En esta ocasión queremos compartir con vosotros un fragmento del interesante informe que se publicó en Annals of the Institute for Orgonomic Science en Marzo de 1999 por el Dr. Morton Herskowitz. En su informe el Dr. Morton nos habla sobre la metáfora: " no tocar esto " que Reich utilizaba para describir la evitación de la esencia y de la raíz de los problemas. Al mismo tiempo que nos ilustra con un caso clínico.
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Annals of the Institute for
Orgonomic Science. Vol.9 March 1999 nº1
Informe clínico
No tocar!
Desde el punto de vista de
los principios actuales de gestión de riesgos, un apretón de manos es el límite
de contacto físico y social en este momento. Por supuesto, un paciente que
intenta un abrazo en la última sesión, después de siete años de terapia intensa, intensiva, y exitosa probablemente no debería ser arrojado al otro lado de la sala.
American Journal of Psychiatry, 150:2, February 1993.
Lo Físico
“No Tocar”
Reich dijo, “Tocar la
verdad es lo mismo que tocar los genitales. De ello se deriva el “no
tocar esto” relativo a cualquier cosa, crucial,
“salvavidas”, “el no tocar” cualquier cosa que conduce hacia la verdadera
autosuficiencia”. En la elucidación de los síntomas de la plaga emocional empleó
en varias ocasiones el “no lo toques”, metáfora para describir la evitación de
la esencia, el núcleo del problema.
A pesar de que metafóricamente “no tocar” tiene profundas
raíces biológicas, tocar es el medio más elemental de la toma de contacto.
Todas las madres mamíferos conocen a sus bebés tocando.
Investigaciones en el estudio
del desarrollo de los recién nacidos y los niños hacen hincapié en la
importancia del contacto cuidador-niño (contacto visual, contacto vocal, pero
en primer lugar contacto con la piel) al servicio del crecimiento saludable del
niño. En la sociedad, en general, son aquellos con problemas emocionales
significativos, la población de pacientes con desordenes psiquiátricos, quienes
han sufrido importantes déficits en esta área.
Tomando el caso de la única forma en que tocar
afecta a la psique, un informe de Olivier Sacks (1) es instructivo. Se trata de
un encuentro con el más inusual paciente de autismo que él nunca se había encontrado,
Temple Grandin, Doctora en Filosofia, en Ciencia Animal, Profesora Asistente en
la Universidad Estatal de Colorado, diseñadora de sistemas para la gestión de
los animales en todo el mundo.
La historia de la infancia
de la Dra. Grandin era la típica de la enfermedad. A los seis meses se puso
rígida en brazos de su madre; arañó a su madre a los 10 meses. A los tres era
violenta, caótica, gritando casi continuamente. Ella dijo que en su primera
infancia las sensaciones eran aumentadas en un grado insoportable. Probablemente
para escapar desarrolló periodos de intensa concentración inquebrantable en lo
que estaba s su alcance. La diagnosis de autismo fue hecha a los tres años, y
probablemente se sugirió la isntitucionalización para toda la vida.
Recordó, como cuando de niña ella había deseado
y estado aterrorizada por el pensamiento de ser abrazada. Cuando fue abrazada
por una tía favorita se sintió abrumada con una sensación placentera, pero también temerosa de
ser tragada. A los seis años soñaba con una maquina de abrazos que estaba
totalmente dentro de su control.
La Dra. Grandin sufrió de
la misma alienación como otros autistas. Respecto a su empatía con otros seres
humanos se describía a ella misma como la sensación de un “antropólogo en
Marte”. Pero a consecuencia de que sufría de Síndrome de Asperger, variante del
autismo ella poseía una tan especial “ inteligencia autística”, que era poco
ortodoxa, original y sin ser tocada por el pensamiento convencional.
A través de los esfuerzos
de una madre devota y la dedicación de
un terapeuta del habla, aprendió a dominar los elementos del lenguaje en la
primera infancia. Esto le proporcionó la entrada en el mundo de los humanos no
autistas, y ella comenzó a penetrar en ese mundo, aunque siempre como una extraña.
A los 15 sucedió un evento
crítico en su vida. Ella empezó a preocuparse por las cajas de aturdimiento del
ganado (lo táctil, el tema del abrazo revisado). A partir de esto, ella se
orientó hacia un interés en los animales, en la biología y en última instancia toda la ciencia. El
lenguaje de la ciencia era fácilmente comprendido, a diferencia de su
comprensión del comportamiento humano con sus supuestos incomprensibles.La profunda afinidad con
las vacas, que ha sido una fuerza motora en su trabajo científico, se basó en
el reconocimiento de la similitud de las sensibilidades. Ella explica, “La
forma en que quería alejarme de ser tocada es la misma forma en que una vaca salvaje
se alejaría- la manera en que solía ser
tocada era muy similar a la de domar una vaca salvaje”.
A finales de la adolescencia empezó a construir
modelos de de su imaginada máquina de "abrazo", empezando con el
modelo de la rampa de ganado. Pronto tuvo el producto acabado, capaz de ejercer
las presiones exactas que deseaba, que evocaban la tranquilidad y el placer
con que había soñado en la infancia. Ella
mantuvo la máquina públicamente en la universidad, soportando la burla de
algunos visitantes y las opiniones de las visitas a los psiquiatras de que representaba "regresión" y
"fijación". Ella alegaba que no podía haber llegado a la universidad
sin ella.
Ella ha estudiado
sistemáticamente los efectos de la presión profunda en las personas autistas,
los animales y los estudiantes universitarios. La máquina de apretar se
encuentra actualmente en extensos ensayos clínicos. Sacks observa que,
"Ella siente que la máquina le abre una puerta a un mundo emocional de
otro modo cerrado y le permite, casi la enseña, a sentir empatía por los demás" (1)
La razón de esta digresión en el caso de Temple Grandin es que sirve como
un ejemplo casi perfecto de la excepción que confirma (i.e.,tests) la regla. Una
persona autista, desprovista de las sensibilidades interpersonales comunes,
descubre fuera de su propio ser las propiedades curativas del tacto.
El epígrafe, el repudiando
cualquier contacto físico más íntimo que un apretón de manos entre un
psiquiatra y un paciente, es de un artículo sobre los límites en la práctica
clínica psiquiátrica (2). Los límites dilucidados se refieren con frecuencia en
la comunidad psiquiátrica, y a menudo se utilizan como directrices en la
práctica. Están diseñados para formular las prácticas adecuadas y
comportamientos entre el terapeuta y el paciente, y reducir al mínimo las
posibilidades de que el terapeuta sea demandado.
Los límites son, por
supuesto, necesarios en la práctica clínica. Deben ser clara las definiciones
de los roles del terapeuta y del paciente, el tiempo de las sesiones, la cuota,
los servicios realizados (en ambas partes de la relación), lenguaje (particularmente
en lo que podría ser usado para fines contra transferenciales) y sin duda el
contacto físico. Por ejemplo, los autores discuten el caso del terapeuta de
sexo masculino que llevaba a cabo sesiones maratónicas con su paciente femenina
hospitalizada que finalmente condujo a una relación abiertamente sexual. Como
cuestión de hecho, hay algunos pacientes en los que el establecimiento de
límites, per se, tiene valor terapéutico. Es en la zona de los límites de
contacto físico que surgen las dificultades.
Los autores afirman: "En
lugar de participar el paciente en un proceso de duelo para negociar con el resentimiento de una pena sobre las
privaciones de su infancia, el terapeuta abraza a un paciente a menudo tratando
de proporcionar el contacto físico normalmente ofrecido por uno de los padres.
El paciente se siente
entonces con derecho a más manifestaciones de cuidado y asume que la
gratificación en forma de abrazos esta disponible, otros deseos serán
concedidos también... Cuando se produce contacto físico real, la distinción
psicoterapéutica crucial entre lo simbólico y lo concreto se pierde y el
paciente puede sentir que ese poderoso anhelo infantil interior finalmente será
satisfecho". En otro lugar dicen: "Es evidente que un terapeuta no puede
convertirse en la buena madre o el buen padre en el sentido literal y tratar de
compensar todas las privaciones de la infancia." (2)
Estas advertencias son
peculiarmente una reminiscencia de las advertencias de "expertos"
que, en los inicios de este siglo, aconsejaban que sostener a un bebé que llora
equivalía a crear un niño mimado. La implicación es si la necesidad del
paciente para el calor y el tacto está satisfecha él podrá querer al mundo.
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