aclarar ahora su significado. La palabra dependencia ha entrado de tal modo en el lenguaje común que debemos recuperar su sentido psicoanalítico. Dependencia equivale a dependencia de la fuerza de los objetos internos del paciente y no de los objetos externos y por lo tanto sin sojuzgamiento ni sumisión. Dependencia en el sentido psicoanalítico implica el creciente reconocimiento de las capacidades creativas y reparadoras que no solo se apoyan en la fuerza del yo del paciente, sino que son el resultado del sostén y la inspiración que emana de la fortaleza de los objetos internos del paciente que ha construido durante el proceso psicoanalítico con la ayuda del analista y que despiertan gratitud y esperanza. Las capacidades  adultas y la seguridad en la vida real se adquieren por identificación e introyección de los objetos internos conquistados y no de los objetos externos o de los objetos infantiles heredados de los padres.

Es como el alpinista que llega a la cumbre. Y aunque ha tenido la ayuda externa en todo el proceso de la escalada en los diferentes campamentos base, el solo deberá conquistar por sí mismo la cumbre. Nadie más podrá vivir esta experiencia para él. La conquista dependerá solo de sí mismo. Esta dependencia introyectiva de los objetos internos conquistados durante el psicoanálisis abre el camino interminable hacia los procesos integrativos y a la maduración de la personalidad ya para toda la vida. Como Luke Skywolker la fuerza le acompañará siempre.

He tratado de relatar la sucesiva progresión del proceso psicoanalítico, incluyendo el estadio final de la ansiedad genital y la alternancia continua de las resistencias que han marcado el curso entero de la terapia. Este progreso requiere de muchísimos años de ardua labor analítica sobre la estructura caracterológica del paciente.

Voy a describir algunos de los sentimientos que el paciente deberá atravesar en esta etapa final de escalada hacia sí mismo y hacia los objetos internos conquistados. El paciente deberá someter a su narcisismo infantil a la prueba de la realidad final. Puestos en orden de gravedad creciente, podríamos decir que el paciente se sentirá : perturbado, sensible, concienzudo, sensitivo, vulnerable, desconcertado, incómodo, ignominioso, inadecuado, desfigurado, postergado, degradado, avergonzado, abandonado, difamado, desacreditado, deshonrado y humillado. Todos estos sentimientos y emociones que deberá vivir en esta última etapa van asociados a fantasías de ser visto con menosprecio y a menudo ridiculizado y empequeñecido.

El paciente deberá experimentar y re-vivir, acompañado de su analista, algunas de estas emociones  que con seguridad vivió y experimentó en su más tierna infancia. Todos estos sentimientos surgen cuando se desmonta definitivamente la armadura caracterológica y el paciente se atreve a salir del repliegue psíquico y de su narcisismo en el que estaba instalado.

Podríamos afirmar con seguridad que si ha revivido estas sensaciones y emociones ( ahora conscientemente ) y han podido ser aliviadas inmediatamente por el análisis y por el analista, el paciente ha llegado a la cumbre de la montaña de la personalidad auto-realizada y a la sabiduría. El paciente ha adquirido una buena y suficiente experiencia analítica, comprensión, compasión y capacidad de comunicarla en vez de instalarse plenamente en ella y guardársela para sí, ya que es saludable sentir la prevalencia de la tentación de considerar que uno mismo ha llegado por sí solo a la cumbre de la auto-realización personal sin la ayuda de un analista o de un maestro.

En resumen, los sentimientos que prevalecerán en el paciente para siempre serán: hacia el pasado gratitud, hacia el presente servicio a los demás y hacia el futuro responsabilidad.


El Dr.Carlos Frigola es psiquiatra, psicoanalista. Premio Pascual y Prats del Colegio de Médicos y de la Agrupación de Ciencias Médicas de Gerona. Dip. Tavistok Clínic y Institute of Human Relations. Londres.
Director de la Fundación Wilhelm Reich. Miembro del American College of Orgonomy. Autor de diversos libros. Trabaja en la Clínica de Medicina Orgonómica de Creixell. Borrassá. Tel. 972 50 62 91.








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