sábado, 18 de abril de 2015

DO NOT TOUCH ! (¡ No tocar! )

En esta ocasión queremos compartir con vosotros un fragmento del interesante informe que se publicó en Annals of the Institute for Orgonomic Science en Marzo de 1999 por el Dr. Morton Herskowitz. En su informe el Dr. Morton nos habla sobre la metáfora: " no tocar esto " que Reich utilizaba  para describir la evitación de la esencia y de la raíz de los problemas. Al mismo tiempo que nos ilustra con un caso clínico.


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Annals of the Institute for Orgonomic Science. Vol.9 March 1999 nº1

Informe clínico

No tocar!

Desde el punto de vista de los principios actuales de gestión de riesgos, un apretón de manos es el límite de contacto físico y social en este momento. Por supuesto, un paciente que intenta un abrazo en la última sesión, después de siete años de  terapia intensa, intensiva, y exitosa probablemente  no debería ser arrojado al otro lado de la sala.

American Journal of Psychiatry, 150:2, February 1993.


Lo Físico  “No Tocar”

Reich dijo, “Tocar la verdad es lo mismo que tocar los genitales. De ello se deriva el   “no tocar esto” relativo a  cualquier cosa, crucial, “salvavidas”, “el no tocar” cualquier cosa que conduce hacia la verdadera autosuficiencia”. En la elucidación de los síntomas de la plaga emocional empleó en varias ocasiones el “no lo toques”, metáfora para describir la evitación de la esencia, el núcleo del problema.

A pesar de que  metafóricamente “no tocar” tiene profundas raíces biológicas, tocar es el medio más elemental de la toma de contacto. Todas las madres mamíferos conocen a sus bebés tocando.
Investigaciones en el estudio del desarrollo de los recién nacidos y los niños hacen hincapié en la importancia del contacto cuidador-niño (contacto visual, contacto vocal, pero en primer lugar contacto con la piel) al servicio del crecimiento saludable del niño. En la sociedad, en general, son aquellos con problemas emocionales significativos, la población de pacientes con desordenes psiquiátricos, quienes han sufrido importantes déficits en esta área.

 Tomando el caso de la única forma en que tocar afecta a la psique, un informe de Olivier Sacks (1) es instructivo. Se trata de un encuentro con el más inusual paciente de autismo que él nunca se había encontrado, Temple Grandin, Doctora en Filosofia, en Ciencia Animal, Profesora Asistente en la Universidad Estatal de Colorado, diseñadora de sistemas para la gestión de los animales en todo el mundo.

La historia de la infancia de la Dra. Grandin era la típica de la enfermedad. A los seis meses se puso rígida en brazos de su madre; arañó a su madre a los 10 meses. A los tres era violenta, caótica, gritando casi continuamente. Ella dijo que en su primera infancia las sensaciones eran aumentadas en un grado insoportable. Probablemente para escapar desarrolló periodos de intensa concentración inquebrantable en lo que estaba s su alcance. La diagnosis de autismo fue hecha a los tres años, y probablemente se sugirió la isntitucionalización para toda la vida.

 Recordó, como cuando de niña ella había deseado y estado aterrorizada por el pensamiento de ser abrazada. Cuando fue abrazada por una tía favorita se sintió abrumada con una  sensación placentera, pero también temerosa de ser tragada. A los seis años soñaba con una maquina de abrazos que estaba totalmente dentro de su control.

La Dra. Grandin sufrió de la misma alienación como otros autistas. Respecto a su empatía con otros seres humanos se describía a ella misma como la sensación de un “antropólogo en Marte”. Pero a consecuencia de que sufría de Síndrome de Asperger, variante del autismo ella poseía una tan especial “ inteligencia autística”, que era poco ortodoxa, original y sin ser tocada por el pensamiento convencional.

A través de los esfuerzos de una madre devota y  la dedicación de un terapeuta del habla, aprendió a dominar los elementos del lenguaje en la primera infancia. Esto le proporcionó la entrada en el mundo de los humanos no autistas, y ella comenzó a penetrar en ese mundo, aunque siempre como una extraña.

A los 15 sucedió un evento crítico en su vida. Ella empezó a preocuparse por las cajas de aturdimiento del ganado (lo táctil, el tema del abrazo revisado). A partir de esto, ella se orientó hacia un interés en los animales, en la biología y  en última instancia toda la ciencia. El lenguaje de la ciencia era fácilmente comprendido, a diferencia de su comprensión del comportamiento humano con sus supuestos incomprensibles.La profunda afinidad con las vacas, que ha sido una fuerza motora en su trabajo científico, se basó en el reconocimiento de la similitud de las sensibilidades. Ella explica, “La forma en que quería alejarme de ser tocada es la misma forma en que una vaca salvaje se alejaría-  la manera en que solía ser tocada era muy similar a la de domar una vaca salvaje”.

 A finales de la adolescencia empezó a construir modelos de de su imaginada máquina de "abrazo", empezando con el modelo de la rampa de ganado. Pronto tuvo el producto acabado, capaz de ejercer las presiones exactas que deseaba, que evocaban la tranquilidad y el placer con  que había soñado en la infancia. Ella mantuvo la máquina públicamente en la universidad, soportando la burla de algunos visitantes y las opiniones de las visitas a  los psiquiatras  de que representaba "regresión" y "fijación". Ella alegaba que no podía haber llegado a la universidad sin ella.

Ella ha estudiado sistemáticamente los efectos de la presión profunda en las personas autistas, los animales y los estudiantes universitarios. La máquina de apretar se encuentra actualmente en extensos ensayos clínicos. Sacks observa que, "Ella siente que la máquina le abre una puerta a un mundo emocional de otro modo cerrado y le permite, casi la enseña, a sentir empatía por los demás" (1)

 La razón de esta digresión en el caso de Temple Grandin es que sirve como un ejemplo casi perfecto de la excepción que confirma (i.e.,tests) la regla. Una persona autista, desprovista de las sensibilidades interpersonales comunes, descubre fuera de su propio ser las propiedades curativas del tacto.

El epígrafe, el repudiando cualquier contacto físico más íntimo que un apretón de manos entre un psiquiatra y un paciente, es de un artículo sobre los límites en la práctica clínica psiquiátrica (2). Los límites dilucidados se refieren con frecuencia en la comunidad psiquiátrica, y a menudo se utilizan como directrices en la práctica. Están diseñados para formular las prácticas adecuadas y comportamientos entre el terapeuta y el paciente, y reducir al mínimo las posibilidades de que el terapeuta sea demandado.

Los límites son, por supuesto, necesarios en la práctica clínica. Deben ser clara las definiciones de los roles del terapeuta y del paciente, el tiempo de las sesiones, la cuota, los servicios realizados (en ambas partes de la relación), lenguaje (particularmente en lo que podría ser usado para fines contra transferenciales) y sin duda el contacto físico. Por ejemplo, los autores discuten el caso del terapeuta de sexo masculino que llevaba a cabo sesiones maratónicas con su paciente femenina hospitalizada que finalmente condujo a una relación abiertamente sexual. Como cuestión de hecho, hay algunos pacientes en los que el establecimiento de límites, per se, tiene valor terapéutico. Es en la zona de los límites de contacto físico que surgen las dificultades. 

Los autores afirman: "En lugar de participar el paciente en un proceso de duelo para negociar  con el resentimiento de una pena sobre las privaciones de su infancia, el terapeuta abraza a un paciente a menudo tratando de proporcionar el contacto físico normalmente ofrecido por uno de los padres.
El paciente se siente entonces con derecho a más manifestaciones de cuidado y asume que la gratificación en forma de abrazos esta disponible, otros deseos serán concedidos también... Cuando se produce contacto físico real, la distinción psicoterapéutica crucial entre lo simbólico y lo concreto se pierde y el paciente puede sentir que ese poderoso anhelo infantil interior finalmente será satisfecho". En otro lugar dicen: "Es evidente que un terapeuta no puede convertirse en la buena madre o el buen padre en el sentido literal y tratar de compensar todas las privaciones de la infancia." (2)

Estas advertencias son peculiarmente una reminiscencia de las advertencias de "expertos" que, en los inicios de este siglo, aconsejaban que sostener a un bebé que llora equivalía a crear un niño mimado. La implicación es  si la necesidad del paciente para el calor y el tacto está satisfecha él podrá querer al mundo.

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