jueves, 5 de marzo de 2015

LA MEDICINA ORGONÓMICA- Las estructuras del Carácter- El carácter socio-político II


Siguiendo con la  entrada publicada el día 29 de enero que trataba sobre las estructuras del carácter socio-político aquí tenéis la continuación en  esta nueva entrada correspondiente al artículo publicado por el Dr. Carles Frigola en el número 33 de la revista bimensual GiroSalut.




LA MEDICINA ORGONÓMICA
Las estructuras del Carácter
El carácter socio-político II

Dr. Carles Frigola

El carácter conservador representa la perpetuación del sistema patriarcal. El carácter conservador es tan destructivo hacia la naturaleza y el medio ambiente como lo es le carácter progresista o más pero, contrariamente a éste, no racionaliza su destructividad como algo necesario para el bienestar público o por la necesidad de progreso social.

Lo hace por ignorancia, por beneficios comerciales o por puro deporte. De aquí la proliferación de los campos de golf, un deporte elitista y un pretexto para los negocios inmobiliarios en el medio rural.

Es consciente de ser una persona distinta e independiente: siente su individualidad. Su auto-confianza le hace preocuparse por sus derechos y libertades. Desea y busca ser libre para plantearse su propio futuro y lucha para que los demás puedan tener ese mismo derecho. El carácter conservador es a menudo acusado por el carácter progresista de ser insensible a las necesidades de los otros.

De hecho, simpatiza con los desprotegidos, tanto como aquellas personas que son capaces de desenvolverse pero, contrariamente al carácter progresista, es poco tolerante hacia aquellos que no hacen nada por sí mismos y quieren vivir de “gorra”. El carácter progresista ayuda a las masas de forma impersonal (por ejemplo a los inmigrantes); el carácter conservador se concentra solo en aquellas personas a las que conoce de cerca y a los que respeta, aunque sean de baja condición social.

El verdadero carácter conservador es racional y demócrata. Su filosofía es “vive y deja vivir”. Es decente, aunque un poco infantil y naíf. Es razonable a la argumentación. Si hace una promesa, con seguridad la cumple. A favor de la competitividad sana, piensa que las escuelas están para educar al individuo como personas humanas, no para educar a la sociedad.
Respecto a la cuestión racial, no cree en una segregación forzada, en el fondo no es racista, pero se opone a una integración impuesta por la fuerza. Tiende hacia la autosuficiencia y es un patriota sincero, pero ve con recelo y les tiene un auténtico pánico social las aspiraciones autonómicas y los acuerdos internacionales. Su lema o dogma es “Cada uno en su casa y Dios en la de todos”.

Posee una actitud positiva hacia la salud y la vida. Cuida su cuerpo y le apasiona el deporte activo. Por esta razón es muy espontáneo, directo y honesto. Si se ha equivocado, no se quema como hace el carácter progresista, sino que dimite o no prolonga su mandato.

El carácter conservador no es dado a inclinarse hacia los extremos en cuestión de promesas. Como se entrega a la búsqueda de un ser supremo que le dirija (Dios), esta búsqueda le lleva  manejar mejor el sentimiento de culpa inconsciente: de esta forma no debe constantemente compensarla a nivel político, social o cultural como hace el carácter progresista.

Para el carácter conservador, el sexo es la expresión del amor y lo comparte con su pareja, a menudo bendecida por la iglesia, pero, como sobre enfatiza la castidad y la moralidad, suele llevar a escondidas una doble vida sexual. El carácter conservador está reprimido sexualmente, aunque se opone más a la sexualidad pornográfica que a la sana.

El carácter conservador piensa que la acumulación de poder en una sola autoridad restringe la libertad y produce corrupción  y que los ciudadanos menos gobernados (politizados) son los mejor gobernados, pero antepone los eslóganes populistas al análisis profundo de los problemas y a la larga también cae en la corrupción.

No existen caracteres socio-políticos “puros”, solo amalgamas. J.Burnhsam en su libro Suicide of the West señala que los valores del carácter progresista son la paz, la justicia, la libertas y la ciudadanía, en ese preciso orden. Para el carácter conservador, justo lo contrario: la ciudadanía, la libertad, la justicia y la paz social.

El político de profesión o la persona pública, como cualquier individuo puede enfermar también de neurosis, puede verse empujado hacia un momentum de conducta destructiva. Puede suceder a través de la aquiescencia, a la comodidad de tener las espaldas cubiertas, a la ansiedad del momento, al miedo a la agresión sana o por la estasis sexual crónica que esté buscando una descarga.

La violencia tolerable en los campos de fútbol, la pornografía (que es una descarga de este tipo atando de forma “segura” las partes instintivas humanas) o las discusiones apasionadas y acaloradas en el Parlamento no amenazan al núcleo del Yo. A fin de cuentas, son mecanismos de gratificación narcisista.

La gran compensación que la mayoría de líderes políticos obtienen de las campañas electorales es esa satisfacción real del “hambre narcisista”: el desgate físico y agotador de las campañas electorales se compensa con la obesidad yoica obtenida. Ver su foto repartida en todas las calles y plazas como si fueran auténticos actores de cine profesionales.

Por otra parte, es aquí donde pueden dar rienda suelta a las emociones de odio, venganza, cólera, rabia y sadismo que son socialmente  toleradas. Los políticos en las campañas electorales se atacan los unos a los otros como auténticos bestias.

Una sociedad que crea en sus miembros una insatisfacción personal y social crónica tiene necesidad de instituciones que canalicen las tendencias rebeldes, es decir, “los aspectos delincuentes y criminales” de la parte inconsciente de la personalidad.

Una de estas canalizaciones son las campañas electorales (municipales, autonómicas, generales, etc.) en las que los políticos expresan estos aspectos, destrozándose unos a otros y aplaudidos fervorosamente por sus votantes y simpatizantes.

En el próximo número de Girosalut hablaremos del carácter de la Plaga Emocional y del fenómeno actual de Podemos.


El Dr.Carlos Frigola es psiquiatra, psicoanalista. Premio Pascual y Prats del Colegio de Médicos y de la Agrupación de Ciencias Médicas de Gerona. Dip. Tavistok Clínic y Institute of Human Relations. Londres.

 Director de la Fundación Wilhelm Reich. Miembro del American College of Orgonomy. Autor de diversos libros. Trabaja en la Clínica de Medicina Orgonómica de Creixell. Borrassá. Tel. 972 50 62 91.

 www. Wilhelm-reich.org y en el blog: compartir-wilhelmreich.blogspot.com