domingo, 21 de septiembre de 2014

LA MEDICINA ORGONÓMICA-Las estructuras del Carácter y los Temperamentos-El carácter colérico

Saludos a todos/as, una vez acabado el periodo de vacaciones volvemos a estar otra vez de nuevo en el blog.

Continuando con las estructuras del Carácter y los Temperamentos, en esta entrada editamos en el blog el artículo escrito por el Dr. Carles Frigola en el nº30 de la revista bimensual GiroSalut y que en esta ocasión nos habla sobre el carácter colérico.





LA MEDICINA ORGONÓMICA
Las estructuras del Carácter y los Temperamentos
El carácter colérico

Dr. Carles Frigola

Según la medicina tradicional antigua existen cuatro caracteres o temperamentos: los sanguíneos, los melancólicos, los coléricos y los flemáticos. Los caracteres biliosos, también llamados coléricos, podrían llamarse también impetuosos, apasionados o voluntariosos. Tiene por característica la necesidad de actuar en el mundo externo y de gastar todo el combustible orgánico disponible. Diríase que están cargados de una electricidad de alta tensión, siempre dispuesta a transformarse en trabajo.

La sangre del carácter colérico es rica y abundante, corre a través de anchos conductos. Después de haber atravesado los músculos en acción, llega  a las venas ennegrecida por los productos de  la combustión orgánica. Estos residuos se depositan en la piel producen en esta una capa pigmentada. Por eso la tez es de un color que tira a morena, y aun a veces hacia el amarillo verdoso de la aceituna, como es frecuente en los países cálidos. Este color de la bilis debe ser el que ha hecho que se dé a este temperamento el nombre que lleva; porque es menos una sangre encarnada que una especie de bilis la que parece circular bajo la piel totalmente aceitunada o morena. Los ojos y los cabellos son negros o morenos, consecuencia del pigmento depositado en sus tejidos.

Estos rasgos pigmentados muy pronunciados dan al rostro un aspecto un poco rudo y una expresión severa. Gastadores de energía, los caracteres biliosos son con frecuencia delgados y secos: cuando tienen corpulencia, depende ésta menos de la robustez que del desarrollo de los músculos.
Dotados de gran actividad, la sensibilidad no es delicada, sino ruda. Las impresiones no son  ni vivas como  en los sanguíneos ni profundas y duraderas como en  los melancólicos. Como consecuencia, los caracteres coléricos son menos susceptibles, tienen menos tristezas y padecen menos sufrimientos morales que los demás caracteres.

Si tienen más paciencia, no conocen tanto la delicadeza de sentimientos, comprenden menos el dolor de los otros, tienen en sus relaciones un tacto menos fino. La inteligencia se manifiesta en ellos en dos grados diversos. Cuando domina el trabajo muscular, son como atletas y no pensadores; el espíritu, ahogado en la materia, es calmoso, inepto par los ejercicios intelectuales. En los caracteres biliosos inteligentes, si el espíritu no es ni muy fino ni muy original, tiene por lo menos amplitud; adquiere conocimientos, acumula noticias. Prácticos, despejados, más bien que teóricos, los caracteres biliosos son más inclinados a obrar que a pensar, cuando escriben o hablan.

Sin que les falte corazón, no dan pruebas, sin embargo, de sentimientos tiernos. Los caracteres coléricos pueden llegar a ser impetuosos, difíciles de dominar, ahogando esas afecciones dulces y esos sacrificios desinteresados hacia los demás que dan testimonio de un corazón sensible. Y si no tienen cuidado, en su fiebre de actividad y en su ardiente deseo de llegar a sus fines, apartan y pisotean a las personas que les estorban. No se ve en ellos más que egoísmo, sin corazón ni emociones.

El carácter colérico está dominado por la necesidad de obrar. El reposo y la no-acción les repugnan a su naturaleza activa. Cuando no tienen una ocupación que los estimule, se dan prisa a buscar una, siempre están fermentando en su espíritu algunos nuevos proyectos. Apenas se han propuesto un fin, cuando se ponen manos a ala obra; no caminan o dialogan como los demás caracteres sino que corren apresuradamente hacia su objetivo.

Las demoras para llegar a él fatigan su impaciencia, lo que les molesta en extremo. Son muy distintos a los caracteres flemáticos que describiremos en el próximo número de Giro-Salut- que acostumbran a dejar para mañana lo que debería hacerse hoy.

El carácter colérico más bien hace hoy lo que debería concluirse mañana. Si encuentran obstáculos, no se detienen ante la dificultad. Nada les impide llegar al objetivo; van derechos a la barrera y se esfuerzan por derribarla. Pero si algo o alguien se les resiste, se vuelven violentos, duros, obstinados y coléricos; sus arrebatos de rabia son terribles y sus cóleras temibles. Si son vencidos o humillados guardan el odio en el corazón, hasta que haya sonado la hora de la venganza.

Los caracteres coléricos sanos serían de un precio inestimable ya que sabrían dominarse y gobernar sus energías. En sus manos los asuntos más difíciles llegarían al éxito. Porque serían aplicados, tenaces, perseverantes, sin molestar a las personas y sin suscitar oposiciones irreductibles. Esto se ve muy bien en el proceso terapéutico caractero-analítico.

Pero, cuando no han trabajado bastante para el dominio de su temperamento y la posesión impetuosa de sí mismos, se parecen a los trenes Ave lanzados a gran velocidad sobre una línea férrea, pero con malos instrumentos de seguridad o unos frenos que no son seguros. Son los clásicos carácter impulsivos, “borderline” o psicópatas. Desprovistos de un suficiente poder para detenerse, siguen sus instintos hasta el final.

En ocasiones el carácter colérico puede llegar a ser apasionado, autoritario, ambicioso y muy audaz. Tratan a los otros con una altanería que puede llegar hasta la crueldad. Todo debe doblegarse ante ellos. El único derecho que reconocen es la satisfacción de sus apetitos y la realización de sus designios.
Si estos caracteres coléricos entran en el proceso terapéutico orgonómico pueden llegar a ser dueños de sí mismos; dejan de ser precipitados; reflexionan antes de obrar y actuar y van desconfiando de los primeros actos impulsivos, que eran habituales en ellos. Se vuelven más calmados, reflexivos y dialogantes.


El Dr.Carlos Frigola es psiquiatra, psicoanalista. Premio Pascual y Prats del Colegio de Médicos y de la Agrupación de Ciencias Médicas de Gerona. Dip. Tavistok Clínic y Institute of Human Relations. Londres.
 Director de la Fundación Wilhelm Reich. Miembro del American College of Orgonomy. Autor de diversos libros. Trabaja en la Clínica de Medicina Orgonómica de Creixell. Borrassá. Tel. 972 50 62 91.
 www. Wilhelm-reich.org y en el blog: compartir-wilhelmreich.blogspot.com